"Para mí es agridulce todo esto", dice a La Tercera Javier Corrales, experto en Cuba y Venezuela del Amherst College, en Massachusetts. Y tiene sus razones. Sus padres dejaron la isla tras la intensificación de la represión política después de la Revolución, y se establecieron como exiliados en Puerto Rico. Así, el histórico anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana es un tema que no lo deja indiferente.

En 2011 usted dijo que no sabía cuál sería "el disparador" que provocaría el cambio en Cuba. A la luz de lo acontecido esta semana, ¿cuál diría que fue el catalizador que propició este giro?

Por el lado de Cuba, lo que sucede, a mi modo de ver, es la percepción que ha surgido de parte del gobierno de que la economía sigue hundiéndose, pese a la ayuda extraordinaria que proviene de China y Cuba, junto que la percepción, por parte de Raúl, que su gobierno ya se encuentra consolidado (es decir, des-fidelizado). Cuba no se está abriendo tanto como la prensa ha hecho pensar (es decir, el embargo no ha desaparecido), pero sí ha habido una apertura, y Raúl piensa que hoy se encuentra con más fuerza política para sostener dicha apertura.  Es decir, el temor eterno de Fidel, de que las instituciones políticas cubanas no podrían resistir la influencia de los EE.UU., ha mermado.

Por el lado de EE.UU., es la confluencia entre los progresistas, que siempre han creído (tal vez ingenuamente) que una normalización traería cambios políticos en Cuba, y la presión del sector privado y de las iglesias protestantes, que cada vez más quieren penetrar el mercado cubano. Obama sabe que dentro del congreso hay oposición, pero desde el 2013, como hemos visto con el tema de la inmigración, Obama ha optado por hacerle poco caso al Congreso.  Y fuera del Congreso, lo que Obama ve es una coalición amplia en favor de la normalización, coalición que incluye tanto a la izquierda como a segmentos importantes de la derecha, grandes empresas exportadoras de granos, de turismo, del sector financiero, del transporte. Junto con las iglesias evangélicas, estas empresas quieren actuar en Cuba con mayor libertad.

¿Cuál era la necesidad de Obama de llevar a cabo este histórico giro político hacia La Habana?

La pregunta importante es por qué tomar este riesgo ahora.  A cualquier presidente le gusta que se le conozca como alguien que estableció la paz. Lo hizo Nixon con China, Carter con Egipto, Reagan/Bush con Rusia, Clinton con Vietnam, Bush con algunos países de Africa, y ahora Obama con Cuba. Para Obama, era importante desde que participó en la cumbre de las Américas del 2009, tener un gesto grande con América Latina.   Pero con el tema de Cuba el riesgo principal era a nivel nacional, y en especial, las elecciones en Florida, temor a espantar el voto cubano-americano y con ello entregarles Florida a los republicanos.  Pero lo que ha pasado es que el miedo a perder Florida ha bajado.  Obama ganó en Florida dos veces, e inclusive, ha ganado en el sur de Florida, donde hay un voto cubano-americano importante. La razón es que el exilio cubano ha cambiado muchísimo.  Ya no es ese grupo "recalcitrante", como lo pinta La Habana, sino muy heterogéneo.  Un gran sector cree del exilio, hoy por hoy, opina que aumentar los lazos comerciales, familiares con Cuba es buena idea.

Los republicanos tomarán el control del Congreso en enero, ¿cómo afectará el tema de Cuba el debate político en EE.UU.?

Hay muchos republicanos que no lo dicen pero que están muy a favor de este giro.  El grupo más anti-normalización, en mi opinión, se va a quedar más aislado que antes. Van a gritar más, y posiblemente se enfoquen en el tema de Venezuela, pero lo cierto es que a los integrantes de ese grupo les va a costar trabajo convencer a los demás republicanos a retroceder.

¿Obama le da un respiro a Raúl Castro? ¿Se puede interpretar como un espaldarazo de Washington?

Lo ayuda.  En Cuba, la gente considera esto como un día de liberación.  Es una exageración, claro está, pero el punto es que este paso vuelve a Raúl más popular entre la gente, mucha mejor opinión de la que tenían de Fidel, que en términos generales, nunca fue alta.  Y dentro del partido comunista y las fuerzas armadas, no existe un anti-americanismo tan profundo como el que Fidel Castro cultivaba.  O sea, que a corto plazo, lo ayuda.  El debate es en los efectos a mediano plazo.  ¿Podrá el gobierno contener las demandas que seguramente surgirán en Cuba?  Creo que la estrategia que va a tomar el gobierno de Cuba es la de mantener las restricciones económicas serias que existen dentro de Cuba, para evitar que crezca la clase media y el sector privado. El gobierno cubano sabe que su futuro depende en la medida en que la gran masa de la población dependa del estado para sus ingresos, y no de un sector privado pujante.

En su visita a Cuba, el canciller de España, José Manuel García-Margallo, pidió en noviembre a Cuba un "ritmo más rápido" en sus reformas económicas y que ratifique los pactos internacionales de derechos humanos. ¿Se espera un cambio en la marcha económica de la isla tras los anuncios de EE.UU.? 

Yo creo que no, por ahora.  El gobierno se ha abierto económicamente a la inversión extranjera, y ha abierto ciertos sectores internos, pero son pocos y no creo que se abran muchos más. Como dije, el gobierno siempre va a querer que la clase media cubana sea pequeña, y la rica, inexistente.

Raúl Castro espera que en 2015 las negociaciones con la Unión Europea para sustituir la Posición Común de 2003, que condiciona el acercamiento entre Bruselas y La Habana al desarrollo democrático en la isla, concluya en un acuerdo de cooperación más flexible que despeje el camino para más inversiones. ¿Con el anuncio de EE.UU. se espera que la UE también relaje sus medidas con La Habana?

No sé con certeza, pero creo que sí, que tendrá un efecto positivo.  No creo que la UE decida ser más estricta con Cuba que como lo es EE.UU. con Cuba.

¿Cómo lo toca en el plano personal la noticia del giro político de EE.UU. hacia Cuba? ¿Alimentas esperanzas de un cambio de régimen en la isla?

Para mí es agridulce todo esto.  Por un lado, todos los cubanos estamos listos para una reconciliación de algún tipo. Una reconciliación Washington-La Habana es bienvenida.  Pero la gran reconciliación  queda pendiente, que es la que tiene que venir entre el estado y la sociedad.  Esa reconciliación no ha ocurrido, ni se ve en el futuro.  Lo menos que debiera de ocurrir para una reconciliación con la sociedad es que el estado levante el embargo político que mantiene sobre Cuba: las prohibiciones de libertad de expresión y de asamblea, para mencionar dos.  Es bueno que exista la paz entre en Washington y la Habana, pero preocupa que dicha paz le otorgue un espacio cómodo para que el estado obvie su deber moral fundamental que le queda pendiente: reconciliarse con el pueblo.