El aluvión que afectó la zona central del país, tras las precipitaciones en el sector cordillerano, estuvo compuesto principalmente por barro, árboles, sedimentos y rocas. Según Rodrigo Cienfuegos, académico de ingeniería UC y director del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, el fenómeno natural se produjo por las condiciones del verano, en que es común que se presenten condiciones cálidas provenientes del Amazonas, parte de Brasil y Bolivia, debido a un debilitamiento del Anticiclón del Pacífico, las mismas que afectaron a la Región de Atacama en 2015. "Son lluvias cálidas, precipitaciones con altas temperaturas, con la isoterma cero más arriba de lo común y bastantes intensas, las que generan escurrimientos y arrastran sedimentos que forman un aluvión".
Además, Cienfuegos asegura que este tipo de eventos se han repetido en los últimos años, pero lo que marca una diferencia es la intensidad de las lluvias y que se produzcan al término del verano.
La mayor frecuencia de este tipo de fenómenos es atribuida al cambio climático, argumenta Pablo Sarricolea, geógrafo de la Universidad de Chile. "Básicamente, porque la temperatura ha ido aumentando, lo que es la principal constatación del cambio climático", dice el geógrafo.
Sarricolea asegura que la zona central se debe acostumbrar a este tipo de eventos y debe prepararse especialmente ante cortes en el suministro de agua potable. "Se deberían tomar medidas para acopiar aguas en las zonas más bajas del Cajón del Maipo", dice, junto con agregar: "Falta una planificación desde el punto de vista urbano; conseguir que los edificios y casas mantengan estanques de agua para enfrentar largos tiempos sin ella".
Cienfuegos también coincide con la idea de mejorar una planificación e incluso realizar una actualización en la norma urbana. "Claramente, no estamos preparados para tener un buen panorama frente a las consecuencias de una inundación, marejada y todos los eventos relacionados con el clima, que seguirán impactando de manera más frecuente. No contamos con nada en nuestra regulación y tampoco estamos proyectados", sentencia. "Es muy importante entender que los desastres y la gestión de riesgo de emergencia se deben unir con la agenda del cambio climático, porque no son temas diferentes", finaliza.
Anticiparse a la catástrofe
"Aquí sucedió una situación similar a lo ocurrido en Atacama, en donde existía un pronóstico meteorológico, pero los sistemas de emergencia no entregaron la información y orientación a las comunidades", asegura Michel De L'Herbe, consultor en gestión de emergencia. "Una de las primeras medidas debió haber sido recomendar durante el sábado no subir al Cajón del Maipo, no hacer camping y montañismo", dice. El consultor en riesgos asegura que Chile sí cuenta con un sistema meteorológico "bastante acertado", pero que los sistemas de emergencia no son capaces de utilizar estos pronósticos. "En materias de proyección, poco sirve todo lo que hace la ciencia para anticipar un evento como este si no es tomado en cuenta", afirma.
Además, De L'Herbe explica que es primordial, en temas de planificación territorial, comprender la importancia de no construir cerca de quebradas, junto con tener una mayor supervisión en las construcciones habitacionales que se ubican en zonas cercanas a los ríos. "Nadie quiere instalar su hogar ni vivir en un lugar que sea riesgoso", sentencia.