Entre 500 a 700 embarazos al año en el país cumplirían con los criterios clínicos planteados en el proyecto de despenalización del aborto terapéutico que impulsa el gobierno. Se trata de casos donde, producto de una enfermedad, la vida de la madre está en riesgo, o circunstancias donde el feto presenta malformaciones que harían inviable su vida fuera del útero.

Así lo señalan expertos en medicina materno-fetal y ginecología, quienes afirman que una decena de patologías son las que más comúnmente enfrentan a los profesionales de salud a la necesidad o recomendación de interrumpir voluntariamente un embarazo.

Sofía Salas, experta en bioética y académica de Medicina de la Universidad Diego Portales, explica que entre las patologías que afectan a la mujer embarazada, exponiéndola a riesgo vital, destaca la preeclampsia severa (o hipertensión inducida por la gestación), infección intraovular -cuyo tratamiento, además de anti- biótico, requiere de evacuar el contenido uterino- y el embarazo ectópico, es decir, cuando el embrión se implantó en la trompa uterina y corre riesgo de rotura y muerte por sangramiento. A eso se suma tratamientos contra el cáncer, que arriesgan al feto.

"Casos de embarazos que ponen en grave riesgo a la salud de la madre son escasos. De las 40 a 50 muertes maternas que hay al año, son muy pocas las que se podría haber evitado si hubiese legislación respecto del aborto terapéutico, porque si hay riesgo de vida de la madre los médicos interrumpen el embarazo, siguiendo las guías clínicas", agrega Salas, quien afirma que hoy esta acción no es considerada aborto, pues no persigue matar al feto, sino salvar la vida materna cuando el feto no es viable -es decir, no ha cumplido los 500 gramos o 22 a 24 semanas de gestación. "Otros consideran que esto es una suerte de doble discurso o hipocresía, para no llamar aborto a un acto que en otros países se considera como aborto", afirma Salas.

En el caso del feto, la inviabilidad se plantea cuando debido a una patología o malformación, se sabe que fallecerá durante el embarazo, el parto o poco después de nacido. Como causales de esto se conoce la anencefalia (falla en el desarrollo del cráneo), síndrome de Potter (cuando no se desarrollan los riñones), algunas malformaciones en el esqueleto y alteraciones cromosómicas, principalmente.

"La interrupción del embarazo ante riesgo de la madre existe. Lo que cambiaría es cuando al tercer mes de embarazo ya sabes que una enfermedad o malformación del feto existe, que lo hace inviable y que en seis meses o poco después de que nazca va a fallecer. Eso va a ocurrir igualmente, pero la madre podría decidir si prefiere seguir el embarazo o adelantar una intervención", explica Mauro Parra, jefe de la unidad de medicina materno-fetal del Hospital Clínico de la U. de Chile.

Sobre este tema, Mauricio Besio, gineco-obstetra y experto en bioética de la Red de Salud UC, manifestó que la legislación que se impulsa "supondría un problema ético", pues la medicina debe orientarse a sanar a los enfermos y no a interrumpir la vida.