Para calcular el Indice de Masa Corporal o IMC, sólo basta conocer la estatura y el peso y aplicar una sencilla fórmula. El resultado determina si el individuo posee un peso normal, está bajo peso o con sobrepeso u obesidad. Pero las personas sobreentrenadas, con gran masa muscular, pueden marcar sobrepeso e, incluso, obesidad, de la misma forma que personas delgadas, pero con gran volumen abdominal por exceso de grasa, pueden marcar peso normal.

Por esta razón, algunos especialistas están cuestionando su aplicación como forma de medir la obesidad, considerándola poco precisa. Por ello, buscan crear nuevas fórmulas más exactas.

Hace dos años, Nir Krakauer y Jesse Krakauer, del City College de Nueva York (EE.UU.), idearon el Absi, o Indice de Forma Corporal (traducción de la sigla en español), fórmula que, para un análisis más completo, además del peso y la estatura, incorpora la circunferencia de cintura.

El Absi, según sus creadores, demostró que un alto índice se relaciona con una alta tasa de mortalidad en un período de cinco años.

En la U. de Australia del Sur, Richard Bergman también creó hace unos años otro cálculo: BAI, o Indice de Adiposidad (traducción de la sigla en español), que no usa el peso, sino la circunferencia de cintura, cadera y rayos X que evalúan la cantidad de grasa.

Tras el desarrollo de estas dos nuevas formulaciones, los cuestionamientos al IMC han aumentado.

David Haslam, presidente del Foro Nacional de Obesidad del Reino Unido, reconoció al Daily Mail que el gran problema del IMC aparece cuando se usa en una sola persona, por lo poco preciso que resulta.

Búsqueda incansable

Camilo Aburto, académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello, reconoce que, a nivel mundial, encontrar una nueva medición estándar es preocupación de muchos expertos. Según Aburto, el peso considerado en el IMC puede variar, incluso, dentro del día, dependiendo de si la vejiga está llena o del período menstrual, lo cual genera variaciones de hasta cinco kilos.

Aburto señala que el Absi es más representativo de la condición de salud del paciente, pero mucho más difícil de poner en práctica, porque demora más y requiere de un cálculo complejo, que se realiza con un software o con una calculadora. "Todavía no hemos podido encontrar algo más representativo, rápido y eficiente", asegura.

Samuel Durán, presidente del Colegio de Nutricionistas Universitarios de Chile, dice que, pese a las objeciones, desde el punto de vista de la salud pública, el IMC sigue siendo la mejor herramienta. "Test más específicos que midan porcentaje de grasa, por ejemplo, no se pueden realizar a poblaciones de 10 mil o 50 mil habitantes", señala. Reconoce que existen varias fórmulas para diagnosticar, pero hasta el momento ninguna ha podido reemplazarlo y, por lo mismo, la OMS continúa usándolo como parámetro, porque es "fácil de aplicar, todos los países lo ocupan y eso permite comparar".

Para Giselle Muñoz, nutricionista de Clínica Las Condes, el IMC es útil cuando se usa como parámetro general, pero pierde eficacia en la consulta individual, donde sugiere el uso de otras herramientas.

Respecto del uso del Absi u otra fórmula, Durán dice que todavía falta su validación científica y adecuar sus parámetros al biotipo de la población chilena.