Durante la semana, Rusia salió en defensa del Presidente de Siria, Bashar Assad, calificando como inconsistentes las evidencias de los servicios secretos estadounidenses sobre el uso de armas químicas contra los rebeldes sirios. "No podemos estar de acuerdo con interpretaciones parciales", afirmó el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov. "Si París, Londres o Washington tuviesen una sola prueba de sus suposiciones, la habrían mostrado al mundo entero", agregó el propio Assad en una entrevista con el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.

A las dudas expresadas por Moscú, ahora se suman las críticas de expertos independientes citados ayer por el diario estadounidense The Washington Post, quienes sostienen que no hay manera confiable de determinar la autenticidad de las evidencias físicas suministradas por EE.UU., Reino Unido y Francia a la ONU, que incluyen muestras de sangre, de tejido y suelo, que, según Washington, probarían el uso de gas sarín.

"Puedes hacer tu mejor intento para controlar el análisis, pero el análisis a distancia siempre es incierto", dijo David Kay, ex inspector de la ONU que lideró la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak después de la invasión norteamericana de 2003. "Usted sería un idiota si no se acercara a esta cosa con un poco de precaución", comentó Kay al Post. "Si usted es de la oposición y escucha" que la Casa Blanca ha trazado una línea roja sobre el uso de agentes nerviosos, entonces "usted tiene un interés en dar la impresión de que algunas de las armas químicas se han utilizado", agrega Rolf Ekeus, un científico sueco que encabezó las inspecciones de armas de la ONU en Irak durante la década de los 90.

Funcionarios y diplomáticos occidentales también reconocen que la falta de transparencia socava la credibilidad de las denuncias sobre el uso de armas químicas. "El tema de la cadena de custodia (de las evidencias) es un problema real", afirmó un diplomático occidental de alto rango cuyo gobierno ha seguido de cerca la investigación de Siria. Sin embargo, el funcionario dijo que la totalidad de las pruebas "de diferentes fuentes, diferentes épocas, diferentes lugares" debe convencer al organismo de investigación de la ONU de que los reclamos son reales.

La responsabilidad de aclarar si efectivamente el régimen de Assad empleó armas químicas corresponde al científico sueco Ake Sellstrom, quien es el jefe de inspectores de armas de la ONU. El funcionario tiene previsto viajar la próxima semana a Turquía, la primera etapa en un viaje de trabajo que incluirá escalas en Líbano y Jordania. Allí, se espera que entreviste a los testigos sirios y los médicos que afirman haber tratado a las víctimas de ataques con armas químicas.

En la antesala del viaje de Sellstrom, ayer el presidente de la comisión investigadora de la ONU sobre Siria, Paulo Pinheiro, dijo que "no estamos en condiciones de decir quién usó agentes o armas químicas y estamos muy preocupados por la cadena de posesión", es decir del recorrido de esas armas hasta su detección.