Investigadores de la Universidad de Exeter han probado por pimera vez de forma científica el efecto de la ansiedad en el movimiento de los ojos del futbolista cuando se dispone a lanzar una pena máxima. La investigación se ha publicado en el número de diciembre de la revista Journal of Sport and Exercise Psychology.
El estudio muestra que cuando los jugadores que lanzan el penalty se muestran impacientes están más predispuestos a mirar y concentrarse en el portero que les aparece en el centro de su visión. Debido a la ajustada coordinación entre mirada y movimiento, los lanzamientos tienden a hacerse por el centro de la portería, haciéndolos más fáciles de detener por el portero.
Los investigadores atribuyen estos cambios en los movimientos y enfoque del ojo a la ansiedad. El profesor Greg Wood, de la Escuela de Deporte y Ciencias de la Salud de la Universidad de Exeter explica: "En una situación de alto estrés, estamos más predispuestos a centrarnos en cualquier estímulo desafiante y concentraranos en él, más que en el propio objetivo que nos ocupa. De esta forma, al disparar un penalty con nerviosismo, la atención del lanzador se centrará en el portero en lugar de en las zonas óptimas para que el disparo se convierta en gol. Esta disfunción condiciona la dirección del lanzamiento e incrementa la posibilidad de que se dispare directamente a donde se encuentra el portero".
Para su estudio, los investigadores estudiaron a 14 miembros del equipo de la universidad. Les pidieron realizar dos tandas de lanzamientos. En la primera sólo tuvieron que hacer los disparos con sus mejores artes. Pero en la segunda tanda, los científicos introdujeron elementos para que los jugadores se pusieran nerviosos: se les advirtió de que los resultados serían registrados y que el mejor ganaría 50 libras.
A los jugadores se les repartieron gafas especiales que permitían a los investigadores registrar con precisión los movimientos del ojo y analizar el punto de atención de cada lanzador y la cantidad de tiempo dedicado a analizar las diferentes localizaciones en la portería.
Los resultados mostraron que cuando están nerviosos, los futbolistas mirarban al portero significativamente antes y por más tiempo. Este cambio en la conducta del ojo hizo a los jugadores más predispuestos a lanzar la pelota al centro de la portería, facilitando al portero detener el disparo. Los investigadores creen que los entrenadores podrían aplicar técnicas de entrenamiento que permitiesen a los jugadores no dejarse llevar por esta influencia a la hora de ejecutar una pena máxima.
El estudio muestra que cuando los jugadores que lanzan el penalty se muestran impacientes están más predispuestos a mirar y concentrarse en el portero que les aparece en el centro de su visión. Debido a la ajustada coordinación entre mirada y movimiento, los lanzamientos tienden a hacerse por el centro de la portería, haciéndolos más fáciles de detener por el portero.
Los investigadores atribuyen estos cambios en los movimientos y enfoque del ojo a la ansiedad. El profesor Greg Wood, de la Escuela de Deporte y Ciencias de la Salud de la Universidad de Exeter explica: "En una situación de alto estrés, estamos más predispuestos a centrarnos en cualquier estímulo desafiante y concentraranos en él, más que en el propio objetivo que nos ocupa. De esta forma, al disparar un penalty con nerviosismo, la atención del lanzador se centrará en el portero en lugar de en las zonas óptimas para que el disparo se convierta en gol. Esta disfunción condiciona la dirección del lanzamiento e incrementa la posibilidad de que se dispare directamente a donde se encuentra el portero".
Para su estudio, los investigadores estudiaron a 14 miembros del equipo de la universidad. Les pidieron realizar dos tandas de lanzamientos. En la primera sólo tuvieron que hacer los disparos con sus mejores artes. Pero en la segunda tanda, los científicos introdujeron elementos para que los jugadores se pusieran nerviosos: se les advirtió de que los resultados serían registrados y que el mejor ganaría 50 libras.
A los jugadores se les repartieron gafas especiales que permitían a los investigadores registrar con precisión los movimientos del ojo y analizar el punto de atención de cada lanzador y la cantidad de tiempo dedicado a analizar las diferentes localizaciones en la portería.
Los resultados mostraron que cuando están nerviosos, los futbolistas mirarban al portero significativamente antes y por más tiempo. Este cambio en la conducta del ojo hizo a los jugadores más predispuestos a lanzar la pelota al centro de la portería, facilitando al portero detener el disparo. Los investigadores creen que los entrenadores podrían aplicar técnicas de entrenamiento que permitiesen a los jugadores no dejarse llevar por esta influencia a la hora de ejecutar una pena máxima.