La legendaria competitividad exportadora de China está menguando y ese hecho tiene derivaciones para el resto de la economía mundial. Tal es la conclusión a la que llegaron los economistas Spyros Andreopoulos y Sung Woen Kang de Morgan Stanley.

Sus estimaciones demuestran que las ganancias de los exportadores chinos por el comercio con los Estados Unidos se contrajeron de 20% hasta 30% entre 2004 y 2010 en tanto los costos de mano de obra internos aumentaron y la suba de su moneda contra el dólar disminuyó los ingresos al volver a traducirse a yuanes.

Dado que probablemente estas fuerzas continúen gravitando sobre los márgenes, es posible que el resto del mundo tenga que pagar más por los productos chinos, lo cual derivará en "hechos mundiales de suma importancia", dijeron los economistas en un informe fechado el 25 de julio.

Si bien los datos de China son volátiles, hay señales de que las capacidades exportadoras del país están escurriéndose. El déficit comercial de China en febrero fue el más grande desde por lo menos 1989.

En abril, el Fondo Monetario Internacional redujo su perspectiva correspondiente al superávit de cuenta corriente, que según estima ya había caído de 10,1% del producto interno bruto en 2007 hasta 2,8% en 2011.

Los precios chinos más altos mermarán los ingresos disponibles en el mundo entero y aventarán la inflación global, permitiendo a la vez que otras economías vuelvan a recuperar una participación industrial, dijeron.

"Es probable que la globalización ya esté girando del viento de cola al viento de frente para los consumidores del mundo entero", dijeron los economistas.

Más difíciles de alcanzar

Las metas relativas a la inflación están volviéndose más difíciles de alcanzar. A esa conclusión llegó el economista Anatoli Annenkov de Société Générale SA, quien dijo en un informe fechado el 20 de julio que los bancos centrales enfrentan nuevos retos para alcanzar sus objetivos. Está entrando cada vez más capital en sus economías y se oyen más exhortaciones a compatibilizar la estabilidad de precios con la estabilidad financiera.

El resultado es que "se incrementará la presión sobre los bancos centrales que luchan contra la inflación para que produzcan resultados con respecto a múltiples objetivos", dijo Annenkov con sede en Londres. "Por consiguiente, es probable que se torne cada vez más difícil evaluar y anticipar la política monetaria".

Introducida por primera vez por Nueva Zelanda dos decenios atrás y posteriormente adoptada por el Reino Unido, Canadá y Australia, la práctica de las metas de inflación ("inflation targeting", IT, en inglés) requiere que los bancos centrales calibren la política monetaria para que la inflación llegue a una tasa establecida dentro de determinado marco temporal. Si bien los bancos centrales tradicionalmente afrontaron una inflación superior a sus objetivos, cada vez descubren más que ésta no alcanza la meta dado que la economía global sigue manteniéndose débil.

A los bancos centrales les resultará aún más difícil alcanzar su objetivo luego de la crisis financiera de cinco años porque es más lo que deben tener en cuenta al tratar de manejar los precios, escribió Annenkov.

Uno de los peligros es que el capital se vea atraído probablemente hacia países que controlan la inflación conforme los inversores buscan crecimiento económico y estabilidad. Esto probablemente hará subir los valores de la moneda, bajando la inflación.