Terminaba el año 2015 cuando cuatro egresados del Máster en Historia y Gestión del Patrimonio Cultural de la U. de los Andes, quisieron rescatar la obra del escultor, poeta y músico chileno Tótila Albert. Con ese fin contactaron a su única hija, Luz, y viajaron hasta su casa de Isla Negra donde encontraron un verdadero tesoro: esculturas, manuscritos, libros de poesía autoeditados y álbumes familiares con más de 400 fotografías, recortes de prensa y cartas del artista dirigidas, entre otras personas, a su amiga Gabriela Mistral. Ante tal descubrimiento, eligen como proyecto de título una investigación en torno a la vida y obra del creador. Ahí están los cimientos de una muestra -"Volver a la luz"- que desde el 5 de octubre se presenta en Sala Gasco.

De ascendencia alemana, Albert (1892-1967) fue cercano a Pablo Neruda y a Salvador Reyes, y a temprana edad su madre lo mandó a Berlín para formarse como artista. Allí estuvo varios años, justo cuando el movimiento expresionista alemán estaba en pleno desarrollo. Influido por Sigmund Freud y por Carl Gustav Jung, exploró los símbolos del inconsciente y puso al cuerpo humano como centro de inspiración.

Claramente, el erotismo y la modernidad marcaron una obra que en algún punto provocó polémica. Acaso la controversia más bullada fue la que acompañó la inauguración del Monumento a Rodó (1944), cuando optó por el desnudo en una escultura pública que hasta hoy se yergue en el Parque Balmaceda de Providencia.

La muestra de Sala Gasco, que tiene como curadora a Marisol Richter, presenta 35 piezas en bronce sacadas del valioso conjunto de obras de yeso que la hija de Albert mantiene en Isla Negra. La voluntad del abogado y coleccionista de arte Luis Alberto Gatica hizo posible que la exposición cuente con las esculturas, ya que se preocupó de mandar a fundir piezas que se encontraban en yeso y que fueron hechas por Albert en distintos períodos.

Cuenta Gatica que a principios de 2016 su amiga Angélica Edwards, también amiga de Luz Albert, le insistió en que viera la colección y comprara alguna obra. "Fuimos a Isla Negra y acordamos la compra de La Tierra, de la que existen sólo otros dos ejemplares", cuenta. "Pero la conversación se alargó y seguimos hablando sobre la vida y la obra de Albert, revisamos catálogos y libros, y escuchamos el amoroso relato de Luz sobre la figura de este hombre que fue mucho más que un escultor: un artista completo y complejísimo".

Volvió entonces Gatica a tocar el destino de la colección y los avances con la Universidad. Allí advirtió que, "no por falta de interés, sino por la manera en que deben administrarse los fondos institucionales, aquello no iba a prosperar en un futuro próximo y que, probablemente, tampoco se podría resguardar una parte de la colección que aún permanecía en yeso y que, además de su natural fragilidad, ya mostraba cierto deterioro". Agrega que "un impulso misterioso", el de crear un museo en Parral, su ciudad natal, lo llevó a tomar la colección.

Teniendo la investigación y las obras aportadas por el coleccionista, lo siguiente, por parte de la curadora, era aportar nuevos antecedentes sobre la obra de Albert. Seguir indagando.

Por eso, dice Richter, invitó a dos conocedores a participar en el proyecto y a escribir en el catálogo. Uno de ellos fue Pedro Zamorano, de la U. de Talca, quien abordó la recepción y la crítica a Albert, a partir de su regreso a Chile, en 1923. Por su parte, el escultor Francisco Gazitúa se introdujo en el oficio del artista: los procesos creativos, el trabajo concreto con los materiales.

"En lo personal", complementa Richter, "me refiero a los años en que Albert se forma en Alemania y a la descripción de algunas esculturas expuestas".

Hasta el 1 de diciembre estará abierta "Volver a la Luz" con las piezas facilitadas por Luis Alberto Gatica, además de otras pertenecientes al coleccionista Roberto Grimberg. "La muestra permite apreciar los distintos géneros y temas que Albert creó", plantea la curadora. "Son obras figurativas de profundo contenido simbólico, como las parejas exentas, los relieves, pero también los retratos y bustos que están en relación con su interés específico por algunos personajes, como Beethoven". La idea, prosigue, es también "poder contar con piezas realizadas a lo largo de toda su vida: en Alemania, desde 1918, hasta lo que trabajó en Chile. La última es de 1959".

Las obras de la muestra se acompañan de dos trabajos audiovisuales realizados por la artista Mariana Silva. Estos rescatan, respectivamente, el proceso de fundición de los bronces en el taller de Luis Montes y las distintas etapas de la vida de Albert.