Exposición revela tesoros y misterios de Rapa Nui

Curador de la muestra Kuhane Rapa Nui, que se inaugura hoy, explica las teorías sobre los grandes enigmas: los moáis y su escritura aún no descifrada. <br />




Religiosidad, máscaras, armas, navegación y tatuajes son algunos de los temas de la colección formada por 300 piezas, muchas inéditas, que exhiben la cultura de la isla inserta en el contexto de Oceanía, incluyendo objetos de Tahiti, Nueva Guinea, Fiji, Australia, Islas Marquesas y Nueva Zelandia.

La secreta tablilla rongorongo
Sólo existen 25 en el mundo (algunas están en el Museo Vaticano, el Museo Smithsoniano, en Washington, y el Museo Británico, de Londres). Es una de las piezas más valiosas de la exposición y el gran misterio que guarda la isla, porque ya se conocen bastante bien los procesos de creación y transporte de los moáis (mediante rodillos), pero todavía no se logra descifrar estas tablillas parlantes rapanui, el único pueblo de Oceanía que desarrolló la escritura. Las piezas, de unos 30 centímetros y repletas de jeroglíficos, eran confeccionadas supuestamente de toromiro, árbol sagrado pascuense, hoy extinto. Antes se encontraba originalmente en los cráteres de volcanes y su dureza habría permitido hacer palancas, incluso, para levantar los moáis. Las tablas se tallaban con obsidiana y dientes de tiburón.

La escritura es muy singular. En una fila, los signos están cabeza arriba y en la siguiente se ven cabeza abajo. Sólo en India existe un sistema similar. Los antropólogos creen que los habitantes de la isla que dominaban esta escritura fueron capturados por esclavistas peruanos, desde 1859, para trabajar en guaneras y haciendas. Cuando llegaron otros exploradores, en 1870, ya no quedaba nadie en la isla que pudiera leer los textos. Se trata de 300 símbolos identificados con una infinita capacidad de combinación.

"No quedó ninguna piedra rosetta o alguna clave para traducirlas", apunta Claudio Gómez, curador de la muestra, arqueólogo y director del Museo Nacional de Historia Natural. "Esta escritura se empieza a usar en forma tardía y se cree que por influencia española. Cuando los españoles llegaron en 1700 a conquistar la isla, hicieron firmar a los pascuenses una cesión del territorio en papel. Los antropólogos creen que eso pudo ser el gatillante de una escritura que tuvo unos 100 años de desarrollo. Muchos de estos objetos también se quemaron cuando llegaron los españoles, al ser considerados paganos".

El origen y el traslado de los moáis
Pesa una tonelada, tiene un prominente estómago y mide un metro y medio. Este ícono sagrado ejemplifica la preocupación del pueblo rapanui por sus antepasados. Sólo existen seis en el mundo y el único con la leyenda del hombre-pájaro tallada en la espalda se exhibe hoy en el Museo Británico. ¿Cómo llegó esa pieza a Londres? En 1868, un barco inglés se la llevó de la ciudadela ceremonial de Orongo, como regalo a la Reina Victoria. El navío recolectó cientos de otros objetos, algunos de los cuales también llegaron a las vitrinas del Museo de Liverpool, en 1877, donde fueron destruidos cuando el lugar fue bombardeado en la Segunda Guerra Mundial (1942).

Estos moáis, fabricados de basalto entre el año 800 y 1600 d. C., no son dioses, sino que representan antepasados. Eran figuras de ancestros reales (cada una con su nombre) que tenían un profundo significado, al incrementar el patrimonio de "mana" o poder sobrenatural de cada clan de la isla. Se consideraba que fijaban en forma física y canalizaban ese poderío. Otras culturas de Oceanía también construyeron piezas similares, pero ninguna a esa escala monumental. Como era una sociedad patrilineal, sólo se recordaban  a los ancestros hombres y por eso tienen forma masculina, aunque existe un moái femenino.

En Isla de Pascua se tallaron en total 887 moáis: 120 fueron erigidos en las plataformas, 92 estaban en tránsito y el resto quedó en las canteras. El mayor tiene 22 metros y el más grande transportado pesa 80 toneladas y es de 10 metros. "Era como mover una locomotora", sentencia Claudio Gómez, curador de la muestra. "Este moái de basalto es gordito, tiene una sonrisa muy particular, nariz larga y orejas largas, símbolo de la clase social alta. Sus ojos miraban siempre al cielo. La tradición oral en la isla dice que los moáis flotaban desde las canteras a sus lugares definitivos, pero, según explicaciones actuales, se cree que se usaron sistemas de rodillos, cuerdas o poleas".

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