No sabían si alegar, aplaudir o retirarse. Una pequeña audiencia en Nueva York observaba al pianista David Tudor sentarse frente a un piano y mirar un reloj. Cada cierto tiempo, volvía la página de la partitura, pero sin tocar una nota. Pasados 4 minutos y 33 segundos, Tudor se volvió al público, hizo una reverencia y se fue. Todo un escándalo.

Pero el músico estadounidense John Cage (1912-1992) cumplía su objetivo. Como en una pieza tradicional, la intensidad fue en aumento. El murmullo y la tos incómoda de los presentes llenó el lugar. Cage probaba que el silencio no existía. 57 años después, el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) inaugura La anarquía del silencio, la exposición más grande dedicada al compositor.

Doscientas obras, entre ellas partituras originales, esculturas, piezas sonoras y películas recorren su trayectoria, con hitos como la teoría del silencio, el azar, la indeterminación y el famoso piano preparado.

"He querido destacar la relación directa de Cage con los artistas, sobre todo con los de su propio tiempo", cuenta Julia Robinson, curadora de la muestra. Para lograrlo, la exhibición incluye piezas de amigos y colaboradores como Marcel Duchamp, Robert Rauschenberg, Andy Warhol y Nam June Paik.

Este intento por medir el impacto de su obra se complementa con el libro John Cage, de David Nicholls. El texto retrata al compositor desde sus orígenes, revelando detalles como el genio creativo de su padre o su formación autodidacta. Además, sitúa su obra en el contexto político, estético e intelectual, permitiéndole a cada lector sacar sus propias conclusiones.

Considerado padre de la música electrónica, Cage desafió las convenciones e incorporó instrumentos poco tradicionales como barajas de naipes y silbatos. "No es un compositor, sino un inventor. Un genio", afirmó su maestro, el gran músico Arnold Schoenberg. Como todo artista de vanguardia, se adelantó a su tiempo, patentando en su libro Silencio su visión de la música. Pero fue el bailarín Merce Cunningham quien vivió más de cerca su rebeldía. Además de ser su pareja, revolucionó junto a él la danza moderna.

Según Robinson, la exposición del Macba representa el silencio con cuidado. No en vano, el mismo Cage lo situaría por sobre su trabajo. "La música que prefiero, incluso más que la mía, es cuando estamos en silencio", dijo alguna vez. Mientras, muchos murmuraban que ésta sólo era ruido.