Cuarenta años se cumplirán desde que irrumpió en la cartelera estadounidense Fiebre de sábado por la noche, la película que rápidamente se convirtió en éxito de taquilla, y que llevó a John Travolta a convertirse en una estrella a nivel mundial. Con su rol de Tony Manero, el actor se ganó una nominación al Oscar y pasó a ser todo un ícono setentero gracias a sus distintivos movimientos de caderas.
Esos pasos de baile son los que viene ensayando desde junio Eyal Meyer, el actor que el 26 de octubre debutará en el escenario del teatro Municipal de Las Condes como Tony Manero, en el musical Fiebre de sábado por la noche. Esto mientras aún sigue en pantalla con La colombiana, de TVN, y también comienza a grabar la nueva teleserie vespertina, del mismo canal, ¿Dime quién fue?
¿Se le hace muy difícil interpretar un personaje que es tan reconocido?
Es un gran desafío. De hecho, cuando me llegó la propuesta, lo primero que pensé fue en toda la expectativa que puede generar hacer este papel, porque hay mucha información sobre él. Todos saben quiénes son Tony Manero y Travolta. Pero yo confío. Hay un buen guión, y este es un musical, no es la película como tal. Esto es teatro, es otro formato, tiene otro lenguaje. Eso da el espacio para crear y adaptar esto en función de ese lenguaje. Mi idea es jugar para que en un momento entiendan que esto es una obra, y se olviden de la película. Además, físicamente soy diferente a Travolta.
¿Cuánto sabía de la película?
Conocía la película, lo que hizo Travolta, y todo lo que generó en el mundo esta película y este baile. Yo me crié un poco con esa música. Entonces, lo único que dije cuando me ofrecen la obra, fue sí, quiero hacerlo, pero tengo que conversarlo para ver la viabilidad, familiar y laboral, para estar ahí. Recuerdo que en la primera reunión, me mostraron videos, y yo escuchaba y escuchaba, y estaba alucinado.
¿Le ha resultado fácil o complicado bailar como Manero?
Hay que seguir trabajando, pero por suerte tengo experiencia en baile, por diferentes participaciones en obras. Me muevo, sigo el ritmo, la música, y no tengo problemas con los pasos. Ahora estamos en el camino de encontrar ese flow que tiene el baile setentero. Es mucha pelvis, y mucho movimiento bien característico. Me tengo harta fe (ríe). Me acuerdo que en la primera clase estaba colgadísimo, me la sudé toda, estaba empapado. Es mucho cardio, muy aeróbico. Movía los brazos para un lado y las piernas para el otro.
¿Qué es más complejo, el canto o el baile?
Pasa que acá ambas cosas son simultáneas, y mezclarlos es lo complicado. De repente te sale bien el paso, y lo practicas. Y con las notas es lo mismo, pero juntarlos es difícil. Hay que tener ojo con la respiración, porque te vas cansando. Eso de naturalizar los movimientos, y no pensar en lo que viene, es un proceso complicado, pero aún queda ensayo.
Por esa dificultad extra, ¿pensó en decir que no al proyecto?
Me encanta meterme en las patas de los caballos. Me gusta enfrentarme a resistencias que uno mismo tiene como actor y ponerme en lugares incómodos. Enfrentarme a problemas y dificultades. Yo no estudié danza, no soy un gran bailarín y el baile para mí es un desafío, aunque cada vez menos.
¿Cree que este año alcanzó popularidad gracias a su rol en La colombiana?
Lo de las percepciones de cada uno es muy loco. Yo partí en la televisión el 2009, y luego fueron creciendo las oportunidades. Estuve en Las 2 Carolinas (CHV), Soltera otra vez, Preciosas (Canal 13), y ahora en La colombiana. Fue una muy buena experiencia estar en La colombiana, porque era la primera vez que hacía una teleserie con más participación. Y sí, la gente me reconoce más ahora.
¿Por qué decidió seguir en TVN, y estar en la próxima nocturna?
Me interesa la continuidad dentro del canal, y la continuidad laboral. Es bueno mantenerse actuando porque los actores somos como un músculo, debemos estar en movimiento. Pero está también lo del proyecto en específico, el personaje y el elenco. Es una muy buena historia de thriller.
¿Siente que como actor además de hacer TV, debe hacer teatro?
Respeto mucho esa visión que tienen algunos colegas. Me formé con las eternas divisiones que hay entre el teatro y la televisión, y también con la publicidad y el cine. Sé que hay diversas divisiones al respecto, las cuales he visto, he vivido y respeto, pero yo no comparto en absoluto. Para mí la actuación es una sola, y lo importante es hacerla con la mejor calidad posible. Más que hacer divisiones, creo en la unión de todos esos elementos.