Con apenas 14 años, un niño flaco y pequeño de Puente Alto se vio obligado a entender que, para triunfar en la vida, tendría que superar muchos obstáculos, tanto personales como externos.

Corría el 2001 y un joven Fabián Orellana asumía una noticia que quizás, en el fondo de su ser, esperaba que llegara, tarde o temprano: Colo Colo no lo quería más en sus divisiones inferiores, por lo que debía buscar nuevos horizontes. Por lo menos le quedaba un consuelo, ya que las puertas del club Real Dínamo, del barrio El Pinar (San Joaquín), seguían abiertas para él.

Sin embargo, la vida quiso darle una revancha al delantero, porque regresará al Cacique 14 años después, la misma institución que le brindó sus primeras armas para ser futbolista profesional y que lo despidió por su menuda contextura física y por problemas de indisciplina. El jugador firmará un contrato de cuatro años, con un sueldo de US$ 30 mil mensuales ($17 millones, aproximadamente), a expresa petición del técnico Héctor Tapia.

Camino peligroso

Orellana tuvo que luchar contra su baja estatura (mide 1,71 metros) y contra su carácter explosivo, en el que también influyó el entorno en el cual se crió en Puente Alto.

En su casa  vivía sólo con su madre y sus hermanos, mientras que pasaba gran parte de su tiempo libre en compañía de sus amigos.

Tuvo problemas en Colo Colo, de índole físico y conductual, dentro y fuera de la cancha. Fue el actual director deportivo de Blanco y Negro, Juan Gutiérrez, quien determinó su salida. "No estaban contentos con el comportamiento que tenía Fabián, quien además era muy bajo y muy flaco, por lo que incluso jugaba como lateral izquierdo. No convencía", rememora un ex dirigente del cuadro blanco.

Por lo mismo, en Pedreros no pusieron trabas para que Orellana se fuera y recalara en Audax Italiano. La escuadra de La Florida sería la próxima estación en el camino del pequeño jugador. El responsable de ficharlo fue Mario Moreno.

Al principio, la historia se repitió, y los entrenadores del elenco verde sufrieron los mismos dolores de cabeza que sus pares albos, como recuerda Luis Ahumada, actual jefe técnico del área formativa audina y  principal mentor del seleccionado. "Lo recibí a los 14 años en el club. Para él fue un camino muy difícil llegar a convertirse en un futbolista profesional. Fabián tenía problemas disciplinarios. Sin embargo, logramos que entendiera que esta profesión era difícil y zafó de todo eso", reconoce el formador.

Para evitar que se metiera en malos pasos, Ahumada cuenta que tuvo que transformarse prácticamente en un padre para el jugador. "Para él todo fue muy complicado por el hecho de vivir en condiciones aproblemadas. Me tocaba mucho viajar con él. Terminaba la práctica y lo tomaba y me lo llevaba. Como yo vivía en Puente Alto, también me lo traía. Fueron horas de muchos consejos y mucha gente participo en su formación. En ese tiempo no había muchos recursos y uno las hacía de sicólogo, amigo, papá, de todo eso. Hasta le pasaba para la micro", confiesa.

Pese a los problemas, en la tienda itálica no se dieron por vencidos y Orellana entendió el mensaje. "Fabián logró dar el salto ante situaciones difíciles que le puso la vida. Tuvimos la paciencia que Colo Colo tal vez no tuvo con él. Fue difícil, porque cuando estaba en cadetes lo expulsaban a los dos minutos y hasta por ocho fechas. A sus condiciones naturales le dimos disciplina", resume Ahumada.