En el Teatro Caupolicán se respira ansiedad. Afuera, unos cuantos revendedores ofrecen entradas a 200 mil pesos. Adentro parece un estadio de fútbol. La sala está repleta por el esperado reencuentro de Faith No More con los escenarios locales.
Son las 21.30 y el quinteto de California aparece sobre una tarima cubierta del largo telón rojo que caracteriza su gira de regreso.
Faith No More está actuando por tercera vez en Chile y la gente no puede más. Muchos de ellos supieron del grupo por su extraña visita al Festival de Viña en 1991 y ahora son testigos directos del regreso de uno de los grupos fundamentales del rock de los 90.
"Santiago. ¿Están listos?", dice Mike Patton en el arranque de un show marcado por su carisma desbordante y una efervescente respuesta de 6.000 personas que saltan, sacuden cabezas, agitan poleras y corean a gritos gran parte del repertorio que recorrió los seis discos de la banda formada en 1982 y reunida este año tras 11 de receso.
Patton aúlla, escupe al cielo, camina en círculos, toma un megáfono y hacia el final tiene la mala idea de mencionar la lluvia de escupos que recibió en la segunda visita de la banda en 1995. La gente de la apretada primera fila revive la escena lanzándole escupos. Patton se los devuelve y sigue con el show que anoche bordeó la hora y 40 minutos y que terminaba con una fiesta en el mismo teatro.
Faith No More ofrece hoy su segundo y último show en el Estadio Bicentenario de La Florida, y Sepultura, que llegó en la tarde de ayer, será el grupo encargado de abrir la jornada. La producción espera recibir a cerca de 22 mil personas. Ayer, la banda tuvo un día tranquilo. Patton descansó en el hotel y se reunió con su amigo, el escritor Alberto Fuguet y luego se trasladó al Caupolicán a probar sonido.