Fue un homenaje al estilo Mike Patton, tan inesperado e incorrecto como genial. A la mitad del show de Faith No More en la segunda jornada de Coachella, festival que auspicia Heineken y que terminaba anoche en California, el líder de la reformada banda de San Francisco pone su clásica cara de loco rematado, levanta las cejas como un niño hiperactivo a punto de consumar su travesura del día y empieza a cantar "Ben, the two of us need look no more" y la multitud reunida en el escenario central no lo puede creer.
Son las ocho de la noche del sábado y Faith No More, grupo que comprometió un nuevo arribo a Chile para fin de año, empieza a protagonizar uno de los mejores conciertos de la undécima edición del evento que se realiza en Indio. Patton la canta entera, esa bella melodía que Michael Jackson grabó en 1972, y termina tirándose al público y arrastrándose de vuelta con el micrófono metido hasta la garganta y sacando sonidos imposibles con esa voz privilegiada, delirante y vital que tuvo otra notable muestra de sus infinitas capacidades en este escenario imperdible.
Fue un show memorable, de los buenos vistos por estos lados, y que tuvo clásicos como Epic y que terminó con el mismísimo Danny DeVito paseándose semidesnudo, exhibiendo una ponchera de aquellas, correteando por la tarima mientras Mike Patton cerraba una hora de show con Just a man.
En Coachella pasa esto a menudo: que cuando se piensa que no puede haber otro día mejor, pasa que sí, que es posible superar las propias expectativas. La música el sábado (día menos caluroso que el viernes) partió temprano y casi fue posible seguir por los cinco escenarios viendo muy buenos shows desde las tres de la tarde y hasta la una de la mañana.
Girls, Band of Skulls, Hot Chip, MGMT (uno de los grupos más convocantes de ese día), Muse y Devo (que terminó a la una y 30 de la mañana con un clásico llamado Gates of Steel) tuvieron recitales fervorosos y dignos de calificar como imperdibles aquí y en el fin del mundo. El asunto es que todo pasa en este lugar, en cuestión de horas, y eso obliga al tránsito vertiginoso por las cinco tarimas dispuestas para esta fiesta que anoche cerraba con Gorillaz y Thom Yorke como números principales.