Hay una masajista que aplica reiki y maneja las energías de los imanes. Una adolescente tímida capaz de resolver cualquier crimen. Un farmacéutico que ayudará a su nieta en cualquiera de sus investigaciones. Un detective impulsivo, pero inteligente. Un ex militar que persiguió a Osama bin Laden al que le falta una pierna. Un millonario que vive para gastar la fortuna de su familia. Un grupo de nerds esparcidos por el mundo que prefieren vivir en juego de rol por internet. Un transformista, un artista marihuanero, una modelo africana, un ex guerrillero uruguayo, un pandillero latino, etc. Todos los tonos de la sociedad de San Francisco, EE.UU., están ahí. También, en El juego de Ripper hay un asesino.
En librerías desde esta semana, la esperada nueva novela de Isabel Allende es un policial muy en su estilo: aunque el centro del relato es un complejo asesino en serie, sobre todo es la historia de un desafío a las capacidades y creencias fundamentales de la familia de Amanda Martín, una astuta chica adicta a las novelas negras que no entiende bien el estilo espiritual y hippie de su madre, pero tampoco el avasallador y frío de su padre policía. La autora de La casa de los espíritus, como siempre, levanta una galería de personajes para narrar los esplendores y miserias de una familia.
Más desenfadada que nunca, Allende habla de sexo, drogas y sangre como si en esa trilogía estuviera captando el ánimo los tiempos que corren. En el centro de la novela, la autora pone a Indiana Jackson, una terapeuta de corazón de ángel e inconsciente sensualidad que rompe corazones por minuto. La madre de Amanda está separada del detective Bob Martín, vive con su padre, un químico farmacéutico, trabaja en una clínica holística, tiene una relación abierta con un heredero de una familia viñatera y se confunde con Ryan Miller, un navy seal traumatizado en Afganistán.
EL LOBO
Amanda, la hija de Indiana, el motor de la novela, le da a El juego de Ripper el aliento juvenil y liviano que Allende cultivó en su última novela, El cuaderno de Maya (2011). Amanda es un chica de 17 años, a la que su adicción a los policiales nórdicos tipo Millenium la han hecho obsesionarse con "curiosidad por la maldad en general". Ella es la maestra de un juego de rol llamado Ripper, en que interactúa vía internet con cuatro adolescentes. Primero resolviendo crímenes de Jack el Destripador, luego los del asesino de San Francisco.
Ambientada entre enero y abril de 2012, sigue los cuatro crímenes del supuesto asesino que terminará adoptando el nombre de El Lobo. Mueren el nochero de una escuela pública, una pareja que cuida a niños huérfanos, una jueza y un personaje clave en la vida de Indiana. Son siempre actos complejos que involucran diversas armas y raras puesta en escena de los cadáveres que sirven de mensajes. Allende avanza lento, construyendo el entorno completo de la familia de Amanda Martín, contando historias laterales y sumando datos para reconocer el ambiente social de la ciudad.
Mientras El juego de Ripper avanza en la trama del asesino, Allende dedica páginas y páginas a contar los titubeos amorosos de Indiana y sus dos pretendientes. Cuando pisa el acelerador y arranca el verdadero suspenso, más allá de la mitad del libro, la cosa está así: Amanda -con ayuda sus amigos de Ripper-, su padre y su abuelo, e incluso el navy seal Ryan Miller, deberán mostrar sus mejores capacidades de investigadores para dar con el psicópata que, inesperadamente, secuestra a Indiana, a quien por una vez le ha jugado en contra su eterna bondad. Tienen pocas horas. También es el momento para que Allende demuestre por qué ha seducido a millones de lectores en el mundo.