Las cifras son claras: la fecundidad en Chile ha descendido bruscamente: si en 1960 las mujeres que habían completado su ciclo fértil habían tenido en promedio cinco hijos, para 2010 esa cifra cayó a dos o uno. ¿Qué ocurrió? Distintas interpretaciones han tratado de dilucidar el cambio.
Un estudio realizado por el demógrafo de la U. Diego Portales Rubén Castro, con datos de la última Casen (2011), muestra que el fenómeno no se debe -como ocurre en países como Italia o Suiza- a que las mujeres estén optando por no tener hijos, sino que a la caída del tercer hijo y al brusco descenso del cuarto y quinto hijo.
"Tener un primer y segundo hijo, como fenómeno demográfico, se consolidan como fenómeno en Chile. Cerca del 90% de las mujeres de más de 40 años entrevistadas en Casen 2011 y que ya terminaron su ciclo fértil tuvieron uno o dos hijos.
Pero al ver las cifras del cuarto y quinto hijo, el panorama cambia. "Mientras un 50% de las mujeres más viejas en Casen 2011 tuvo cuatro o más hijos, sólo un 18% de las generaciones más recientes lo hizo", sostiene Castro.
El fenómeno también se ve reflejado en las Estadísticas Vitales del INE. Aunque estas cifras también incluyen a mujeres que no han terminado su ciclo fértil, los datos muestran claramente la reducción de la familia. Si en 1952 las mujeres con un solo hijo eran 28%, para 2010 fueron el 44%. En ese mismo período, las que tenían cuatro hijos pasaron de 11% a 5,3% y las que tuvieron cinco, de 8% a 2%.
Familias más pequeñas
En la mayoría de los países desarrollados el porcentaje de mujeres sobre 40 años de edad sin hijos es cercano al 10%. Pero en países como Inglaterra, Alemania y Países Bajos esa cifra llega al 20%, y en Italia y Suiza, al 25%. Eso explica, en parte, por qué sus tasas de fecundidad son tan bajas.
En Chile, en cambio, la mayoría de las mujeres sigue optando por la maternidad, pero en menor escala que sus madres y abuelas.
Jorge Rodríguez, sociólogo y demógrafo del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), dice que como en nuestro país no hay estudios que aborden las razones de la baja fecundidad del país, no se sabe si las mujeres sienten que socialmente no están dadas las condiciones para tener más hijos o si es una suerte de adaptación entre la maternidad o hacer una inversión, como por ejemplo comprarse una casa", dice.
Alejandra Ramm, socióloga de la UDP afirma que el paso de cinco a dos hijos promedio en Chile se dio rápido y se debió a una política pública de planificación familiar instalada en 1965, que permitió que la fecundidad de las mujeres casadas (que era alta) se equiparara a las no casadas, que era más baja. "Además, en los 90 ellas comenzaron a tener más educación y acceso a mejores trabajos, pero sin una estructura de apoyo a la crianza", reconoce Ramm.
De hecho, Castro dice que la opción por achicar la familia no se debe a que las mujeres sean hoy madres por primera vez más tardíamente, ya que el grueso sigue estando en los 23 años como hace 50 años. "La estabilidad del primer y segundo hijo y la edad en que las mujeres tienen su primer hijo se observan en todos los niveles educacionales de las mujeres de 40 años o más años incluidas en Casen 2011", dice. "Pero el adiós al cuarto hijo y la caída sostenida en el tercero son un fenómeno claro que se da, sobre todo, en las mujeres con menor educación, ya que las educadas nunca han tenido, en promedio, muchos hijos", dice.
Hijo con más carga
El experto de Celade agrega que estos datos son importantes, ya que muestran que el descenso de la fecundidad se debió a una postergación generalizada de hijos de órdenes mayores. "La gran mayoría que tenía cinco o seis, ahora tiene entre tres y dos, y muchas, un hijo", dice.
Un cambio que modifica el escenario de crianza. "Los hijos únicos antes eran mirados como bicho raro y existían muchos prejuicios", dice Ramm. Hoy eso ya no ocurre, porque se han vuelto más comunes. Así como las familias con dos hijos.
También coloca el foco en otros desafíos. Si los países con baja fecundidad por mujeres sin hijos están preocupados de la falta de mano de obra productiva a futuro, en Chile habrá que ver cómo estas familias pequeñas afrontan los desafíos de siempre, pero con menos integrantes. "Familias más estrechas, con uno o dos hijos, no van a tener la posibilidad de redistribuir entre los hermanos, por ejemplo, el cuidado de sus padres, como lo hacen actualmente muchas familias de nuestros padres. Serán los niños de hoy los que tendrán que vivir esa realidad a partir de 2050", asegura el experto del Celade.