Dos casas. Dos tragedias. El hogar de Natalia Mella, ubicado en la costanera de Quellón y que se desplomó con los 7.6 grados del domingo, se ha transformado en uno de los lugares "símbolos" del terremoto. Visitado por curiosos y por autoridades. Pero a pocos metros de allí, otra familia vive un drama igual de grande. Se trata de María Bernarda Alvarez, quien junto a sus hijos ha visto cómo un trozo de madera se ha transformado en su única e inesperada salvación.

Una pequeña viga sostiene las rocas que cayeron del mismo cerro que terminó arrasando con los enseres de Natalia.

Por eso fue que ayer, y mientras la Presidenta Michelle Bachelet visitaba la zona, María Bernarda se acercó a hablarle y la invitó a ver su casa, en estos momentos llena de lodo y piedras que amenazaban con entrar por la parte posterior.

Allí vive desde hace dos años junto a sus hijos: "Sentimos un ruido muy fuerte, luego vino el movimiento y todo se cayó".

Sin embargo, está optimista. "Qué saco con llorar, uno tiene que ser fuerte y salir adelante. Por los hijos, soy capaz de hacer cualquier cosa", aseguró.

Esteban Vargas, la pareja de Natalia Mella, pese al drama ayer celebraba que su familia estuviera con vida. "El domingo estábamos comiendo torta cuando empezó el terremoto", comentó, mirando los trozos de pastel y los vasos con jugo que todavía están servidos en la única parte de la casa que quedó en pie. Afuera, una pala mecánica sacaba los últimos escombros de lo que era su living. "Nosotros tenemos títulos de dominio, así que vamos a postular a un subsidio", dijo con confianza.

La misma que tiene su mujer, quien pese a tener los ojos hinchados de tanto llorar, afirmó "saldremos adelante junto a hijos y nietos. Es difícil, me demoré 18 años en parar esta casita, pero tener a mi familia me tranquiliza y todos los días doy gracias por eso", aseguró Natalia, quien aún no sabe dónde pasará las próximas noches.

Una vecina suya la acompañó: "Vamos a salir adelante, los chilotes somos muy fuertes y no es tan fácil botarnos".

"Esto fue un temblor, no como en el 60"

Lo ocurrido en Chiloé, en plena Navidad, trajo inmediatamente el recuerdo del terremoto y tsunami de 1960, que golpeó profundamente a Ancud, la única comuna de la isla que mira de cara al Pacífico. María Altamirano, una comerciante que vende sus productos en el Mercado Municipal, señaló que lo sucedido este domingo no es comparable a aquel hito. "En esos años, yo estaba acompañando a una niña en su casa de Tehuaco, y fue impresionante. El mar estaba lleno de matorrales, se veía más alto que la tierra; además, se cayó un puente y quedamos aisladas. Lo del terremoto de ayer hay que tomarlo con calma, son cosas que pasan, uno se asustó, pero fue un temblor nomás. Lo del 60 fue otra cosa", relató.