Dolido, molesto. Así se mostró Marco Antonio Figueroa con la polémica que lo envolvió tras el partido de Everton y Universidad Católica el sábado en Sausalito.
El entrenador de Universidad Católica dijo estar molesto con el tratamiento al tema, en donde se dio por hecho que había realizado gestos que encendieron a la barra evertoniana, la que luego provocó desórdenes y arrojó piedras al campo de juego.
"Si están esos gestos, si alguien los demuestra, mañana mismo renuncio a la UC y me voy de Chile. No entiendo por qué me culpan a mí, ¿acaso yo les di piedras a la barra de Everton?", se preguntó el "Fantasma".
El estratega relató detalladamente los hechos ocurridos tras el final del partido. Reconoce que se enfrascó en una discusión verbal con un dirigente "ruletero", pero aclara que él no la comenzó.
"Termina el partido y me dirijo a despedirme del árbitro y de los jugadores de Everton. Ahí veo que mis jugadores están parados en la cancha porque están cayendo proyectiles. Entonces les digo que nos quedemos esperando para que termine la gente de Everton", comenzó diciendo Figueroa.
"Pero viene un señor de apellido Silva (Waldo, gerente de fútbol) y me encara. Yo le respondo. Fue una agresión verbal (...) Yo le pregunto '¿Quién eres tú?' y comienza un altercado verbal. Luego aparecieron unos guardias y golpearon a mi Preparador Físico (Luis Godoy). Todo esto genera violencia, pero no la generamos nosotros", prosiguió el entrenador.
Ante la acusación del presidente de Everton, Antonio Bloise, de que Figueroa tenía los ojos desorbitados, el DT dijo que "está insinuando que estoy drogrado. Eso es muy grave. Yo invito a cualquier persona a hacerse un examen porque el que nada hace, nada teme".
Con amargura, el entrenador "cruzado" terminó diciendo que no se siente "valorado" en el país. "Estoy triste, amargado, con ganas de irme a casa. No me siento valorado en mi país ni protegido por el medio. Para lo único que vine acá fue para aportar mi experiencia de más de 20 años en el fútbol mexicano", cerró el entrenador.
