Las agencias estadounidenses de inteligencia concluyeron en enero que el Presidente ruso Vladimir Putin estuvo detrás de los intentos de interferencia en la campaña presidencial de ese país. Pero no habían comentado públicamente si estaban examinando los lazos entre los integrantes del equipo de Donald Trump y funcionarios rusos. Eso hasta hoy, cuando el FBI confirmó por primera vez la existencia de una investigación iniciada el año pasado sobre una posible "coordinación" entre integrantes de la campaña del republicano y Moscú antes de los comicios de noviembre pasado.

Durante una audiencia en la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el director del FBI, James Comey, declaró que su agencia "está investigando los esfuerzos del gobierno ruso para interferir en la elección presidencial de 2016". Comey señaló que "eso incluye investigar la naturaleza de los lazos entre individuos asociados con la campaña de Trump y el gobierno ruso y si hubo alguna coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia".

Según Comey, la investigación se remonta a julio de 2016, en plena campaña electoral, cuando el gobierno de Barack Obama tuvo conocimiento que hackers vulneraron los terminales y las comunicaciones del Partido Demócrata. El director del FBI agregó que la investigación también examinará si se cometió algún tipo de crimen, en relación a las filtraciones de los correos del Comité Nacional Demócrata y el jefe de campaña de Hillary Clinton, John Podesta.

Si bien Comey rechazó citar nombres o adelantar sobre la naturaleza de los lazos entre algunos personajes del entorno de Trump y el gobierno ruso, tanto el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, el republicano Devin Nunes, como el demócrata de más alto rango del Comité, Adam Schiff, reiteraron que de facto el Kremlin maniobró para influir en las elecciones, aunque de momento no existen pruebas claras de que lo hicieran de manera coordinada con el equipo de Trump.

"Todavía no sabemos si los rusos tuvieron ayuda de ciudadanos estadounidenses, incluyendo personas asociadas con la campaña Trump", explicó Schiff. "Si la campaña de Trump o cualquier persona asociada con ella ayudara o estimulara a los rusos, no sólo sería un delito grave, sino que representaría una de las traiciones más impactantes en la historia de nuestra democracia", agregó.

Durante la audiencia ante el Congreso, Comey rechazó además la acusación realizada por Trump el pasado 4 de marzo, a través de Twitter y sin presentar pruebas hasta ahora, de que Obama intervino sus teléfonos durante la campaña electoral. "El departamento no tiene información que soporte esos tuits", dijo el jefe del FBI. "Ningún Presidente podría" ordenar este tipo de escuchas, explicó.

En relación con esa cuestión, el director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), Michael Rogers, también negó cualquier participación de la inteligencia británica en dichas escuchas,

como sugirió la semana pasada el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer.

Spicer citó durante una de sus conferencias de prensa una afirmación que había hecho un comentarista de la cadena Fox sobre las acusaciones de Trump de que Obama pinchó su teléfono en su torre de Nueva York en 2016. "No he visto nada del lado de la NSA de que haya hecho tal cosa o de que alguien nos lo pidiera", dijo Rogers.

Tras la esperada audiencia, Spicer insistió en la falta de pruebas que confirmen un complot entre los rusos y el equipo de Trump, y aseguró que después de escuchar a Comey y Rogers "nada ha cambiado". Lo mismo hizo el propio Trump, quien horas antes de la audiencia enfatizó por Twitter que James Clapper, director nacional de inteligencia en el gobierno de Obama, y "otros" han dicho que no hay pruebas de que él "haya conspirado con Rusia". En otro tuit, el mandatario aseguró que la "historia rusa" fue "inventada e impulsada" por los demócratas para gestionar "una campaña terrible".

Pese a que en la audiencia se reiteró en varias ocasiones la ausencia de pruebas que demuestren las acusaciones de Trump sobre el supuesto espionaje ordenado por Obama, Spicer insistió en que el Presidente no se retractará de sus afirmaciones y tampoco pedirá disculpas.