Unos días en Chile pasó Felipe Aguilar antes de viajar a Río. En esa etapa descansó, aunque como él mismo dice, es un descanso activo. Porque el golfista no para, ni cuando está jugando campeonatos en Europa, ni cuando vuelve a casa a estar con la familia. Su preparación semanal, esta vez con los Juegos Olímpicos de Río en medio del calendario, así lo exige.

“Mi manera de salirme del golf es el deporte. Pedaleo, corro, nado, jugué mucho tenis, para romper el swing del golf, limpiar mi cabeza, cosa de volver con ganas y energía. Trato de desligarme del golf, cosa de echarlo de menos, cosa que cuando lo vuelva a entrenar lo haga con ganas”, dice.

Lo del pedaleo es en serio, los paisajes de Europa lo han visto pasar; tras entrenar, cerca de las dos de la tarde, sale a recorrer las ciudades en bicicleta. “Es una fiel compañera para pasar el día. Y los automovilistas son cuidadosos del ciclista”.

Un mal inicio de temporada sacó a Aguilar de la lista de clasificados a Río, pero el segundo puesto que consiguió en China, a fines de abril, le devolvió la confianza. Desde ese día se prepara con miras a sus primeros Juegos Olímpicos.

“Me puse como objetivo volver a entrar. En ese período cambié el putter, hice algunos ajustes a mi equipo,  hice unos ajustes a mi swing con Hugo y afortunadamente los resultados se dieron. Lo de China fue el punto de inflexión, ahí se produjo el cambio mental”, comenta.

Los entrenamientos con miras a Río no difieren de los que hace todo el año, con una salvedad: los descansos. “Para hacer un entrenamiento específico y agresivo antes de irme a Brasil estuve descansando 10 días”, sostiene.

Más allá del tenis, la natación y el ciclismo, Aguilar pasa las tardes en Hacienda Chicureo, donde hace la preparación golfística junto a su entrenador de años, Hugo Contreras, aunque como dice el propio coach, “por el calendario que trae, él está en plena temporada, por lo tanto más que nada es un tema mental, de conversación, de enfocarse, de cambiar el switch a jugar sólo por tres premios y que no son en dinero. En la medida que esté conectado con su swing, con su golf, que se adapte bien a la cancha, puede ser una opción importante de poder pelear una medalla”.

Aguilar trabaja la parte inferior en bicicleta, la superior, en natación o en la Clínica Las Condes con el PF Claudio Basualto. Ahí también tiene kinesiología y su masajista. “Es trabajo con pesas, muscular completa para que sea un poco más simétrica. Trabajo mucho abdominal, mucha espalda, piernas, mucha elongación con el psoas, tren superior, inferior”, enumera el golfista, quien lleva como caddie a su esposa, Loreto Santa Cruz.

Sobre sus pretensiones en Brasil, Aguilar no esconde su esperanza de ganar el oro. “La pregunta común es si voy a sacar medalla o no y yo respondo que, si juego bien, como vengo jugando, sí tengo opciones de medalla y todo pasa por ahí. Conozco a todos los jugadores que van y a todos en algún minuto les he ganado”, asegura.

Lo que no se puede prever es la cancha, “nueva para los 60 golfistas”, como dice el sureño. Para Contreras, “Felipe no es de los jugadores que requiere un estudio acabado de las canchas, vamos a tener dos días de práctica, suficientes para poder conocer el recorrido”.

Sobre las bajas de los golfistas, Aguilar opina: “Independientemente de que no estén los cuatro mejores del mundo, está Henrik Stenson, que ganó el British Open, va a estar Ricky Fowler, va a estar el dos veces ganador del Masters Bubba Watson, entonces hay nivel de primera línea”.

Pero, ¿por qué la falta de interés? El chileno cree que “el golf es un deporte muy individual, donde el espíritu olímpico no existe, porque no se conoce. A los jugadores les pagan mucho por jugar los torneos, viajan en aviones privados, tienen chofer 24 horas, los mejores hoteles y restoranes, y libertad versus quedarse en una villa, compartir la habitación, comer con un platito y tener restricciones de salida. Además, los Juegos son el evento del año para muchos, pero no para los golfistas que juegan cada semana”.