"Cero nervioso", dice Felipe Avello, sobre su ánimo respecto a Olmué. Lo dice bajándose del escenario tras una rutina aplaudida y desconcertante en el Teatro Mori del Plaza Vespucio, lugar donde hace poco sumó un nuevo día fijo a los tres que ya tenía. Se está presentando allí de jueves a domingo, a tablero vuelto, disfrutando de un nuevo impulso.
No pareciera haber una razón específica que explique el buen momento. Coincidieron varios factores: cumplió dos años de shows exitosos, ganó el premio nacional de humor que entrega la UDP, le ofrecieron contratos para los festivales de Viña y Olmué, y de pronto, el nombre de este periodista, conocido por años de humor excéntrico en TV, con memorables salidas de libretos, volvió a la primera línea, reinventado como comediante de stand up.
Dice que no analiza tanto este momento. Que cree que se debió al boca boca. A que la gente empezó a verlo de otra manera, menos desconfiada. "Como actúo tan bien las cosas", dice medio bromeando, "la gente pensaba que era en serio", agrega, sin bromas. "Decían el no es cómico, es loco. El no es un gran histrión, es mentiroso. El no es alguien que haga personajes, es una persona para desconfiar. Pero empezaron a conocerme porque empecé a actuar en vivo una y otra vez y empezó a correrse la voz".
De las ofertas festivaleras cuenta que se quedó con Olmué porque Viña representaba "mucho estrés". Pero cuenta también que, de triunfar en El Patagual, en la noche debut de este jueves 25, en su presentación más estelar en TV, podría ser un buen antecedente para subirse a la Quinta Vergara en el futuro.
¿Cuáles son sus expectativas con Olmué?
Hay que adaptar lo que hago acá al formato de la televisión. Adaptarlo porque este es otro lenguaje. este es el lenguaje teatral, el otro es televisivo, de festival, con más gente. Y ninguna expectativa. Con más gente es más entretenido.
¿No le pone ansioso subirse a un espacio tan distinto a la intimidad del de los bares o teatros?
Es distinto, pero no me pone ansioso. Al revés. Me pone contento poder hacer algo nuevo, porque estar haciendo esto mismo me pone de mal genio. Me gusta que me pregunten por este show.
"Qué te vaya bien en Olmué", me dicen. Nadie me dice: "Qué te vaya bien en el bar de mañana". No sé cómo resultará. Pero es enriquecedor no saber cómo va a funcionar.
¿Le pidieron revisar su rutina los productores?
Sí, la vinieron a ver y me dicen que la adapte. Ellos querían un humor blanco y vinieron a ver el show y se dieron cuenta de que era así. Los productores de Olmué y Viña buscaban eso.
Conociendo su historial de desmadres en TV, ¿no le advirtieron que cuidara los límites?
No, porque se dieron cuenta que son propuestas absolutamente conscientes que yo hago. Son propuestas. Yo no me salgo de madre porque no me controlo. Al revés. Está todo controlado. Y vinieron varias veces a ver mi show. Sí, pero se cambian. Hay más público, gente más sensible y se cambian. Les dije altiro: ya, las cambiamos. Y les mandé el guión, para que vieran que no era como "oh, las cosas geniales que hago", sino un guión escrito.
La otra vez dijo que nunca había escrito un guión.
(Risas) Ahora lo escribí po'.
¿Le preocupa generar enojo en caso de entrar a territorios hoy más sensibles? Que se tome mal algo relativo a los gays o las mujeres, por ejemplo.
Pero no tengo nada de eso, soy muy respetuoso. Participo de todos los nuevos conceptos.
Pero hoy cualquier desliz es susceptible de ser criticado en redes sociales, por ejemplo.
Pero no los tengo, no los he tenido nunca. Me llevo bien con los grupos feministas, con los grupos homosexuales. No tengo ningún temor de eso. Me presento a diario con público y hay feministas, lesbianas, homosexuales. Estoy todos los días en la radio, con humor de otras personas que es como más extremo, como Edo Caroe, y me manejo súper bien. No tengo problemas para adaptar mi humor. Y me gusta un poco eso, que hoy haya más restricciones y mientras más blanco el humor, mejor.
El timing también en un festival televisado es distinto. No hay espacio para ser tan reflexivo.
Acá será más humorístico. Más rápido. Chistes. Humor. Alvarito Salas.
Quizás a su público más groupie no le va a gustar tanto.
Qué bueno. Me carga. Voy a hacer como Zip Zup, que me encanta. Chistes, los cuento, la gente se ríe y chao. A los que menos le va a gustar va a ser a la gente que espera como una performance o algo así. La performance va a ser ser un humorista, ser Zip Zup.
La comedia en Chile también ha dado un salto. Hay espacios de TV como el de Fabrizio Copano.
Imagínate que ahí estuve con Coco Legrand en un mismo episodio. Eso habla de que ahora me ven como un humorista. Para mí es un salto que me vean como comediante, no como un gallo loco.
Ha dicho que no le acomoda el concepto stand up.
Me carga. No me gustan los comediantes gringos. Veo un poco y me quedo dormido.
Pero los comediantes chilenos vienen de esa escuela, Natalia Valdebenito, Copano…
Sí, pero ellos ellos son buenos y los conozco y todo. Pero el concepto de stand up no me gusta tanto. Yo no vengo de esa tradición. Me gustó, eso sí, uno que se llama Dave Chapelle, un negro que estuvo diez años perdido y volvió. Encontré que hablaba cosas de verdad.