El restaurante Da Carla, en Vitacura, fue el escenario de un encuentro de camaradería organizado la noche del lunes pasado por el futuro canciller Heraldo Muñoz, al que invitó a un selecto grupo de figuras concertacionistas, vinculadas al mundo diplomático, entre ellas, a los ex ministros Juan Gabriel Valdés, Sergio Bitar y Genaro Arriagada y que sirvió de bienvenida también, a la editora senior del prestigioso Washington Post, Lally Weymouth, quien arribó al país, para entrevistar a la Presidenta electa Michelle Bachelet. Entre los convocados, había un invitado especial: el embajador de Chile en Estados Unidos, Felipe Bulnes. La cita fue amena y distendida y, según los presentes, sirvió para profundizar vínculos personales, considerando el anuncio que se materializó casi doce horas después: el embajador Bulnes -que deja sus funciones diplomáticas el martes- sería confirmado como agente chileno ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por la demanda boliviana en la que busca una solución a su aspiración marítima.
¿No cree que se extendió demasiado su ratificación, considerando la necesidad de urgencia ante el endurecimiento de la ofensiva boliviana y la presentación de la memoria el próximo 17 de abril?
Honestamente, me parece que los tiempos fueron completamente normales. Primero, porque a muy poco tiempo de ser designado Heraldo Muñoz como futuro canciller, establecimos un régimen de contactos periódicos, que permitió que tomará debido conocimiento del trabajo realizado hasta ahora. Por otra parte, el tiempo transcurrido le permitió al gobierno entrante algo que para mí era muy importante, adoptar con conocimiento de causa la decisión de confirmarme como agente.
¿Qué le parece la incorporación de Claudio Grossman como coagente, quien participó en la defensa chilena ante la demanda peruana?
Es un gran aporte, goza de gran prestigio internacional y nos conocemos hace varios años, además de que mi estadía en Washington nos permitió estrechar nuestra relación. La afinidad es una cuestión que siempre ayuda en las dinámicas de trabajo en equipo. Hemos estado conversando intensamente durante estos días para ponerlo al día y hemos iniciado los análisis respecto del equipo y de las adiciones que naturalmente van a tener que efectuarse. Pero de alguna manera ya tenemos una estructura básica más definitiva, de agente y coagente, que ya nos permite ir adoptado decisiones de más largo aliento.
Entre aquellas definiciones, está la consideración de recurrir o no a la incompetencia del tribunal... ¿Es partidario de invocar un recurso de excepción?
Como en todo caso presentado frente a un tribunal siempre la defensa tiene que evaluar si es que el tribunal, en este caso la Corte Internacional, tiene competencia para conocer del caso, y eso es un análisis que por supuesto se está haciendo, que se va a realizar todavía con mayor profundidad cuando conozcamos la memoria boliviana, que va a ser ya la presentación completa del caso y que nos va a dar los elementos para hacer un juicio más afinado.
Se han levantado múltiples críticas respecto de los criterios utilizados por la corte para fallar en diferendos internacionales -a propósito del caso de Perú-, muchos de ellos, basados en la solidaridad internacional, equidad, etc... ¿Puede verse beneficiada la estrategia boliviana a partir de lo resuelto en el caso de Perú?
Se trata de dos casos completamente distintos tanto en los hechos como en el derecho, por lo que las comparaciones no aplican. Lo que sí, el caso con Perú es una experiencia muy valiosa en lo que se refiere a la forma de trabajar este tipo de juicios, y queremos igualar las cosas que se hicieron bien y ver qué cosas se podrían mejorar. En todo caso, la vara está muy alta porque la defensa de Chile ante Perú fue de gran calidad.
¿Tiene Chile la obligación de negociar una salida al mar con Bolivia, como plantea su demanda?
Primero, corresponde aclarar que lo que plantea Bolivia es mucho más que eso. Bolivia postula que Chile debe ser obligado a negociar con un resultado predefinido, consistente en que debemos terminar concediéndoles una salida al océano Pacífico. Muchas veces se ha reducido la petición boliviana como una obligación de negociar y como dije, es todavía más que eso, pues lo que pide es que a Chile se le imponga la obligación de negociar y acordar finalmente con dicho país una salida al mar por tierras y aguas chilenas. Nos asiste la plena convicción de que tal obligación carece de todo fundamento. Bolivia ha presentado sus aspiraciones como si se trataran de derechos.
La Paz apela a los compromisos establecidos por Chile a lo largo del tiempo, de buscar una solución a su mediterraneidad...
Una cosa es la voluntad de diálogo y colaboración permanente que Chile ha tenido con Bolivia pensando en el interés recíproco de ambos países, pero otra cosa es que Bolivia transforme esta voluntad de colaboración en derechos a su favor como lo está planteando.