Tras una semana de reinado, Felipe VI de España tendió la mano a Cataluña en su primera visita a esta región enfrentada con Madrid por sus aspiraciones independentistas, durante la que mostró su "respeto" y defendió "una colaboración sincera y generosa".

Acompañado por la reina Letizia, el rey presidió en Girona una ceremonia de entrega de premios de la Fundación Príncipe de Girona, uno de los títulos  nobiliarios que detentaba como heredero y que ahora recae en su hija mayor, Leonor, de ocho años.

"La colaboración sincera y generosa es el mejor camino para alcanzar las legítimas aspiraciones de cada persona y, también, para conseguir grandes metas colectivas en beneficio del bien común y del interés general", afirmó el rey en un fluido catalán en el discurso de entrega de galardones a jóvenes emprendedores.

El viaje a esta ciudad de 100.000 habitantes, polo independentista de la zona, atesora un alto valor simbólico a solo cinco meses del referéndum de autodeterminación que el gobierno nacionalista de esta región del noreste de España quiere celebrar el 9 de noviembre, pese a la feroz oposición del  gobierno español que la considera ilegal.

El rey se reencontró con una tierra que conoce bien por las frecuentes  visitas de los últimos años pero que ahora se perfila como la prueba de fuego  de su reinado debido a este desafío independentista.

"Con estas visitas -muchas más últimamente- he querido, como corresponde,  hacer más presente si cabe la Corona en esta tierra, para transmitir mensajes  de respeto, entendimiento y convivencia", afirmó Felipe.

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Con el problema enquistado desde hace meses y el diálogo roto entre  Barcelona y Madrid, Felipe podría influir para buscar una salida a esta crisis:  la Constitución española no le otorga poder de decisión real pero sí de  mediación y arbitraje. 

"El rey no gobierna pero reina. El rey puede contribuir a cambiar el estado de ánimo", analiza Joan Botella, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona.

En un discurso conciliador, el monarca alabó el amor de los catalanes por  su tierra, su lengua y su cultura, su sentido emprendedor y su espíritu  reflexivo y crítico. 

Los catalanes "han sido respetados, admirados y queridos" y "han  contribuido al mismo tiempo al progreso general de España en su conjunto",  afirmó.

El principal ausente de la ceremonia fue el presidente regional catalán  Artur Mas, que pactó con otras formaciones nacionalistas la celebración de un  referéndum de autodeterminación el 9 de noviembre.

Una vez terminado el acto, Mas acudió a una cena privada posterior antes de  la cuál coincidió durante unos minutos con los nuevos reyes con los que  conversó cordialmente.

"WAIT AND SEE"

El líder catalán acogió con escepticismo la proclamación del nuevo rey, a  la que estuvo a punto de no asistir por problemas de agenda. Mas ha resumido en  varias ocasiones su posición sobre el nuevo monarca con la expresión inglesa "wait and see" ("esperar y ver").

El independentista Oriol Junqueras, líder del partido Esquerra Republicana  de Catalunya (ERC), segunda fuerza de la región, descartaba este jueves un acercamiento del nuevo monarca.

"La experiencia nos enseña que cualquier esperanza en este sentido es vana.  Si el rey quiere hacer un gesto ya lo hará y supongo que lo percibiremos  todos", declaró a la AFP Junqueras, cuyo partido participó este jueves en una  manifestación de unas 200 personas organizada en Girona en contra de la  monarquía y llena de banderas independentistas.

Presionado por el auge nacionalista de la región, especialmente en los años  de crisis, y el crecimiento inexorable de ERC, con quien pactó en 2012 la  celebración del referéndum, Mas mantiene firme su agenda política para llamar a  los catalanes a las urnas.

La misma firmeza demostró en los últimos meses el ejecutivo español en rechazar la consulta, apoyándose en la Constitución de 1978 que consagra la  indivisibilidad de la nación española.

"Si el señor Mas no quiere hacer ese referéndum, que sabe, porque todo el  mundo se lo ha dicho, que es ilegal, yo estoy dispuesto a escucharle", afirmó  el lunes durante un viaje a Polonia el jefe de gobierno conservador Mariano  Rajoy. 

"Pero si lo que quiere es obligarnos a los demás a que hagamos lo que él  dice, pues eso va a ser muy complicado, sobre todo cuando es manifiestamente  ilegal", añadió.