Los megáfonos de la protesta tenían, en un elegantísimo blanco y negro, el logo de Chanel. Quienes los sostenían eran las cejas más chic del año, o la modelo del momento Cara Delevigne, y ese portento que es Giselle Bundchen. El resto de las maniquíes, enfundadas en la colección diseñada por Karl Lagerfeld para 2015, las seguían con pancartas que abogaban por los derechos de la mujer; unas neosufragistas imposiblemente más glamorosas.

La escena ocurrió esta semana, en el cierre del desfile Chanel en la Semana de la Moda de París. Una postal que pareciera ser la respuesta al chiste, repetitivo: "¿Hay feministas bonitas?". Bueno, hoy, las feministas se han puesto demasiado bonitas. Quizás estaba destinado a que la casa de costura de una de las mujeres más revolucionarias del siglo XX, Coco Chanel, fuera la que se subiera más rápidamente al carro de este nuevo feminismo chic. Aunque las críticas sobre la frivolización del tema no se hicieron esperar, algo quedó claro: el feminismo está, literalmente, de moda.

Uno de los carteles que llevaban las chicas decía "He for She", el nombre de la campaña que lanzó a fines de septiembre ONU Mujer. La presentó la nueva embajadora de la organización: Emma Watson, la actriz conocida en toda la vía láctea por Harry Potter, quien se paró en Naciones Unidas, y llamó a hacer de las reivindicaciones de las mujeres un tema de derechos humanos universal. A incluir en la conversación a la otra mitad de la población, esa que no usa sostenes. "Me he dado cuenta de que pelear por los derechos de la mujer muchas veces se ha convertido en un sinónimo de odiar a los hombres. Hay una cosa que tengo clara: que eso tiene que parar", dijo Watson y contó que a los ocho años se confundía cuando le decían "mandona" porque quería dirigir la obra escolar, algo que a sus compañeros hombres no les sucedía. Que a los 14 comenzó a ser sexualizada en la prensa. Que a los 18 vio cuánto les costaba expresar sus sentimientos a sus amigos. "Aparentemente estoy entre el grupo de mujeres cuyas opiniones son percibidas como muy fuertes, muy agresivas, antihombres y poco atractivas", agregó, y luego explicó la real importancia de la lucha por la igualdad, y de la realidad de países donde las mujeres son atacadas por su condición.  Y concluyó que la discriminación no debería afectarlas ni a ellas ni a ellos. "Quiero que los hombres tomen esta iniciativa. Para que sus hijas, hermanas y madres puedan estar libres del prejuicio pero también para que sus hijos tengan permiso para ser vulnerables".

Antes que Watson, la cantante  y primera dama de la música, Beyoncé, se presentó en agosto en los premios MTV con un cartel de luces "FEMINISTA" a sus espaldas.

Ellas encarnan un nuevo feminismo que apunta a que todos, hombres y mujeres, seamos como queremos ser. Un movimiento que les dice a las nuevas generaciones que no es odiar a los hombres ni estar enojada ni depilarse poco (si así lo desean), sino que no pagarnos menos y no gritarnos cochinadas en la calle, gracias.

RECLAMAR LA PALABRA

"A) ¿Tiene usted una vagina?

B) ¿Quiere estar a cargo de esta?

Si la respuesta es Sí a ambas, felicitaciones, es usted una feminista".

Así dice Caitlin Moran, una furiosa y divertidísima feminista británica, columnista de The Times y un éxito editorial gracias a su libro Cómo ser mujer.  Según ella, las mujeres necesitan recuperar la peligrosa palabra con F: "La necesitamos de vuelta con urgencia. Cuando las estadísticas llegan y dicen que sólo el 29% de las mujeres en Estados Unidos se describen a sí mismas como feministas -y sólo el 42% de las británicas- suelo pensar, ¿qué creen que es el feminismo?".

Por estos días, Moran promueve su novela How to build a girl con una gira en la que hace que todas las mujeres presentes se paren en sus sillas y griten: ¡Soy feminista! Las entradas para ir a verla y dar el grito ya se agotaron en Gran Bretaña.

Eso es algo nuevo. Porque entre que se quemaban sostenes y que los muslos de Beyoncé se tomaron MTV con consignas feministas, algo sucedió: la palabra se tornó negativa.

El estereotipo fue, probablemente, una herencia de la segunda ola de feminismo. La primera, de principios de siglo XX, se preocupó de que a las mujeres se les viera como seres humanos y se les garantizaran derechos básicos como votar. La segunda, en cambio, en los años sesenta, quería lograr más y fue más iracunda. "Una mujer sin hombre es como un pez sin bicicleta", fue la frase que popularizó en esa época la periodista, activista y fundadora de la revista Ms., Gloria Steinem. Explica la historiadora Ana María Stuven, autora del libro Historia de las mujeres en Chile: "La generación americana de la guerra de Vietnam, la del sexo libre, esa ola fue muy antimasculina, muy reivindicativa de los derechos de las mujeres, pero contra los hombres".

Delia Vergara, la fundadora de Paula en Chile, recuerda los años de esa revolución femenina en el país cuando apareció la revista: "Eran tiempos muy libres. Las mujeres adhirieron felices a las ideas feministas de la Paula, vendíamos más de 100 mil ejemplares. Vino el golpe, la dictadura, y todo eso terminó. A mí me echaron. Y empezó un largo retroceso en la vida de las chilenas. El ideal de mujer pasó a ser doña Lucía", recuerda, y luego agrega: "El feminismo de los 60 y comienzos de los 70 fue mucho más fuerte e impetuoso que ahora porque en ese tiempo revolucionario creíamos que el mundo se podía cambiar con solo desearlo".

Vergara coincide en que por alguna razón, la palabra se tiñó: "En el camino, el feminismo quedó como algo confrontacional, como algo antihombres, algo con que muy pocas mujeres quieren identificarse. Puede haber sido el fruto de alguna malvada campaña, pero así quedó".

CONTRARREACCIÓN

Convengamos que eran los sesenta: todo estaba sobregirado. El feminismo, como todo, evolucionó, como explica Ana María Stuven: "Esa ola más agresiva es la que ha sido totalmente sobrepasada. A finales de los 70 surge la teoría de género, que dice que hay una división de roles donde la mujer ha sido discriminada, que hay roles que son culturales y no naturales, como que la mujer se tenga que quedar en la casa. La tercera ola de feminismo sienta la mirada en avanzar en aquellos aspectos en las que la mujer ha sido culturalmente discriminada pero no se trata de asignarle a la mujer los roles tradicionales de los hombres, porque ya nos dimos cuenta de que ahí perdemos como en la guerra porque además de tener que cumplir con lo femenino, se añade lo masculino".

La mala fama de la palabra, igualmente, quedó levitando sobre la cultura pop. A muchas mujeres, para qué hablar de los hombres, no les gusta la palabra, e incluso hay quienes consideran que esta en sí misma es parte del trato antidiscriminatorio. Con sólo un vistazo al sitio web Women against feminism, por ejemplo, puede que los sostenes de varias mujeres entren en combustión espontánea porque hoy en las redes sociales un cúmulo de jovencitas del mundo -privilegiado y occidental-, que se han unido en un lema que nació en julio: "Mujeres en contra del feminismo". Las adherentes a la campaña suben fotos de sí mismas -selfies, cómo no- con un cartel explicando por qué no son feministas.

Algunas de las opiniones son:

- "No necesito al feminismo porque amo y respeto a mi novio".

- "No necesito al feminismo porque uso ropa reveladora y tomo toda la responsabilidad de que algunos se queden mirando".

- "No necesito al feminismo porque no tengo complejo de víctima".

- "No necesito al feminismo porque la igualdad ya existe donde yo vivo".

- "No necesito al feminismo porque un mundo sin hombres apesta".

El caso de Caitlin Moran es un acercamiento al neofeminismo -algunos dirán cuarta ola- de nuestros días. El que se preocupa de rescatar la palabra de las garras de las niñas de las selfies y al que el surgimiento de un feminismo chic y muy femenino también le puede estar dando un empujón.

RECONVERSIÓN

Ser feminista, en lo más básico, significa encontrar sensato que hombres y mujeres tienen los mismos derechos. De ganar lo mismo. De hacer lo que quieran con sus vidas. De llegar a la presidencia o a donde quieran. Es ser "anti" ciertas cosas también: Anti acoso sexual. Anti objetificación de la mujer. Anti discriminación. Anti que la manoseen a una en el metro o que no la contraten porque puede quedar embarazada. También es hacerse cargo y denunciar que hay cosas que aunque parecen del pasado son realidades extendidas; que en Chile por ejemplo, un 30,7% de las mujeres de entre 15 y 65 años, es decir una de cada tres, dice que ha sufrido violencia psicológica y un 15,7% violencia física por parte de algún familiar, pareja o ex pareja. Además, que un 6,3% declara haber sido víctima de violencia sexual, de parte de una pareja o ex pareja, todo según la Encuesta Nacional de Victimización por violencia intrafamiliar y delitos sexuales 2012.

También significa denunciar que hay países en donde las niñas, no pueden estudiar porque las mujeres educadas ponen en peligro la cultura imperante. O que unas 30 millones de niñas en el mundo corren riesgo de sufrir mutilación genital. O que hay otras que son usadas como esclavas sexuales. Cosas que no son agradables, pero que pasan.

Lo cierto es que tener a una actriz famosa hablando de esos temas cambia el panorama. El muy comentado discurso de Emma Watson revivió el chiste sobre las feministas: ¿No que eran todas feas? Pero también ayudó a que la gente se entere y se pregunte sobre el rol de las mujeres en la sociedad y el papel que les cabe a los hombres. "Cuando intentas poner temas de la mujer en la agenda, y no está respaldado por líderes, es difícil que se instale", explica Alejandra Sepúlveda, directora ejecutiva de Comunidad Mujer. "Es difícil porque toca de lleno lo cultural, el cómo se organizan hombres y mujeres, el orden de género tradicional, que es la mujer en lo privado, en la casa. La agenda de género desafía esa estructura, y se topa con muchos prejuicios. Es importante que los líderes pongan estos temas. Emma Watson es el rostro de una industria poderosa, con la capacidad de conectarse con audiencias en todas partes del mundo".

¿POP O LIGHT?

Watson es sólo una de la veinteañeras hollywoodenses que han optado por aventurarse en el tema de los derechos de la mujer. Por años se les preguntó a las nuevas estrellas de Hollywood si eran feministas, y por años contestaron "no, gracias". Una de ellas, por ejemplo, era Taylor Swift, la rubia superventas del country pop que, en los últimos meses, se comprometió con la causa. "Antes me parecía que ser feminista era odiar a los hombres. Muchas jóvenes están teniendo un despertar feminista porque ahora entienden lo que significa la palabra", explicó, y añadió que todo esto lo aprendió de Lena Dunham, la joven creadora y protagonista de la serie Girls. Dunham -quien en un reciente perfil del New York Times fue comparada con otras reinas del mundo de las letras como Nora Ephron, Dorothy Parker y Joan Didion- se aleja del estereotipo de Hollywood con sus generosas curvas, que muchas veces muestra sin ropa en su serie de HBO, y es una neofeminista muy preocupada de mostrar lo complejo que es ser mujer en el mundo contemporáneo. Acaba de lanzar un libro de ensayos autobiográfico que se llama Not that kind of girl (No esa clase de chica).

En la cultura pop también se han colado nuevas representaciones de la mujer. El mayor éxito del cine para adolescentes de los últimos años es la saga Los Juegos del Hambre, protagonizada por la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence. Su personaje, Katniss, es la ídolo de toda una nueva generación, y no sólo corre por su vida: sabe manejarse con el arco y flecha y lidera una revolución. Estos además son los tiempos de Frozen, la primera película animada de Disney dirigida por una mujer y la cinta de dibujos más vista de la historia. El tema: dos hermanas princesas, una de las cuales tiene como lema ser libre y adiós con las ataduras sociales. Las películas protagonizadas por mujeres representan sólo el 25% de la producción de Hollywood, pero este año entre Katniss, las Frozen y la muy exitosa Maléfica de Angelina Jolie, han demostrado que mujeres fuertes al mando atraen a los espectadores.

Con todo lo anterior, quizás las mujeres que crezcan con estos nuevos y glamorosos referentes de mujeres peleando por mujeres, logren hacer de la igualdad de género una frase lógica y natural, no un campo de batalla. ¿Quién no quiere cantar "Libre soy", ganar lo mismo que un par masculino, y verse como Giselle Bundchen en el proceso?

Claro, todo este glamour puede ser simplemente una pantalla que enmascara las mismas prácticas de siempre. Esta semana la legendaria cantante, de Eurythmics, Annie Lennox, dijo que el feminismo de Beyoncé le parecía light y el desfile de las "barbies feministas" de Chanel también generó reacciones; en el diario The Guardian hablaron de que estaban aprovechándose del término sólo para vender. Recordemos que el diseñador Karl Lagerfeld dijo, por ejemplo, que la cantante Adele estaba un 'poquito demasiado gorda'.

Lo que sí le quedará claro a las niñas de hoy y mujeres de mañana, es que feministas hay de todos tamaños, portes y colores, y que el uso del bigote es totalmente opcional.