El 15 de abril de 1912, el que se presumía insumergible trasatlántico Titanic golpeaba el fondo del océano acarreando la vida de más de 1.500 personas. Cinco días después de la tragedia, partía en Boston la historia de un estadio que se ha convertido en indestructible y lo prueban los 100 años de actividad que cumplió ayer: Fenway Park, donde juegan de local los Red Sox, del béisbol estadounidense, una de las canchas más antiguas del planeta.

El mote de "indestructible" no es gratuito, ya que a los pocos años de su construcción comenzaron los planes para demolerlo y cambiarlo de ubicación. Con el tiempo, la presión aumentó para levantar un nuevo recinto más moderno, lujoso, rentable y con estacionamientos (esta última, necesidad que no existía en 1912).

Sin embargo, los hinchas de los "Medias Rojas" -lo más parecido que existe en Estados Unidos a los fanáticos de fútbol en Europa y Sudamérica- consideran Fenway Park territorio sagrado. Tanto que han logrado vencer todo intento de cambio, incluyendo el último a fines del siglo pasado, que planeaba edificar una réplica del original a pocos metros del actual y a donde se trasladarían intactos algunos de sus íconos, como la mítica muralla verde del jardín izquierdo.

Desde entonces, la Nación Red Sox (como les gusta llamarse) respira tranquila, ya que los nuevos dueños garantizaron que el equipo se quedará de manera indefinida en ese lugar.

La respuesta de los hinchas no pudo haber sido más rentable para los nuevos propietarios, ya que desde el 15 de mayo de 2003 Fenway Park ha estado completamente vendido para cada cotejo. Un impresionante récord, que ayer, en el choque ante los Yankees, en una repetición del primer duelo en ese campo, llegó a 719 encuentros sin asientos vacíos de los 37.500 disponibles (se disputan 162 partidos por temporada, 81 de local).

Una de las cosas que más enorgullece de su estadio a los fanáticos de los Red Sox  es que está cargado de simbolismos. El principal es el "monstruo verde", la gigante muralla que cubre todo el jardín izquierdo. A eso suma los postes de foul -cada uno con nombre de jugadores históricos- y un sector del estadio que conserva los asientos de madera instalados hace 80 años.