Justo hoy, Fernando Barraza Luengo cumple dos años como director del Servicio de Impuestos Internos (SII), lo que subraya sin disimular satisfacción desde su oficina en la calle Amanda Labarca, en pleno centro de Santiago, frente al ministerio de Hacienda. "Estos dos años han sido intensos, sin duda, muy desafiantes", afirma, aunque aclara que han alcanzado "resultados muy exitosos". ¿En qué sentido? "En reposicionar al SII (...) me hice cargo del Servicio en una de las mayores crisis que ha tenido en su historia. Creo que los funcionarios más antiguos no recuerdan algo como lo que se vivió hace poco más de dos años", dice, en referencia a las críticas y acusaciones de presiones políticas en la actuación del organismo frente a los casos de financiamiento irregular de campañas y que derivaron en la salida del entonces director, Michel Jorratt.
¿Qué diferencias reconoce en la institución hoy, respecto de la que recibió en 2015?
El SII estaba en crisis, muy afectado. Los funcionarios estaban bastante complicados, la autoestima y la moral estaban bastante alicaídas. De hecho, uno de los primeros objetivos fue intentar retomar la mística interna, recuperar el orgullo de pertenecer al Servicio. Dicho esto, sin pecar de arrogante, creo que logramos el primer objetivo que asumí al llegar: reposicionar al SII. Debíamos recuperar algo que el Servicio, al menos desde la percepción de la opinión pública, había perdido.
Ud. hizo una dura advertencia en la última cuenta pública, en el sentido de que no se debía "presionar" al SII. ¿Hay quienes lo intentaron siendo usted director?
En mis dos años de gestión nadie me ha llamado para influenciar una decisión. Ni del gobierno, ni del Congreso, o algún contribuyente. El día que alguien me llame en esa línea, ni siquiera le atenderé el teléfono. De hecho, mi llamado en ese momento iba dirigido a algunos sectores de la ciudadanía que a veces intentan generar presión a través de los medios. Además, se aprovecha de recordar, en caso de que a alguien se le olvidara, que mi gestión se enfoca en la plena autonomía. Nosotros no trabajamos para un gobierno, trabajamos para el país.
¿Faltó esta impronta en otros directores, que llevó finalmente a que se recibieran presiones?
No lo sé, al menos mi antecesor denunció públicamente que lo intentaron influenciar. Si lo ha denunciado habrá que creerle y, además, dice que no aceptó esas presiones. Fue un periodo, tal vez, donde ciertos actores se perdieron, pero en mi experiencia, las actuales autoridades me han dejado trabajar totalmente tranquilo.
De todas maneras, usted vivió momentos complejos cuando optó por la vía administrativa, y no penal, en el caso de algunas empresas involucradas en financiamiento irregular de la política. ¿Queda satisfecho con esa estrategia?
Yo estaba preparado para asumir esto. De hecho, para mí lo más fácil habría sido seguir la línea de querellarme contra todos. No habríamos tenido críticas, no nos habrían vilipendiado. De hecho, al revés, podría ser aspirante al Congreso (ríe). Lo difícil era tomar las decisiones que tomamos. Sabía que sería algo incomprendido, que había sectores que querían 'ver sangre'. Pero yo vine a reposicionar la labor del SII. Estoy convencido de la estrategia, y creo que eso lo reconocen los contribuyentes. Y mientras mejor cumplimos nuestra misión, mejor le irá al país, porque habrá más recursos. Los impuestos son los que pagan la educación gratuita, la luminaria en las calles y más hospitales.
¿El balance entonces de la vía administrativa es positivo ?
Absolutamente. Nosotros tenemos una función recaudatoria, y qué bueno que el país cuente con una institución que recaude bien, porque va en beneficio de todos. Si alguien busca que sea el SII el que mande gente a la cárcel, nosotros no estamos para eso. Solo perseguiremos casos excepcionales, es absurdo e ineficiente pretender que se haga lo mismo con todos.
Este año llevamos 103 sanciones pecuniarias y logramos multas en un promedio del 200% del perjuicio fiscal. En las querellas donde decidimos no llevar adelante la acción penal y las llevamos a los Tribunales Tributarios, pese a todo el escándalo que generó de parte de algunos, en promedio se aplicó 200% de multa por el perjuicio fiscal. De esas empresas, hemos recuperado cerca de $ 2.000 millones solo en concepto de multas. En cambio, si estuviéramos en sede penal, aún esperaríamos la formalización y todo lo que eso implica. Hay que considerar que si hubiésemos ido a sede penal, no iban a llegar jamás a la cárcel. El perjuicio fiscal era pequeño, la reiteración era menor y el efecto ejemplificador estaba hecho con los dos primeros casos (Penta y SQM). No había ningún mérito para que prosperaran en sede penal.
¿Se acabaron las querellas en esos dos casos?
No puedo decir eso, porque las investigaciones siguen. El Ministerio Público, en función de los avances que tiene, nos sigue enviando información. Afortunadamente, ahora -y es un avance tremendo de la fiscalía- lo hacen de manera más reservada. Antes, cuando nos mandaban un "162", que es el artículo de la ley que no les gusta, que los obliga a enviarnos los antecedentes cuando tienen indicios de un delito tributario, tendíamos a enterarnos por la prensa. Había mucha filtración, pero lo han mejorado. Mientras la fiscalía mantenga la investigación es muy probable que nos sigan enviando información, y eso ha ocurrido.
Reforma y fiscalización
Al momento de asumir en el cargo, usted quedó en la primera línea de la implementación de la reforma tributaria, la que aún recibe críticas generalizadas por lo complejo de la norma. ¿Es necesario simplificarla?
Como institución nos corresponde implementar la norma tributaria, por tanto, contra lo que muchas personas creen, nosotros no hacemos ni proponemos las reformas. Ahora, si bien la reforma ha recibido críticas, por lo menos desde nuestra mirada, la implementación ha sido exitosa. Hasta aquí no ha habido ningún problema. Puede haber desconocimiento, pero es porque efectivamente existe un cambio, por lo que es necesario un período de acostumbramiento. Por otra parte, me parece que aquí y en el mundo hay que irse habituando a que la norma tributaria sea cada vez más dinámica. De hecho, todos los candidatos presidenciales proponen algo nuevo, y uno puede estar o no de acuerdo, pero creo que hemos dado cuenta que como institución estamos preparados para enfrentar esos cambios. Esta reforma tributaria no ha sido problema.
El próximo hito de la reforma es la Operación Renta 2018. ¿Cómo se prepara la entrada en régimen de la nueva normativa?
Estamos anticipando los plazos tradicionales para este proceso. Muchas instrucciones y definiciones que habitualmente tomábamos a partir de diciembre, este año comenzarán desde octubre. El Formulario 22, de Impuesto a la Renta, lo queremos entregar antes de fin de año, así los contribuyentes tendrán tiempo de conocerlo.
Una señal de alerta respecto de la reforma tuvo que ver con la caída en la recaudación del impuesto corporativo en 2016, pese a que subió la tasa del gravamen. ¿Cómo toma las críticas de que el alza impositiva afectó el crecimiento y, por tanto, la recaudación?
Lo primero es aclarar que la recaudación a nivel general aumentó, y además la evasión del IVA disminuyó, y eso es gestión del SII. Esto en un contexto donde la economía estuvo con problemas y el precio del cobre por el suelo. No es que esté defendiendo la reforma, desde esa perspectiva para nosotros es neutral, pero la implementación de la reforma ha permitido compensar la baja de la economía.
Ustedes afirmaron que los programas de fiscalización del SII ayudaron a compensar la menor recaudación por crecimiento y cobre. ¿Qué tan importante ha sido la innovación del riesgo de incumplimiento que implementaron?
En paralelo a la reforma tributaria, decidimos mejorar el modelo de fiscalización del SII, porque al hacernos cargo, el diagnóstico que hicimos es que ese modelo estaba un poco agotado. Eso explica, por ejemplo, la crítica del por qué el SII no se dio cuenta de todo lo que se hacía con el uso tributario de los documentos para el financiamiento de las campañas políticas. Así, hace dos años empezamos a implementar una variable de riesgo, lo que se agrega al enfoque que diferencia a los contribuyentes por segmento, incluyendo metodologías modernas de gestión de riesgo. Con eso establecemos el riesgo de cumplimiento asociado a cada RUT, resultado del cruce de 160 atributos que enmarcan el perfil de cada uno. Permite ser mucho más asertivo en la fiscalización, lo que redunda en una mayor recaudación a pesar de los problemas que comentábamos.
Por el lado de la evasión del IVA, informaron una baja de 0,4 puntos en 2016 frente a 2015, llegando a 20,8% del PIB. ¿Continuarán en esta línea este año?
Si hay algo por lo cual se le puede medir en gestión al SII es por la reducción de evasión. A nosotros nos interesa mucho, porque hace más equitativo el pago del impuesto. Hay que pensar que en la medida en que todos paguemos, las tasas de impuestos pueden bajar, y por otra parte, cuando hay evasión, se les da ventaja a aquellos que no pagan impuestos. Se genera una competencia desleal. Hace 10 años alcanzamos los niveles más bajos de evasión del IVA, cerca del 14%-15%. Ahora estamos en 20%, por lo que hay espacio para al menos alcanzar esos niveles, y ojalá más. Nosotros esperamos mantener la tendencia de seguir reduciendo el IVA.
¿Para alcanzar esa meta requieren más recursos?
Más recursos y facultades por supuesto que ayudan, pero con lo que tenemos creo que podemos hacer más. Lo que sí es relevante es que no nos quiten facultades.
A siete meses de un cambio de gobierno. ¿Piensa renunciar?
El SII tiene 115 años, y yo soy el vigésimo segundo director. Eso significa que el cargo ha trascendido a los gobiernos. Y no es casualidad que esos sean los periodos más exitosos, el último fue Javier Etcheberry, que duró 12 años. Vine por Alta Dirección Pública, por un horizonte de tres años, yo no voy a renunciar, vine por tres años. Pienso que si el SII trabaja para el país, hay que desvincularlo de los ciclos electorales. Mi gestión termina en agosto del próximo año y trabajo para eso.