Cuando el quiebre entre Héctor Tapia y el director deportivo Juan Gutiérrez alcanzaba su máxima tensión, Fernando Carvallo, ex técnico de Universidad Católica, apareció de repente por el estadio Monumental.
El experimentado entrenador llegaba como asesor de las divisiones inferiores de Colo Colo, área donde la dupla técnica tenía serios reparos respecto de la gestión del ejecutivo albo.
Sin embargo, más allá de eso, su verdadera labor sería mediar en la distante relación entre Gutiérrez y el cuerpo técnico liderado por Tapia y Miguel Riffo. Su nombre encontró la venia de los dos principales controladores de Blanco y Negro: Aníbal Mosa y Leonidas Vial.
Pero su arribo en marzo de 2014 no fue producto de la casualidad ni el azar, porque fue el propio DT del Cacique el responsable de haberlo mencionado para el cargo, ya que se trataba de una persona en la que confiaba y con la que tenía varios puntos de vista en común.
La cercanía entre ambos comenzó en 1999, cuando Carvallo era el entrenador de los cruzados y fichó al delantero desde Colo Colo. Fue la primera de cuatro veces que lo tuvo como pupilo. En 2002 lo dirigió en Palestino; en 2006 lo llevó a Unión Española y en 2007 otra vez lo tuvo entre sus filas en el cuadro de la franja.
La buena relación y la confianza mutua resalta a simple vista. Por eso, su llegada a Pedreros no fue sorpresiva, sino que bastante esperable en vista de la creciente tensión entre Gutiérrez y la joven dupla técnica, una crisis que alcanzó su nivel más álgido luego de que Colo Colo lograra la estrella 30 y Riffo y Tapia amenazaran con renunciar si el director deportivo no era despedido.
Si bien el quiebre con el actual gerente técnico de Wanderers fue insalvable, la llegada de Carvallo le hizo bien a Tapia. Este encontró en él un nexo confiable con el directorio de ByN y también con el fútbol formativo, área que siempre ha sido de su interés.
Era común ver al ex volante de 66 años observar las prácticas del primer equipo en Macul y conversar con Tapia y Gutiérrez, así como con otros funcionarios como Rodrigo Guerrero, el analista del cuerpo técnico, y quien fue llevado por Riffo a Macul.
Por otro lado, la coincidencia entre él y Arturo Salah, presidente de ByN en aquellos momentos, generó un acercamiento entre el mismo DT del Cacique y el timonel de la sociedad anónima.
Uno de sus logros fue que Tapia cediera a los juveniles que tenían poco espacio en el plantel de honor para que jugaran por sus categorías el fin de semana, situación impensable durante el período Gutiérrez en la gerencia.
Con el tiempo, el rol de mediador de Carvallo fue quedando a un lado. Se transformó en el brazo derecho de Mosa hasta tal punto, que le recomendó fichajes para el primer equipo del Cacique.
Por lo mismo, con el ascenso del empresario puertomontino a la testera de la concesionaria, su nombre era fijo en la comisión de fútbol, de la que suma nueve días como presidente. Un nombramiento llamativo, considerando que no posee acciones y no es director.
El ascenso del nuevo hombre fuerte de Macul ha sido meteórico. Su meta más cercana: abrochar la renovación de Tapia y Riffo.