"Estoy diseñando mi lápida", dice en broma Fernando Iwasaki (52). "Saldrá mi mano desde la tumba afirmando un libro de Borges", agrega el escritor peruano, que hace unos días llegó a Chile para dar un seminario en la Universidad Católica.
El lunes el autor de la novela Neguijón viajó a Zapallar. Fue al cementerio. Quería conocer la tumba del escritor José Donoso, que descansa allí junto a su mujer y su hija Pilar. "Alguien retiró la lápida o la restauraron tan bien que han borrado los nombres", dice Iwasaki, apenado porque no encontró el lugar.
Radicado en Sevilla, el también historiador sigue hablando en serio. Ahora de su edad. "A los 50 años uno se pone quejumbroso. Lo noté en mis crónicas escritas por ese tiempo", dice Iwasaki sobre los textos que publicó en el suplemento literario Laberinto, del diario mexicano Milenio entre 2006 y 2010. Reseñas, escritos de viajes y semblanzas serán reunidos en el libro El laberinto de los cincuenta, que saldrá este año por el sello Cal y Arena.
Iwasaki inauguró ayer el seminario Lima y Sevilla, Escribir desde Ciudades Literarias, en el ciclo La Ciudad y las Palabras, del Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la UC, auspiciado por La Tercera.
El encuentro culmina hoy y en él el autor aborda la relación entre la capital de su país y la ciudad española donde fijó residencia en 1989. Además, se referirá al vínculo entre autores chilenos y Sevilla: desde Vicente Huidobro hasta la visita que hizo Roberto Bolaño semanas antes de morir, en julio de 2003.
"La relación de Huidobro con la ciudad es el movimiento del ultraísmo, donde un grupo de poetas se declara admiradores de su obra. Le dedican muchos números de revistas y lo elogian de una forma rotunda", dice Iwasaki.
En el caso de Bolaño fue un encuentro especial. El autor de Los detectives salvajes no conoció mucho la ciudad, "estaba muy cansado y débil debido a su enfermedad hepática. En cambio en las noches en la terraza del hotel se mostraba chispeante y divertido".
Historias sobre Sevilla tiene de sobra. Iwasaki nombra a Thomas Mann, Alejandro Dumas y Bataille. "Los tres caminaron por sus calles", afirma.