Histórico

Festival Rockout trajo la música de regreso al Estadio Santa Laura

La segunda versión del evento de metal y punk juntó a 25 mil personas en el recinto de Independencia. El cartel, encabezado por Rammstein y The Offspring, sumó a ocho bandas en dos escenarios.

Desde ese tristemente célebre concierto de Deep purple en el estadio Santa Laura en febrero de 1997, cuando colapsó la torre de sonido atestada de gente, el barrio de Independencia luce distinto, lleno de edificios. Ahora, otro cambio. Ayer el recinto deportivo recuperó su estatus para la música en vivo luego de dos años y medio de inactividad, tras un show de Manuel García y Chico Trujillo. El festival de metal y punk Rockout tuvo su segunda versión (la primera con Devo, Primus y Fantômas fue en Espacio Broadway en 2014), convocando a ocho artistas de metal y punk, bordeando las nueve horas de música a todo volumen desde las 14:30. Según la organización, hubo 25 mil asistentes.

En escenarios contiguos -Transistor para el metal, Monster para el punk-, los grupos que abrieron fuego fueron chilenos, Valium y All tomorrows. La primera banda extranjera, los estadounidenses Anti-Flag, desplegaron su punk pop bien gritoneado y un poco ramplón de inspiración anti bélica y anti imperialista. Su mejor momento fue con una canción ajena, una versión pasada de revoluciones de Should I stay or shoud I go de The Clash. Luego, hacia el final de su hora de material, bajaron la batería hasta el público. Una excentricidad.

Continuó Hellyeah, la banda con cartel de súper grupo incluyendo miembros de los conjuntos de nü metal Mudvayne y Nothingface, junto al legendario baterista de Pantera, Vinnie Paul. X, Demons in the dirt y Sangre por sangre (blood for blood) consiguieron puños al aire y mosh pit, el baile desenfrenado característico del género, semejante a una centrífuga de cuerpos agitando brazos y piernas. Las revoluciones bajaron con Moth. Incluso el vocalista Chad Gray consiguió que el público de poleras negras moviera tiernamente los brazos de acá para allá. Para recuperar la rudeza hicieron una brevísima pasada por el arranque de Reign in blood de Slayer. Con Human y War in me retomaron el bombardeo de doble pedal reconocible de Vinnie Paul. Como dicta la costumbre en la era selfie, en el adiós se retrataron con todo el público detrás.

Siguieron puntuales los legendarios Dead Kennedys, emblemas del hardcore estadounidense para ofrecer un show paradigmático de sus influencias y habilidades más allá del punk. Tras un breve discurso de D.H. Peligro sobre el racismo en EE.UU. atacaron con Nazi punks fuck off, seguida de otras de sus canciones memorables como California über alles. En el bis un excelente cover de Viva Las Vegas de Elvis Presley dejó la mejor impresión de la fanaticada.

Al cierre de esta edición, antes de los shows de The Offspring y Rammstein, se presentaba el quinteto sueco Meshuggah. Una de las bandas más inventivas en la historia del metal con su particular uso del tiempo y ad portas de un nuevo álbum en octubre después de cuatro años, daban una clase de música en directo. Las métricas complejas que provocan la extraña sensación de escuchar más de un tema a la vez, maceradas en un sonido pulido de manera extraordinaria como densas olas bajo perfecta sincronía, deleitaron al público.

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