La última columna de Fidel Castro: proponía dar "medalla de barro" a Donald Trump y Barack Obama
El ex presidente cubano publicó a inicios de octubre un artículo titulado "El destino incierto de la especie humana", donde señalaba que el magnate -y hoy presidente electo- había sido el perdedor del primer debate entre los candidatos de EE.UU.
En la última parte de su vida, Fidel Castro desarrolló una afición: ser columnista. Periódicamente, a través de sus "Reflexiones", entregaba miradas sobre distintos temas de actualidad que, en algunos casos, se imprimían con los medios oficiales, y en otros quedaban en los sitios web.
Y su última columna fue el 9 de octubre, hablando del país que fuera su adversario durante más de medio siglo: Estados Unidos.
Su texto hacía alusión a las elecciones presidenciales de Estados Unidos y propuso entregar una "medalla de barro" a Donald Trump, quien a su juicio había quedado "descalificado" en el primer debate con la demócrata Hillary Clinton, tanto como el presidente Barack Obama con su política.
"No olvidemos que este domingo habrá debate de candidatos. En la primera ocasión, hace dos semanas, se produjo uno que causó conmoción", comentaba Fidel Castro en el artículo publicado en portada de medios oficiales de la isla, en el que hacía mención también a temas de ciencia y religión.
"El señor Trump que se suponía un capacitado experto quedó descalificado, tanto él como Barack en su política. Habrá que darles ahora una medalla de barro", aseveró en su escrito titulado "El destino incierto de la especie humana".
El expresidente cubano afirmaba que EE.UU., "el país imperialista más poderoso que ha existido", se "autoengaña" al asumir como doctrina un párrafo de la Declaración Universal de Derechos Humanos: "todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y, dotados como están por naturaleza de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".
Fidel opinaba que "nada de eso puede ser ignorado" y considera que "hay muchas más cualidades en los principios religiosos que los que son únicamente políticos, a pesar de que estos se refieren a los ideales materiales y físicos de la vida".
También recordaba que muchas de las obras artísticas "más inspiradas" nacieron de manos de personas religiosas, un "fenómeno de carácter universal".
Pero a su juicio, los hombres de ciencia ocuparon hoy un lugar "privilegiado" en los centros de investigación, laboratorios y la producción de medicamentos destinados a "la salud humana, a vencer las distancias, concentrar las energías, perfeccionar los equipos de investigación que puedan operar en la tierra y el espacio".
En la dicotomía entre ciencia y religión, Castro concluía que "las religiones adquieren un valor especial", y aseguraba que de Cristo conoce "bastante por lo que ha leído y lo que le enseñaron en las escuelas donde estudio, regidas por sacerdotes jesuitas o hermanos de La Salle.
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