Estuvo, muchas veces, dispuesto a morir por él. Su labor de guardaespaldas incluso lo llevó a disparar su rifle automático para espantar tiburones o barracudas que se le acercaban cuando salían juntos de pesca submarina. Juan Reinaldo Sánchez fue, nada menos, el escolta personal de Fidel Castro durante 17 años -entre 1977 y 1994-, una suerte de sombra permanente cuyo trabajo lo obligó también a degustar vinos y platos en varias giras al exterior para evitar un posible envenenamiento.

Pero al igual que otros miembros del círculo de hierro de Castro, la historia de Sánchez terminó mal. En 1994 quiso "jubilarse" y pagó ese "pecado" con dos años de cárcel. Según él, el régimen cubano intentó suministrarle un fármaco para que muriera producto de un derrame cerebral. Una vez que dejó la cárcel, en 1996, intentó en 10 ocasiones dejar la isla, hasta que logró su objetivo en 2008. Entonces se instaló en Miami y comenzó a escribir sus memorias que derivaron en el libro La vida oculta de Fidel Castro, que lanzó en noviembre de 2014 y que se transformó en un éxito editorial.

En esa ocasión La Tercera dialogó con Sánchez y luego mantuvo un largo intercambio de correos electrónicos y llamadas telefónicas hasta su fallecimiento, en mayo de 2015, a los 66 años.

Sánchez pensaba publicar un nuevo libro basado en el perfil sicológico que, en secreto, elaboró de Fidel Castro a partir de 1985 y que compartió con La Tercera en diciembre de 2014. El guardaespaldas adquirió conocimientos en psicología operativa de la contrainteligencia y eso lo llevó a describir a Castro como "efusivo y dominante". "Mientras que públicamente es una persona locuaz, comunicativo, franco y sociable, en su intimidad se refleja como riguroso", sostiene Sánchez, quien agrega: "En cuanto a la dependencia, Fidel requiere del reconocimiento de las masas y de sus seguidores y las adulaciones a sus discursos. Además, las medidas tomadas por el líder cubano le resultan a él tan reconfortantes que suben su ego considerablemente y es capaz de recompensar a aquellos que lo adulan con nuevos cargos y responsabilidades".

En su libro, Sánchez describe varios de los gustos y pasatiempos del fallecido líder cubano, información completamente desconocida para la mayoría en la isla. Por ejemplo, cuenta uno de sus mayores secretos: una isla privada que, según él, Fidel Castro tenía en Cayo Piedra, con piscina y yate de lujo, el Aquarama II. Esta embarcación fue construida con madera importada de Angola y tenía cuatro motores obsequiados por el líder soviético, Leonid Brezhnev.

Sus propiedades

Castro, siempre según la versión de su guardaespaldas, solía moverse siempre con una escolta de 10 custodios y dos de ellos debían tener su mismo tipo de sangre para una transfusión en caso de extrema emergencia ante un atentado. "Hubo muchos intentos de asesinato, pero esos 600 de los que se habla son una exageración. Muchos de esos intentos de darle muerte fueron creados por el propio sistema de seguridad cubano para probar su efectividad o si se necesitaban cambios. Diría que alrededor de 100 o 200 fueron reales", contó.

En su libro, Juan Reinaldo Sánchez también reveló las propiedades del "Comandante en Jefe". "Tiene la residencia de Punto Cero (con su piscina, su parque arbolado y sus invernaderos) y la isla paradisíaca de Cayo Piedra", narra el guardaespaldas.

"En Pinar del Río posee tres bienes: la casa del Americano (con piscina al aire libre), la granja de la Tranquilidad, en el paraje llamado Mil Cumbres y La Deseada, un pabellón de caza que conocí bien, situado en una zona pantanosa y donde caza patos en invierno. En La Habana, tiene seis: la casa de Cojímar, que fue su primera vivienda tras el triunfo de la revolución en 1959; la de la calle 160, en el distrito de La Playa, bastante lujosa; una tercera reservada a sus citas galantes: la casa de Carbonell, en el recinto de la Unidad 160; una adorable casita en Santa María del Mar, estilo años 50, enfrentada al mar y al lado del hotel Trópico y dos casas provistas de refugios antiaéreos para la familia Castro en caso de guerra. En Matanzas, posee dos residencias de verano; en Ciego de Avila, otra casa que da a (una playa de) arena fina cerca de Cayo Coco; en Camagüey, la pequeña hacienda de San Cayetano y dos residencias en Santiago de Cuba, una casa en la calle Manduley y otra, con piscina, en el interior de un complejo perteneciente al Ministerio del Interior", sostiene en su libro.