La derecha francesa ha elegido este domingo como su candidato al Elíseo al liberal y católico François Fillon, de 62 años, el líder con más opciones de convertirse ahora en el próximo presidente de la República. El ex primer ministro ha ganado holgadamente las primarias de su partido, según los primeros datos provisionales, con un programa liberal en el terreno económico, conservador en el social y tradicionalista en el religioso.

Según los recuentos ya muy avanzados, por Fillon ha votado el 66,6% de los cerca de 4,3 millones de votantes, frente al 33,4% para su rival, el también ex primer ministro Alain Juppé, según el recuento de 9.713 mesas del total de 10.229. Juppé hundió sus expectativas como favorito con un programa centrista y al filo de las 9 de la noche ha reconocido su derrota felicitando a Fillon por su "amplia victoria" y ofreciéndole su apoyo para que gane las elecciones presidenciales en mayo próximo. A Juppé le ha perjudicado, según los sondeos finales, el tono agrio e insultante que ha utilizado en la recta final tras verse superado por su rival. Incluso, en plena jornada electoral, Juppé ha dicho tras votar que contra él ha habido una campaña "calumniosa e inmunda".

El inédito experimento de los conservadores -celebraba primarias por primera vez en su historia- ha demostrado que la derecha está muy movilizada y politizada. Este domingo ha votado el 10% de todo el cuerpo electoral del país, cuando en las primarias de la izquierda hace cinco años participaron 2,8 millones, menos de la mitad. El éxito de los conservadores en este terreno ha sido incontestable.

Con un líder fuerte y legitimado en las urnas, la derecha francesa se lanza de lleno a la reconquista del Elíseo, de donde fue desalojada en 2012 por el actual Presidente, François Hollande. Para ello, ha preferido a un candidato conservador, ortodoxo y católico como el más adecuado para afrontar los problemas de una Francia bloqueada por la crisis económica y golpeada por el terror yihadista.

Militantes y simpatizantes del partido de la derecha, Los Republicanos, han entendido que ese nuevo líder radical es el adecuado para derrotar a Marine Le Pen, la candidata del ultraderechista Frente Nacional que, según todos los sondeos, estará en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de junio próximo.

Con Fillon regresa una derecha menos estridente que la de Nicolas Sarkozy, eliminado en la primera vuelta en contra de todos los augurios, pero más tradicional, más dura, sin complejos. Es la derecha católica (el 60% de sus votantes lo son), nerviosa por el frenazo económico y asustada por una supuesta crisis de identidad en un país multicultural atacado por los yihadistas.

En esos conceptos ha basado Fillon su campaña, apoyado en la segunda vuelta hasta por su declarado enemigo Sarkozy. Su programa económico y el de Juppé han sido similares, aunque el del primero es más liberal, más thatcheriano, como le han calificado los asesores del segundo. Fillon ha asumido que su programa era "más radical". "Extremadamente tradicionalista", le espetó su rival. Fillon quiere un referéndum sobre el reparto europeo de migrantes; los que llegan a Francia, dice, deben "asimilar su herencia" y sus valores.

"No es que seas el mejor; eres el único", cuenta Le Figaro que le había dicho a Fillon el también ex presidente Valéry Giscard D'Estaing. Contra todo pronóstico, ha acabado teniendo razón.

Con un líder fuerte y legitimado en las urnas, la derecha francesa se lanza de lleno a la reconquista del Elíseo

Tras la celebración de estas primarias, el partido de Los Republicanos -antes Unión por un Movimiento Popular (UMP)- entra en una nueva fase histórica. Por vez primera, su candidato es elegido por las bases y los simpatizantes, no por el aparato del partido. De hecho, este experimento ha sido una derrota total para el aparato, para el aspirante Sarkozy.

El ex jefe del Estado se hizo hace dos años con la presidencia del partido para utilizarlo en su favor como futuro candidato, pero ha sido una maniobra fracasada. A su vez, ha triunfado el aspirante que ha trabajado desde hace tres años las bases pueblo a pueblo, y no quien ha hecho una campaña con el manto y la imagen de presidente in péctore, como lo ha hecho Juppé.