Imagínense un paseo por el espacio: vista maravillosa sobre el Sol que desaparece tras la Tierra, cero gravedad, sólo un fluctuar lento en el silencio más despejado. Hasta que todo se tuerce. Y la paz celestial se vuelve una pesadilla cargada de tensión, que corta la respiración y agarra el estómago. Eso son los 90 minutos de Gravity, la película con la que el mexicano Alfonso Cuarón abrió ayer entre aplausos y elogios la 70 Mostra de Cine de Venecia. Le acompañaron a la orilla de la Laguna los protagonistas, valientes y determinados, de su obra: George Clooney y Sandra Bullock. La pareja de estrellas de Hollywood garantizó el éxito mediático de la primera jornada del festival más longevo del mundo.

El director escribió junto a su hijo Jonás el guión que marca su retorno a la gran producción y a la ciencia ficción, siete años después de Hijos del hombre (2006). Sandra Bullock interpreta a la brillante doctora Ryan Stone, que consigue un fichaje de la Nasa para seguir su investigación y llevarla a las sofisticadas maquinarias de Shuttle y está en su primer viaje más allá de la atmósfera. Es ella la protagonista absoluta, sus primeros planos aterrorizados al principio, determinados en el final, dentro del casco y del traje blanco, herramientas del duro trabajo de astronauta. George Clooney es su contraparte: el héroe masculino, socarrón y parlanchín Matt Kowalsky, veterano de las misiones espaciales, a un paso de la jubilación. Cuando todo va mal, él mantiene la calma, la respiración constante y el humor. El tranquiliza, instruye y anima a la novata, cuando todos los demás miembros de la expedición mueren por el "ataque" de meteoritos. De esta forma, sin perder nada en la intensidad de la aventura, la odisea en el espacio se convierte en una alabanza a la vida: "Es un largo viaje en el que los protagonistas tienen que enfrentarse a muchos obstáculos y problemas", explicó Cuarón en la rueda de prensa. "Lo que nos define es cómo estamos tras superar esas adversidades, cómo nos sentimos", resaltó el realizador, que confió plenamente en los actores para definir una historia cuyo peso cae totalmente en ellos. Más allá del aliento entrecortado y de los ojos asustados de ella; más allá de la sonrisa pícara y de las anécdotas de viejo lobo de mar de él, hay otro protagonista en la película: el 3D que contribuye -aunque con algún exceso- a crear una atmósfera suspendida y de final del mundo. "La vida en el espacio es imposible", anuncian los títulos de apertura.

El filme impresionó a la crítica. "Un thriller majestuoso", comentó Time. "Brillantemente tensa y envolvente", anotó The Guardian. "Una película de una belleza visual sencillamente irrefutable", aportó El Mundo de España.

Las miradas, los brazos y los celulares prendidos en el borde de la alfombra roja buscaban a Clooney, acostumbrado a pasearse por el Lido de Venecia como por su propia casa. No es difícil para él - sonrisa y pelo a lo Clarke Gable- ganarse en un instante a periodistas cinéfilos y público. "Sandy y yo tomamos clases de yoga para ser más flexibles - contó - Ella tenía a un entrenador. Yo sólo bebí mucho para entrar en el rol. ¿Siempre me interpreto a mí mismo? Bueno, es que llevo 15 años eligiendo guiones buenos". Con sus bromas y su sonrisa se metieron en el bolsillo a toda la prensa, como siempre. "¿Qué piensa que debería hacer Obama con Siria?". "Ay, esperaba que me preguntara si es justo que Ben Affleck interprete a Batman. No tengo respuesta por lo de Siria", dijo el actor demócrata. Decenas de jovencitas, escoltadas por sus madres, esperaron horas frente al palacio del cine. Cuando pasó, antes de la inauguración, se detuvo a regalar autógrafos y sonrisas.

"Mi hermano tiene un amigo astronauta -contó Bullock- me llamó desde el espacio para asesorarme. Para nosotros, los astronautas son como mitos. En cambio, es gente normal, con una pasión extraordinaria para la vida y nuestro planeta. Al hablar con ellos ¡te sientes tan humilde!", declaró.