Las elecciones presidenciales en Egipto se terminaron este miércoles, tras haberse alargado un tercer día para intentar aumentar la participación y evitar que la abstención ponga en entredicho la legitimidad del previsible ganador, el mariscal Abdel Fattah al Sisi.
Las oficinas electorales cerraron este miércoles a las 21.00 locales y se esperaban las primeras estimaciones durante la noche, pero los resultados oficiales se darán a conocer el 5 de junio.
El antiguo jefe del ejército, que quiere demostrar que tiene un apoyo popular masivo tras destituir y encarcelar al presidente islamista Mohamed Morsi en julio de 2013, dijo que no esperaba menos de "45 millones" de votos de los 53 millones de votantes del país árabe más poblado del mundo.
Pero, después de dos días de comicios, se estimaba que la participación no superaba el 37%, lejos del 51,85% de 2012 en las que se eligió a Morsi, primer jefe de Estado elegido democráticamente en el país.
"Se está resquebrajando la imagen de Sisi que el régimen ha intentado promover. Han sobrevalorado el apoyo que tiene" entre la población, considera Shadi Hamid, un investigador del Saban Center.
Desde el golpe de Estado, los medios de comunicación se han rendido a los pies del mariscal retirado cuyas fotos empapelan las calles de Egipto.
Desde el lunes, los presentadores y comentaristas se esforzaban por convencer a los egipcios de que fueran a votar, alternando súplicas y amenazas, mientras corría el rumor de que habría denuncias o multas para los abstencionistas.
"Nadie fuera de Egipto o en Occidente ha pensado en ningún momento que eran unas elecciones libres y justas", explica Hamid, pero esta ampliación de la votación "hace que el régimen parezca incompetente, cosa que dará argumentos a los Hermanos Musulmanes para decir que lo habían denunciado desde el principio".
La hermandad de Morsi, objetivo principal de la represión del nuevo gobierno interino que ha dejado más de 1.400 muertos y arrestado a 15.000 personas, pidió que se boicotearan las elecciones y dijo que no reconocería los resultados.
Esta sangrienta represión le ha costado a Al Sisi numerosas críticas de los países occidentales y la ONU pero también ha conseguido una importante popularidad entre los egipcios que viven en la inestabilidad desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en 2011 con la Primavera Árabe.
Sin dudas sobre el resultado
Para el politólogo Gamal Abdel Gawad, Al Sisi no "necesitaba ponerse objetivos tan altos en la participación, ya que cuando no hay duda sobre el resultado de unos comicios, no es fácil incitar a la gente a desplazarse para votar". El miércoles por la mañana, varios colegios electorales visitados por la AFP estaban completamente vacíos.
"Se han dado cuenta de que la participación era baja así que han añadido un día para aumentarla (...) todas las elecciones en este país están amañadas", dijo a la AFP Mohamed Ali Hagar, un joven asistente de dirección de cine que dice haber boicoteado los comicios.
El otro candidato, el líder de izquierda Hamdeen Sabbahi, que había amenazado con retirar su candidatura, al final la ha mantenido, pero afirmó que se ha alargado la votación "para manipular los resultados y los niveles de participación".
El hombre, de 60 años, no ha conseguido convencer a la población, dispuesta a ceder libertades a cambio de que otro militar, como todos los presidentes anteriores excepto Morsi, lidere el país y se recupere la economía y la estabilidad.
El gobierno interino liderado por Al Sisi desde hace 11 meses concedió el martes un día libre a los funcionarios para que fueran a votar. Pero, insatisfecho con los resultados de participación, decidió prolongar las votaciones hasta el miércoles.