Lugares tan simbólicos de la historia de Berlín como el aeropuerto de Tempelhof o la Bebel Platz, donde los nazis organizaron su quema de libros, son en estos días punto de encuentro de diseñadores internacionales que durante la Semana de la Moda convertido estos puntos en una gran pasarela.
Si el 10 de mayo de 1933 los Nazis utilizaron la céntrica plaza de Bebel Platz, junto a Unter den Linden, para proceder a la quema de 20.000 libros que consideraban contrarios a sus ideales políticos, 77 años después el mismo lugar fue ocupado por una larga pasarela por la que discurren tacones, trajes y complementos de más de una treintena de diseñadores llegados de todas partes del mundo.
ESPACIO URBANO
La Semana de la Moda de Berlín, que se celebra durante estos días, redefinió por completo un espacio urbano en el que una placa de cristal recuerda el día en el que las llamas redujeron a ceniza las ideas impresas de Thomas y Heinrich Mann, Bertolt Brecht, Erich Maria Remarque, Heinrich Heine y Karl Marx, entre otros.
La famosa hoguera, realizada por estudiantes pro nazis, tenía un claro afán por acabar con todo tipo de pluralismo político y de conciencia, tras el nombramiento de Adolf Hitler como jefe de gobierno.
Frente a las llamas de aquel día se situaba el ministro de propaganda Joseph Goebbels, quien lanzaba voces de aliento para que los incendiarios acabarán con cualquier vestigio de libros escritos por judíos, pacifistas u homosexuales.
PASARELAS
Durante estos días, sin embargo, la imagen del lugar es bien distinta y, las llamas de entonces se transformaron en focos, los gritos de los nazis en aplausos de los entendidos y las cenizas del papel en prendas de ropa con los más variados estampados.
El paso del tiempo y la evolución de la sociedad sirvieron también para que, haciéndose reales los peores augurios del Tercer Reich, en la misma plaza en la que hace décadas se quemar una parte de la cultura, hoy una de las personalidades invitadas es, entre otros, Klaus Wowereit, alcalde de Berlín y homosexual confeso.
Asimismo, el aeropuerto de Tempelhof, situado en pleno centro de la ciudad y punto de destino del puente aéreo que salvó a Berlín del bloqueo soviético entre 1948 y 1949, se encuentra ataviado de perchas, modelos y luces que iluminan otra pasarela de la Semana de la Moda, la "Bread & Butter", llena de tendencias urbanas.
HISTORIA
En 1948, la Unión Soviética decidió bloquear el acceso terrestre a la parte occidental de Berlín, con vistas a que los Aliados cedieran el control total de la capital alemana.
Gran parte de los berlineses quedaron entonces aislados, hasta que las potencias occidentales idearon establecer un puente aéreo, cuyas pistas de aterrizaje serían precisamente las de Tempelhof.
En el mismo lugar en el que hace 60 años los aviones estuvieron durante once meses trayendo víveres a los berlineses sitiados, se celebra en estos días una feria de moda en la que marcas como Boss, Diesel o Lacoste presentan sus ideas textiles para todos aquellos que se sienten más cómodos con unos pantalones vaqueros.
La "Bread & Butter", cuya traducción "Pan y Mantequilla" parece una alusión directa a los usos que tuvo el aeródromo, tiene su origen en la ciudad de Colonia, donde se conformó como una cita de moda alternativa a las pasarelas tradicionales.
Desde hace unos meses, y tras haber pasado también unos años en Barcelona, el salón de moda urbana volvió a aterrizar en Berlín, para convertir los hangares de Tempelhof en pasarelas y configurar así un original recinto en el que la textura de las telas se mezcla con el hierro de los aparatos aeroportuarios.
Aunque la decisión de convertir un lugar tan simbólico como la Bebel Platz en sede de un evento de moda no es aplaudido por todos, más consenso tiene la utilización, para los mismo fines, del heroico aeropuerto que, cerrado al tráfico aéreo desde 2008 y enclavado en medio de la ciudad, se establece como un novedoso espacio capaz de albergar acontecimientos culturales, por ejemplo.
La Semana de la Moda de Berlín, que existe desde el 2007, es prácticamente una recién nacida en el circuito de pasarelas internacionales, y como tal intenta hacerse un hueco al lado de Milán, París y Nueva York, para lo que no duda en utilizar la originalidad de ciertos espacios con los que cuenta la ciudad.
Así, la imagen que el mundo de la moda configura durante esta semana de Tempelhof y de la Bebel Platz, dos lugares cargados de memorias y recuerdos para los berlineses, evidencian que en esta vieja, y a la vez nueva capital europea, la historia no se tira a la basura, sino se recicla.