La fiscal de la Corte Suprema, Mónica Maldonado, recomendó al máximo tribunal del país pedir la extradición del ciudadano boliviano Alejandro Schayman, condenado a presidio perpetuo calificado por las agresiones que terminaron con la muerte de su hija, tras una agonía de seis años.

A través de un informe, Maldonado precisa a la Corte Suprema que el proceso debe desarrollarse porque se cumplen con todas las exigencias estipuladas en tratados internacionales y junto a ello la acción judicial no está prescrita ya que la instrucción del proceso se inició en 1996.

"Se cumplen, consecuentemente, con la totalidad de las exigencias establecidas en el Tratado de 15 de diciembre de l910, por lo que corresponde cursar la petición a la que deberán acompañarse los antecedentes a que se refiere el artículo XI del mismo Tratado y el art. 639 del Código de Procedimiento Penal; es decir, los datos y antecedentes necesarios para comprobar la identidad de la persona reclamada y copia legalizada de las sentencias condenatorias; además copia autorizada de las leyes que establecen y penan los delitos y regulan la prescripción de la acción penal y la pena", afirma el dictamen de Maldonado.

La recomendación de la fiscal de la Suprema deberá ser analizada por la sala penal del máximo tribunal del país. En una entrevista con el programa "Aquí en vivo" de Mega, el padre de Tamara Schayman justificó las graves lesiones que tuvo su hija por una enfermedad que padecía.

Consultado por estos dichos, el abogado querellante del caso Carlos Cortés, dijo que " lo que diga o no diga Schayman no tiene ninguna relevancia, y lo que estamos esperando en este momento es queel gobierno boliviano, una vez que sea requerido, entregue a Schayman al estado chileno".

EL CASO

A fines de marzo de 1996, la menor Tamara Schayman fue ingresada de urgencia a la Clínica Las Condes por sus padres. Tenía cuatro meses de edad y poco se pudo hacer por ella: presentaba muerte cerebral, además de un golpe en el cráneo, ceguera, hidrocefalia, diversos huesos rotos y múltiples lesiones internas. Nunca se recuperaría. Murió en junio de 2002, en la Clínica Santa María, sin abandonar su condición neurovegetativa. En sus declaraciones, Schayman confesó haber zamarreado a la menor "para que dejara de llorar", pero que nunca pretendió causarle las lesiones gravísimas.