Tras la explosión ayer de una bomba en el metro de Minsk, Bielorrusia, que causó al menos 12 muertos y 150 heridos, la fiscalía local calificó lo sucedido como un atentado terrorista. Hasta el momento Bielorrusia no era considerado un posible objetivo en este sentido, dijeron las autoridades.
La bomba fue accionada por control remoto, según el gobierno. El explosivo que contenía piezas metálicas para causar más daño y entre cinco y siete kilos de explosivos, fue colocado bajo un asiento del andén de la central estación de Oktiabrskaya.
Las autoridades detuvieron a cuatro sospechosos en relación con el atentado. El vicefiscal general Andrei Shved informó de los arrestos sin dar más detalles y dijo que no se trató de un ataque suicida, ya que el dispositivo fue accionado a distancia.
El objetivo del ataque fue desestabilizar el país, según Shved, que hizo las declaraciones al recorrer la zona de la explosión, según la agencia local Belapan.
El gobierno prometió a las familias de las víctimas una compensación de unos US$ 10.000
De las 126 personas que siguen en el hospital, 22 están graves, según el ministro de Salud, Vasiliy Zharko. También hay ciudadanos rusos entre las víctimas.
El presidente Alexander Lukashenko ordenó al servicio secreto KGB que "ponga el país patas arriba" para dar con los autores del atentado.
Sin embargo, los analistas de la situación política en Bielorrusia creen que Lukashenko, apodado el "último dictador de Europa", podría utilizar el atentado terrorista como pretexto para incrementar aún más la represión interna. En este contexto, algunos opositores incluso expresaron la sospecha de que el propio régimen estuvo implicado en el atentado.
El presidente afirmó que existe posiblemente un vínculo con una bomba colocada el Día de la Independencia en Minsk en julio de 2008, cuando hubo 50 heridos. El KGB detuvo entonces a cuatro presuntos miembros de la organización clandestina nacionalista Legión Blanca bajo sospecha de terrorismo, pero el caso nunca se aclaró.