Omar Estrada estaba de vacaciones en el sur cuando recibió una llamada de su padre. El fuego avanzaba por los cerros de Florida, Región del Biobío, y amenazaba con quemar su casa y las de otros familiares, quienes viven en el sector de Poñén Bajo. Por eso interrumpió su descanso y regresó rápidamente.

Aunque ya ha pasado más de una semana desde que retornó, el joven de 22 años no ha parado de colaborar en cuanta cuadrilla ha podido. Pero pese a sus esfuerzos, y el de vecinos y voluntarios, ha sido imposible extinguir las llamas.

"Empezamos haciendo cortafuegos en el sector del Puente 3 y luego en el 7, pero el incendio sigue avanzado igual", explicó Estrada, mientras veía elevarse una columna de humo tras la casa de su papá.

En la madrugada de este jueves, varias personas de ese sector debieron ser evacuadas preventivamente por personal militar, en una rutina que suma 13 días, desde que brotó el primer incendio. "No ha habido respiro. La gente está preocupada y da angustia verlos llorando porque uno no puede hacer nada", aseguró el joven.

El origen de todos los problemas que hay en la zona, y que la mantienen bajo un riesgo latente, serían meteorológicos y topográficos.

"En los lugares cercanos a Florida los vientos cambian de dirección tres o cuatro veces al día, eso, acompañado de muchas quebradas, complejiza demasiado las labores de combate del fuego", explicó el jefe de incendios de Conaf, Helio Pujol.

El funcionario añadió que el escenario en las zonas del Puente 7, El Quillay, Bodega, Poñén y Roa, sigue siendo complejo. Pero celebró que no hayan tenido que lamentar pérdidas humanas.

"La situación está contenida", subrayó Pujol, quien advirtió que pese a ello no hay que confiarse. "El domingo pasado al mediodía estábamos evaluando la posibilidad de levantar el puesto de comando en San Antonio, pero el viento cambió y la situación se salió de control", recordó el funcionario de Conaf.

Sin embargo, algunos creen que detrás de los rebrotes hay intencionalidad. Así lo ha manifestado el alcalde de Florida, Jorge Roa, quien estaba en una sede social de Poñén cuando se reinició el fuego el miércoles en la noche. "Por eso le ha pedido a los militares que intensifiquen sus patrullajes nocturnos", comentó uno de los asesores del jefe comunal.

Falta de apoyo

En el sector de Carabeo, otro de los puntos complicados, los vecinos también están inquietos. "Lógico que me preocupa, porque no es agradable tener el fuego encima de la casa", dijo Luis Fuentes, quien ha debido lidiar con tres grandes incendios en los 30 años que lleva teniendo su casa ahí. "Aunque nunca había tenido las llamas tan cerca", agregó.

Lo que sí tiene claro el hombre de 83 años, es que una vez que termine la emergencia deberá cortar varios de los árboles que rodean su propiedad. "Me encantan los pinos, encuentro que son muy bonitos, pero lamentablemente se han transformado en enemigos para nosotros", se lamentó.

Pese a los problemas meteorológicos, topográficos y de intencionalidad, Omar Estrada cree que los grandes responsables de la situación son las empresas forestales. "Tuvimos controlado el incendio todo el fin de semana gracias al trabajo de amigos y voluntarios que vinieron de Concepción y otros lados. El problema es que pudimos haberlo rematado, pero la ayuda nunca llegó", comentó el joven.

Según dijo, en varias oportunidades llamaron a una empresa forestal de la zona pidiéndoles que enviaran un helicóptero, pero fueron ignorados. "Les faltó atinar, si hubiéramos tenido ayuda esto no habría pasado. Faltó apoyo de las forestales", aseguró Estrada, quien se preparaba para adentrarse en el bosque con unos amigos a seguir construyendo cortafuegos.

Mientras, aviones y helicópteros iban y venían lanzando agua en las quebradas cercanas a las casas. "Ojalá esto termine de una vez por todas", dijo Estrada, con una mezcla de esperanza y resignación.