Este martes, el ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, participó en un seminario de Sofofa donde transmitió una visión muy optimista de la economía chilena y donde rebatió la advertencia que han hecho varios economistas sobre el peligro de un sobrecalentamiento, lo que desde ya limitaría el crecimiento del PIB para el próximo año.

Sin embargo, en ese mismo evento -aunque ya una vez que el secretario de Estado se había marchado-, el economista Hernán Büchi volvió a advertir sobre no caer en la autocomplacencia.

En esta entrevista, Fontaine retruca esa mirada, como también la noción de que el gobierno no está avanzando en las reformas de fondo que mejoran la productividad, la que, a su juicio, ya está mostrando un repunte. Para esto último cree que ha sido esencial el clima de pro emprendiminto e innovación que ha buscado instalar la administración del Presidente Piñera y donde un nuevo hito lo debiera constituir la agenda de competitividad que Economía ha venido trabajando desde fines de 2010 y que se dará a conocer antes de final de mes.

En las últimas semanas, usted ha salido a confrontar la noción de que Chile se pueda sobrecalentar. ¿No existe ese peligro?

Vemos que la economía ha acelerado el tranco, está creciendo al 7% en el primer bimestre y en 2011 lo hará levemente por sobre 6%. En tal contexto, estimamos que hay condiciones para que Chile pueda sostener ese ritmo de crecimiento también los años futuros. Esas condiciones son que todavía hay disponible capacidad productiva ociosa y que ya está creciendo la productividad.

Sin embargo, el propio BC ha advertido sobre el cierre de las brechas de capacidad y ningún economista prevé un crecimiento mayor de 5,5% para 2012.

Yo no voy a evaluar las proyecciones de mis colegas. En cuanto a la advertencia del BC, leo su actuación y dichos como medicina preventiva y no curativa. Estimamos que la recesión de 2009 abrió una brecha de capacidad disponible del orden de 5%. Parte de ella ha sido cerrada por el crecimiento de 2010 y también, en parte, el terremoto destruyó capacidad productiva. Pero aún queda brecha disponible y eso se evidencia en que, por ejemplo, la producción industrial todavía es 7% inferior al máximo del 2008. Los permisos de edificación están 35% por abajo del 2008. En el caso del comercio, las ventas por metro cuadrado disponible recién han vuelto a los niveles de 2008. Entonces sí, están creciendo fuerte la demanda y el PIB, pero a mí me extraña que en el debate entre los expertos no se haga alusión aeste análisis más pormenorizado por sectores.

Y en materia de productividad, ¿en un año lograron revertir la tendencia negativa que traía?

En el sector productivo vemos que hay indicios de un punto de inflexión, ya que si bien es muy temprano para que las nuevas medidas fructifiquen, se produce una reacción de los actores a las señales del Gobierno. Dos tercios de nuestra economía están liderados por empresarios y ellos han visto una política económica comprometida con el crecimiento, con la creación de empleos y con cruzar el umbral del desarrollo en esta década. Ese ambiente pro emprendimiento e innovación se traduce en más productividad desde ya, a lo que después se le deben sumar los efectos de nuestras medidas.

¿Qué muestran sus mediciones sobre productividad?

Todas las mediciones que yo he visto indican que la productividad venía cayendo hasta el 2009, producto de un cóctel en que se perdió la fe en la capacidad de Chile de alcanzar el desarrollo, se sobrerreguló la economía y hubo un fuerte aumento del costo de la energía. En 2010, y probablemente 2011, esa caída se interrumpió y hay un leve crecimiento. La enseñanza que nos da la historia es que estos procesos de renacimiento de la productividad y de la inversión son mucho más rápidos de lo que generalmente se prevé.

¿Cómo lo que están haciendo puede desarmar ese cóctel nocivo?

Por un lado, tenemos un gobierno claramente convencido respecto de la capacidad de Chile de ser un país desarrollado. Por otro, está la determinación de aplicar las políticas necesarias para ello, y en el caso de este ministerio, abocarse a barrer obstáculos al emprendimiento y la innovación. Y la tercera razón que me dice que vamos a despertar de esta siesta, es que las condiciones económicas mundiales son favorables. Pensamos que lograremos que la productividad le agregue entre 1% y 1,5% al crecimiento del PIB potencial, desde cero o negativo en los últimos años.

Pese a este escenario tan optimista que usted describe, buena parte del mundo económico no lo comparte. Esta semana, Büchi volvió a hacer un llamado a evitar la autocomplacencia y cuidar el exceso de asistencialismo.

Yo comparto plenamente el llamado a evitar la autocomplacencia, pero no percibo que la haya en absoluto.Respecto del asistencialismo, estamos buscando un equilibrio al fortalecer la capacidad de crecimiento de la economía, pero comoesos frutos siempre tardan en llegar, hay un esfuerzo sistemático y continuo pormejorar los programas de carácter asistencial.

El pareciera creer que no ha cambiado nada de fondo para que esta economía pueda crecer más en forma sostenida. ¿Está errado Büchi?

Yo tengo un gran aprecio por mi amigo y ex jefe Hernán Büchi, y recuerdo muy bien que esa misma discusión existía entre los expertos el año 1985 y 1986, cuando él era ministro deHacienda y yo gerente de Estudios del BC. Cuando había reunión con los opinólogos de entonces, le planteaban que era imposible que Chile, con las políticas vigentes, lograra acelerar su crecimiento, pagar su deuda externa, corregir el déficit fiscal, controlar la inflación. Y eran, así como ahora -y con esto no quiero decir que vayamos a tener tan buenos resultados como entonces-, una colección de pequeñas iniciativas que no se vislumbraban bien en el momento, pero que estaban ya, silenciosamente, echando a andar los motores de la productividad, de la eficiencia y de la inversión. Eso es lo que percibo que pasa hoy día. El a veces pone hincapié en las señales negativas que percibe, ante lo cual yo simplemente lo llamo a mirar también el lado de las señales positivas que se están dando.

Pero, en general, los economistas no ven avances en las reformas más duras que sí estiman afectan la productividad.

Eso es un juicio técnico que uno contrasta con lo que está ocurriendo en las empresas. Si fuera así, las empresas no estarían invirtiendo, ni contratando como lo están haciendo. Muchos de nuestros economistas hacen el diagnóstico de lo que falta por hacer y creen que mientras no se haga eso la productividad no se mueve. Pero no hay una ley física que establezca una relación matemática entre esas reformas que ellos piden y la productividad. La productividad surge de las acciones de los individuos en base a sus percepciones, expectativas, los premios y castigos que ven en el ambiente. Y cuando ven que hay una probabilidad importante de que, con todas las demoras propias de un proceso político, las reformas vayan al final a hacerse, se inclinan por empezar a actuar desde ya. Y los analistas que le apuntan a detectar ese punto de inflexión son los que después realmente son valorados.

De momento, sin embargo, no se ve iniciativa del gobierno en abordar el tema de las indemnizaciones, por ejemplo…

Lo que echo de menos en ese debate es entrar en los detalles. Todos podemos analizar en la academia los defectos de nuestra legislación laboral, pero un punto no menor es que cualquier iniciativa de esa naturaleza debe ser aprobada en el Congreso, donde no tenemos mayoría. Entonces, no sé si algunos de esos críticos no lo saben.