Un sonriente egipcio lleva en su espalda a un cordero que mira a la cámara con ojos inocentes. El destino de ambos es una mezquita donde el pequeño animal será sacrificado. Cristóbal Edwards, fotógrafo y profesor de periodismo visual de la UC, recorrió en febrero de 2008 el Nilo, río adorado como dios en la antigüedad, desde el templo de Abu Simbel, cerca de la frontera sur con Sudán, hasta El Cairo, en la base del delta del río, y la península del Sinaí. El resultado del periplo son imágenes tan conmovedoras como ésta, que se presentarán en la exposición Ra, el sol de Egipto, abierta desde el 5 de agosto en la sala de exposiciones de la Facultad de Comunicaciones de la UC (Alameda 340).

Edwards le agrega humanidad al monumental Egipto faraónico. Su viaje fue por tierra, avión, bicicleta y faluca, clásica embarcación con vela triangular del Nilo en la que permaneció durante tres días y tres noches. La razón que llevó al fotógrafo a Egipto (que hoy recibe cada año más de 10 millones de visitantes) no fueron sus magníficas ruinas e impresionantes paisajes. "Los recuerdos más queridos para la mayoría de los visitantes probablemente son los de la amistosa gente local y su rica forma de vida en los campos de las orillas del Nilo, los mercados y El Cairo. Es un país de atractivos contrastes y grandes historias para los viajeros de Occidente", explica.

La muestra no sólo estará compuesta por pirámides, desierto y arqueología. También descubrirá a la gente de la calle y sus costumbres, ritos, vestuarios, bailes y mezclas de creencias religiosas. "La religión islámica es la más prevaleciente", apunta Edwards. "Pero en El Cairo hay un barrio copto, una rama de la iglesia cristiana ortodoxa griega, con iglesias de arquitectura europea erigidas en el lugar donde habrían estado Jesús, María y José durante el exilio, escapando de Herodes. En Sinaí, también está el Monasterio de Santa Catalina, también custodiado por una rama de los coptos".

Para el fotógrafo resultó atrayente, por deformación profesional, visitar un país donde la luz solar ha marcado su devenir histórico: "Desde la antigüedad los egipcios han adorado el sol que, junto con el Nilo, sigue dando vida y marcando el carácter de esta nación. Desde el alba hasta el ocaso, el sol rige la vida tradicional y la oración. La luz en Egipto es fuerte, las sombras son definidas y los colores, nítidos".

La muestra, que incluye videos y música, está compuesta por cerca de 500 imágenes, agrupadas en siete capítulos temáticos que el espectador puede ver en el orden que quiera, a través de diferentes computadores emplazados en la sala de exposiciones. La banda sonora de este "ensayo visual" corresponde a Mozart in Egypt, experimento de un músico búlgaro que fusionó composiciones clásicas del austríaco con melodías tradicionales egipcias. "Hay arias de óperas cantadas en árabe o el Réquiem de Mozart mezclado con composiciones similares de Medio Oriente. La armonía y el contrapunto de la música clásica occidental difieren de la melodía lineal oriental, pero logran encontrarse de forma sorprendente", concluye Edwards.