Carismática y resuelta, Marine Le Pen, de 42 años, es favorita en la votación interna que designará al próximo presidente del grupo ultra-nacionalista y anti-inmigrante, cuyo resultado se conocerá el domingo.
El congreso del FN en la ciudad de Tours será seguido con atención en toda Francia, ante indicios de que el partido de casi cuatro décadas puede aumentar su caudal electoral en medio de un clima de problemas económicos y alto desempleo.
De hecho, muchos creen que el relevo que se prepara en el grupo, además de cambiarle el rostro y modernizar a la extrema derecha francesa, amenaza con plantearle un desafío al resto del sistema político galo.
"Deseo continuar la lucha de mi padre", dijo Marine Le Pen recientemente a la BBC. "Quiero luchar por lo que él creía, por lo que el pueblo francés quiere realmente. Si yo no lo hago, no creo que nadie sea capaz".
OTRO LE PEN
La sucesión del FN se produce después que el veterano Le Pen anunciara el año pasado que en 2012 desistirá de ser el candidato presidencial (por sexta vez) del partido que fundó en 1972.
La dilatada carrera política de este ex paracaidista del ejército francés, de 82 años, incluye varios comentarios públicos sobre el Holocausto o los inmigrantes considerados antisemitas o racistas, que le valieron incluso condenas judiciales.
Pero también incluye la sorpresa que dio en 2002, cuando pasó a la segunda vuelta de las presidenciales francesas y obligó a los izquierdistas a votar por el conservador Jacques Chirac para evitar su triunfo.
Ahora Le Pen apoya a su hija Marine para llevar al partido a una nueva etapa, tras un magro resultado electoral en 2007, cuando el actual presidente Nicolas Sarkozy logró captar una porción de sus votantes.
"Marine Le Pen tiene fuertes posibilidades de ser elegida" para liderar el FN, dijo a BBC Mundo Jean-Yves Camus, experto en tema de extrema derecha del Instituto francés de Relaciones Internacionales y Estratégicas.
MODERNIDAD
El único adversario para que Le Pen tome el timón de su padre es Bruno Gollnish, que durante tiempo ha sido el número dos del partido y a los 60 años representa la "vieja guardia" de la extrema derecha francesa.
Pero el favoritismo de Marine Le Pen no sólo tiene que ver con el peso de su apellido dentro del FN, sino también con la notoriedad pública que ha ganado en los últimos meses.
En diciembre, alcanzó los titulares de la prensa al comparar las plegarias de musulmanes en las calles de Francia con la ocupación nazi del país durante la Segunda Guerra Mundial.
Muchos vieron ese comentario como una muestra de su extremismo y estilo provocador. Pero, en otras maneras también se ha distanciado del viejo fascismo europeo que con que suele asociarse a su padre.
Una característica de Marine Le Pen es "la modernidad que contrasta con su padre, porque ella nació en 1968 y es alguien de una nueva generación", dijo Camus.
Eso se manifiesta por ejemplo en los jeans y tacos altos que suele vestir esta mujer dos veces divorciada y con tres hijos, pero también en su opinión a favor del aborto, algo que la diferencia de los católicos de línea dura.
"UN PROBLEMA"
Otra característica suya es su "voluntad personal de hacer política seriamente, tener su propia imagen independientemente de su padre, y llegar al poder", indicó Camus.
La candidata suele reiterar que su entrada a la arena política es la consecuencia natural de ser la hija de Le Pen y que su aspiración es liderar un "partido popular" capaz de trascender el electorado de derecha.
Diversos analistas se preguntan hoy si en la elección presidencial de 2012 Marine Le Pen podría quitarle suficientes votos a Sarkozy, cuya popularidad se ha derrumbado, para desplazarlo de la segunda vuelta.
"Puede plantearle un problema a Nicolas Sarkozy, efectivamente", afirmó Camus. "Pero de ahí a decir que va a llegar a la segunda vuelta hay un largo trecho".
Por ahora las encuestas le asignan hasta un 14% de intenciones de voto a nivel nacional, más que el registro que tenía su padre antes de otras elecciones.
En un contexto regional de crisis y donde la extrema derecha parece ganar vigor, los planteos de Le Pen de preferencia nacional y rechazo a la apertura a Europa pueden resultar atractivos para muchos franceses.
De hecho, un sondeo de TNS publicado esta semana por el diario Le Monde indicó que 22% de los encuestados apoya las "ideas" del FN (cuatro puntos más que hace un año) y la mitad cree que Francia tiene demasiados inmigrantes.
Ese es el caldo de cultivo que transforma a la votación del fin de semana entre 75 mil miembros del FN en un hecho trascendente y desafiante, no sólo para Sarkozy.