El accidente de Fukushima en Japón, después del terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, caló hondo en la opinión pública de las principales potencias nucleares y logró revertir una tendencia mundial al alza.
Ayer, el Presidente francés, François Hollande, confirmó el objetivo de reducir la dependencia a la energía nuclear desde el 75% actual al 50% en 2025, una de sus promesas de campaña. Además, anunció que la central de Fessenheim, la más antigua del país, cerrará en 2016. Francia, con 58 reactores en operación, es la mayor potencia nuclear en Europa.
Por su parte Japón, otra potencia nuclear, anunció el abandono progresivo de esta fuente de generación, para alcanzar un cierre definitivo hacia 2040. Antes del accidente, la producción atómica cubría 30% de la demanda energética nipona y planeaban aumentar ese promedio a 53% en 2030.
De esta forma, la segunda economía asiática se suma a Alemania y Suiza, que también decidieron acabar con esta fuente energética.
El mapa mundial de la energía nuclear muestra que están operativos 435 reactores, con una capacidad de 370.049 MW, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) de Naciones Unidas. Según el Sistema de Información de Reactores de Energía del OIEA, otras 64 plantas están en etapa de construcción.
Regreso al carbón
Hace unas semanas, Alemania comunicó que reconsiderará la decisión de cerrar sus minas de carbón hacia 2018. Esto se explica por el plan que busca desactivar los 17 reactores nucleares hacia 2022. El consumo de carbón subió 4,9% desde que la canciller Angela Merkel anunció la medida, tras el accidente en Japón.
La vuelta al carbón, en reemplazo de la energía nuclear, es vista por el mercado como la transición a las aún demasiado costosas energías renovables y, tras Fukushima, la tendencia ha sido global. El uso de carbón en el mundo creció 5,4% y representó 30% del consumo total de energía el año pasado, el mayor porcentaje desde 1969, según datos de BP Plc.
"Una buena opción son las energías renovables, pero el debate es más bien si nos lo podemos permitir", señala Javier Suárez, experto en energía de Nomura Group, puesto que si bien han tenido un fuerte desarrollo en Europa, son muy costosas. "Si metes demasiadas energías renovables en tu portafolio de activos de generación, dañas la competitividad de tu industria", en momentos en que se debate en Europa sobre cómo bajar los costos de la electricidad.
Señala que los costos de la generación eléctrica en Europa están en torno a 55 y 60 euros por megavatio/ hora, y pueden llegar a 80 euros en algunos países como Italia.
Suárez advierte que uno de los mayores problemas de Europa son los bajos niveles de interconexión entre los países. "Creando un mercado más líquido y más flexible, deberías tener unos precios de acceso a la energía mucho más bajos", asegura.
Destaca que la Comisión Europea impulsa políticas para avanzar en este tema y recomienda aprovechar la mayor influencia del Ejecutivo comunitario sobre los miembros para reestructurar el sistema energético.