El Presidente francés, Nicolas Sarkozy, prometió hoy ayudas de urgencia por un valor de 3 millones de euros para la zona devastada el sábado por la tempestad Xynthia, que pasó por el oeste del país dejando al menos 50 muertos.

Los servicios de socorro continuaron a lo largo del día las labores de búsqueda entre las casas inundadas o derruidas por las fuertes ráfagas de viento, esencialmente en los departamentos de Vandée y CharenteMaritime, los más afectados por el temporal.

Por el momento, se han encontrado 50 cadáveres y se sabe que nueve personas están desaparecidas, por lo que las autoridades no descartan que el balance se agrave en las próximas horas.

Mientras, los servicios de emergencia alertan de una nueva noche de peligro en CharenteMaritime, no tanto por la fuerza del temporal, que se prevé amaine, como por la alta marea sumada a los fuertes vientos del oeste, que pueden alcanzar hasta los 80 kilómetros por hora.

De visita a la zona dañada, Sarkozy habló de una "catástrofe nacional, un drama humano con un balance lamentable", tras lo que prometió acudir al socorro de los afectados y anunció una investigación para conocer los motivos del drama.

Desde AiguillonsurMer, la localidad del este del país que resultó la más afectada, Sarkozy señaló que ahora la prioridad es ayudar a los afectados y acompañar a los familiares de los fallecidos.

Para ellos aseguró que el Estado destinará 3 millones de euros, el triple de lo que habían anunciado varios miembros del gobierno horas antes.

Además, el Presidente firmará mañana el decreto que declara la región afectada por una "catástrofe natural", lo que facilitará el cobro de las ayudas y las indemnizaciones de las aseguradoras.

Por otro lado, el debate ha comenzado en el país, donde las edificaciones al borde del mar y la resistencia de los diques de contención han sido puestos en entredicho.

Sarkozy pidió la creación de una misión para estudiar la fortaleza de estas barreras de contención, mientras el presidente del departamento de Vendée, Philippe de Villiers, criticó la ligereza con la que se conceden los permisos para construir al borde del mar.