Francisco Brugnoli (1935) vive meses de balances. El director del Museo de Arte Contemporáneo inaugura mañana la muestra Colección MAC: Post 90, que se extiende hasta el 2 de julio y que reúne algunas de las donaciones que la institución ha recibido en las últimas décadas y que podría ser el broche de oro a su gestión como director en estos 19 años. A fines de 2016, el académico y artista anunció que dejaría el cargo y ahora lo confirma: "En julio comienzo mi retiro. El museo es hoy muy distinto a cuando yo llegué y la complejidad que tiene y la cantidad de acciones que realiza es tan diversa que ya no puede haber un director con un imaginario de lo que podría haber sido un museo de los años 60", dice.
El artista se pasea por las salas de la sede de Parque Forestal repleta de nuevas obras, algunas nunca exhibidas o recién adquiridas, de artistas que van desde Juan Domingo Dávila y Jorge Tacla, pasando por Natalia Babarovic, Claudio Correa, hasta los más jóvenes como Benjamín Ossa y José Benmayor, y saca cuentas alegres. "Estoy contento de haber ampliado el museo en superficie y en obras, hoy la colección es más diversa y transversal y siento mucha gratitud de los artistas y su generosidad con este museo. Creo que hemos hecho algo para demostrar que un museo de arte contemporáneo en Chile sí es necesario", agrega.
El director admite al mismo tiempo que la curatoría ha sido ardua y "dolorosa": "Seleccionar piezas es complejo, porque tenemos mucho, siempre quedamos estrechos aunque tengamos además de este edificio el de Quinta Normal. Este museo necesita una nueva sede acorde a la colección que posee; es una de las deudas del Bicentenario".
Vinculado a la generación del 60 y fundador del grupo Los Diablos ligado al pop art, Brugnoli recibió el edificio en 1998 en condiciones aún más difíciles. Su antecesora, Rosario Letelier, había logrado reabrir el primer piso del edificio, tras años cerrado luego de que el terremoto de 1985 lo dejara en ruinas. Al asumir, Brugnoli inició una campaña de reparación total que tuvo sus frutos recién en 2004, cuando bajo el gobierno de Ricardo Lagos recibió cerca de $ 1.750 millones, con los que se habilitó la sede completa: se recuperaron las mansardas que se habían perdido en un incendio de 1969, se construyó una nueva sala en el zócalo y se renovaron las instalaciones eléctricas, sanitarias y de climatización. Se sumó además la sede de Quinta Normal y junto con eso, el director impulsó la adquisición de obras, siempre a través de donaciones de los propios artistas, ya que la Universidad de Chile, de la que depende el museo, no cuenta con un fondo para compra de piezas.
El resultado se puede ver ahora en Post 90, con una selección que incluye también trabajos que, aunque han ingresado tras la vuelta a la democracia, corresponden a épocas pasadas, entre ellas fotografías de Antonio Quintana, la obra Las dos Fridas de las Yeguas del Apocalipsis, o una serie de esculturas de Gustavo Poblete. En estos últimos años, el MAC ha debido ponerse al día, y eso significa rellenar vacíos en su línea de tiempo como las obras de los 70 y 80, de artistas como Elías Adasme, Luz Donoso y el Grupo CADA, que ingresaron a la colección recién en 2010.
¿Es posible establecer un canon del arte chileno a partir de estas obras?
Es muy difícil en estas condiciones, porque nunca hemos tenido dinero para comprar; lo que tenemos son donaciones, aunque la mayoría de los artistas accede a entregarnos las piezas específicas que a veces les solicitamos. Nuestra misión es más bien la de mostrar una situación cultural transversal. Hoy suceden muchas cosas en el arte; es una suma de actualidades y es lo que intentamos hacer presente, no tanto plantear paradigmas, sino lo que supone ser contemporáneo: estar inserto en la actualidad.
¿Cómo planea su salida del MAC?
Aún debo sostener una conversación con la decana, pero la idea es que una comisión analice la situación actual del MAC y haga un perfil del nuevo director. No participaré en la elección pero sí en la transferencia, la idea es no dejar al museo descabezado.
Según su opinión, ¿cómo debiera ser el perfil del nuevo director?
Me gustaría que fuese un artista joven. Hoy hay nuevas tendencias en el arte, ha aparecido el arte medial y las nuevas tecnologías, y tiene que ser alguien que esté inmerso en ese mundo. Yo he podido abrir un brecha con proyectos como el de Anilla Cultural, que realiza actividades de extensión que cruzan arte y tecnología, y hace años tenemos un convenio con la agencia española AECID que nos ha permitido conectarnos en red con proyectos similares en Brasil, España, Uruguay, Argentina y Colombia. El tema de lo transdisciplinario en el arte es fundamental y es lo que el museo debiese posicionar y consolidar.
¿Cree que el museo debería dejar de depender de la Universidad de Chile para aspirar a mejor financiamiento, por ejemplo?
No. Creo el MAC tiene que estar inserto en un medio universitario, es la única forma de transferir y hacer transversal el conocimiento. El tema va más allá de la Universidad de Chile: tenemos un problema cultural que nos ha llevado a tener un mundo fragmentado y ensimismado. Pero la transformación se debe vivir también en las escuelas de arte, que hoy funcionan de una forma totalmente extemporánea, y creo que el museo es el lugar donde pueden abrirse esos imaginarios.
¿Está conforme con su gestión en el MAC?
No, porque yo propuse un programa de gestión que no se cumplió del todo. Lo primero era recuperar el edificio y lo segundo era valorizar el museo con un presupuesto adecuado, con fondos para aumentar la colección, y eso no se ha logrado. Será el mayor desafío que tenga el nuevo director.
¿Cuáles son sus planes futuros?
Quiero dedicarme a mi obra que hace tiempo la tengo abandonada y también preocuparme de escribir, ahora mismo trabajo en una historia sobre el programa de extensión de la Universidad de Chile que la tengo postergada. Tengo muchas cosas que contar.