Francisco Huaiquipán no consigue permanecer un rato tranquilo. Mira de un lado a otro, ordena a sus colaboradores y se involucra en un ejercicio de fútbol recreativo con los alumnos de la escuela de talentos que acaba de montar entre Libertad y República, en Maipú, y que replicará en San Vicente de Tagua Tagua. Son unos 40 niños, todos perfectamente uniformados con una camiseta verde fluorescente y pantalones y medias negras, que corren de un lado a otro y que, según sus edades, se someten a distintas exigencias. Cada vez que aciertan, reciben el efusivo reconocimiento de su profesor, a quien conocen más como personaje televisivo que como ex futbolista de Primera División.
El anfitrión se ilusiona con las condiciones de uno de los pequeños, que roza los diez años y que marca notorias diferencias en el grupo. El halago va ligado a las primeras pistas respecto de su nueva identidad. "Éste es buenísimo. Le dicen 'el Huaiqui'. Quiero enseñarles a estos niños todo lo que he vivido como futbolista y como persona. Hoy soy otro. Le sirvo a Dios. Y quiero que no les pase lo mismo que a mí, que no supe aprovechar mi talento", se propone.
Quien habla intenta dejar de ser el Huaiqui, el personaje que ganó notoriedad en los realities televisivos por sus excesos verbales y que aún inspira memes y burlas en las redes sociales por sus modales. El que en una entrevista de TV, después de que le preguntaran cómo estaba la pierna (a raíz de una lesión), contestó con una frase que se quedó para siempre en la memoria colectiva: "Mi pierna está bien, en la casa, cuidando a mis hijos. Y le quisiera mandar un saludo, que la quiero mucho y que me espere con algo rico". El futbolista que dilapidó condiciones exquisitas que pudieron llevarlo mucho más lejos que aquella temporada en Colo Colo, con el título en plena quiebra incluido, que justificó que se despidiera del fútbol en el Monumental.
Un pasado del que aún gira a cuenta. Ahora, mide cada respuesta, procura demostrar sus progresos lingüísticos y, de reojo, corrige a sus dirigidos. "El chicle, afuera", le ordena a uno de los más chicos, quien obedece y parte al alambrado para botar la goma de mascar. En dos horas, jamás se le escuchó una mala palabra. Y sí varias arengas.
Su paso por la pantalla chica le genera reflexiones encontradas; "Me afectó mucho. Cometí muchos errores. Estuve metido en los realities. Del fútbol pasé a programas de televisión y no muchos jugadores han vivido eso. No tengo una explicación. En los realities me mostraban como agresivo, de un carácter fuerte. Era así, pero no siempre. Discutía por nada y hoy no. Con Mitzi somos una pareja muy feliz. Ella me apoyó siempre y no le hice caso. Me pregunta por qué no cambié cuando estaba en plenitud. Dios sabe cuando escogerte. Tuve que pasar muchas cosas en mi vida y me escogió ahora. Ahora me felicita y me dice que con mis actos demostraré de qué soy capaz. Tengo ganas de ver que el niño patea y corregirlo. Y que el papá vea cómo progresa".
Con La Tercera habla Francisco, el ex jugador de fútbol que, a los 38 años, busca la redención. El que revela que en abril sintió un llamado divino que lo llevó a dejar atrás los excesos y a refugiarse en la Biblia. Y el que hoy afronta con fortaleza el lío policial que involucra a sus hijos, el homónimo Francisco y Gerardo, en un crimen ocurrido en una discoteca de la comuna el 5 de junio de 2016. El último está prófugo. "Como familia no nos gusta. No es lo que se dice. Si mis hijos tuvieran algo que ver, estarían detenidos. Que no me ensucien a mí ni a mis hijos. Ellos no dispararon. Sólo corrieron", dice sin querer referirse demasiado al tema.
El golpe no parece derrumbarlo. Escudado en la fe y motivado por el proyecto que podría derivar, después, en la construcción del Templo del Talento en un terreno de 30 mil metros cuadrados que le facilitó un amigo, el ex mediocampista nacido en La Legua repasa una vida de logros y excesos con cruda, pero natural sinceridad. Como pocas veces.
La confesión no requiere siquiera ser introducida. Habla, sin filtros, el nuevo Huaiquipán. El redimido, el recuperado. El profesor. El hijo de Dios. "He dejado muchas cosas. Fumaba mucho, dejé la droga, el alcohol. Soy una nueva criatura. Estoy puro de alma y de corazón, íntegro de mente. Quiero estar para toda la vida con mi familia. Cometí muchos errores. Como jugador, también. Esos que no quiero que cometan estos niños, que viven en poblaciones y eligen el camino más fácil. Hay muchos niños talentosos que hay que aprovecharlos".
Por primera vez, el ex volante surgido en Magallanes asume que la adicción lo acompañó durante toda su carrera deportiva. "Nunca quise referirme a todo esto. Y si te lo digo ahora es por la autoridad que me da Jesucristo, enfrente tuyo. No tengo vergüenza. Al contrario. Creo que me engrandece mucho más, porque así tengo la autoridad para decirle al padre qué quiero para su hijo. Hace un tiempo, era imposible. Me iba a ver mal de todas formas, con olor a cerveza o vino. También fumaba mucho", sostiene, imbuido en un rol formativo para el que se compromete a prepararse. Pretende estudiar en el INAF para ser entrenador, pero antes debe terminar el Cuarto Medio. Dice que lo hará este año.
El proceso no ha sido fácil. "Dejar todo de la noche a la mañana es tremendo. Es la voluntad de Dios la que se hizo conmigo. Hoy soy una persona nueva, juego como si tuviera quince años. Estoy feliz. No tengo muchas palabras. Es algo sobrenatural lo que me está pasando. Sólo hay que amar a Dios, agradecerle día a día. Los tiempos de Dios están cerca y creo que soy un escogido en el último tiempo. Por eso, estoy muy feliz, muy contento y creo que esto será algo maravilloso", refuerza, con absoluta convicción.
La marihuana fue la compañera de sus peores días. Curiosamente, aquellos en los que cosechó su mayor reconocimiento público, por sus actuaciones en la cancha. También abusó de la cerveza y el vino. "Fumé toda mi vida y nunca se supo. Por eso te digo que hoy tengo toda la autoridad de mi Dios amado de decir que sí fui un consumidor. Por eso le puedo hablar a ese niño de 16 años que consume, porque sé lo que siente. Yo lo sentí. Ese niño no siente lo que yo sentí, el Espíritu Santo, que es algo maravilloso, algo sobrenatural. Ha cambiado mi vocabulario, mi forma de ser. Puedo explicarte muchas cosas. Ese terreno que me donaron. Hay empresas que me están ayudando", detalla, para reflejar un verdadero milagro.
Huaiquipán no esconde que se drogó siendo futbolista. Y siempre se las ingenió para que los controles antidopaje no lo denunciaran. "Fumé marihuana cuando jugaba y nunca me pillaron. Hay secretos para que esas cosas no aparezcan en los controles. Desde chico me las comentaron. Ya está, ya fue. Hoy soy otra persona. Por eso están estos papitos acá (en alusión a unos 20 apoderados que miraban la práctica con entusiasmo y que gritaban instrucciones)".
El ex mediocampista de Everton, Santiago Morning, Antofagasta, Rangers, San Felipe y San Marcos de Arica en Chile, Atlante en México y Perisik Kediri en Indonesia sigue repartiendo instrucciones. "¡Que el pase sea seguro, que sea rápido! ¡Piense rápido! ¡Juegue, disfrute! ¡Buena, estai para el Manchester City", se le escucha decir cada cierto rato. Cuando se mete en el juego, regala también la maniobra que se transformó en su sello, aquella en la que golpea el balón con el taco para hacerlo rebotar en el borde interno del pie opuesto y descolocar a su marcador. Tampoco se complica si, después de perder el balón, tiene que pasar a ser el 'tontito'. Simula presionar a los chicos y ríe genuinamente si alguno lo elude.
El nuevo Huaiquipán ya no reclama. Al contrario, escucha. Se rodea de profesionales y confía en ellos. En su escuela, que financia con el aporte de empresarios amigos, hay preparador físico, paramédico, dentista, psicólogo y asistente social. Se paga mensualidad, pero también hay espacio para jugadores becados por sus patrocinadores. Y la intención es que, al cuarto mes, pueda conseguir la personalidad jurídica que le permita optar a recursos públicos para tender a la gratuidad.
"Cuando estuve en mi mejor nivel, hacía lo que quería. En la semana me amanecía tres o cuatro días. Tomaba todos los días. Cuando te sientes con fama, te sientes con dinero, a pesar de que no gané mucho, haces cosas que no tiene que hacer un futbolista. Hoy, te repito, puedo decirle a ese niño lo que no debe hacer. Y cuál es el camino correcto", concluye el nuevo Huaiquipán.