Tras una estadía en Chile de dos semanas, el cardenal Francisco Javier Errázuriz viajó el lunes en la noche a Roma. "Deseaba asistir a la última audiencia general que tendría el Papa Benedicto XVI", comentó el único chileno entre los 115 cardenales que, antes de Semana Santa, tienen la misión de elegir al nuevo Pontífice.
Desde Roma y a través de un cuestionario, monseñor Errázuriz abordó con La Tercera las últimas horas de Benedicto XVI en El Vaticano, detalló cómo interactúan los cardenales en el cónclave y evaluó la gestión de ocho años del saliente Papa: "Ha tenido el valor de podar lo que era insano".
¿Cómo vio a Benedicto XVI en su último día en el Vaticano?
Estuve con él el jueves, en la audiencia en que recibió a los cardenales. Eramos alrededor de 130. Quedé admirado de su entereza. Mientras todos nos despedíamos de él emocionados, él estaba muy sereno. Al atardecer, cuando partió del Vaticano, lo vi frágil, pero sonriente y agradecido.
¿Hay tristeza por su salida o expectación por el nuevo Papa?
Se unen ambos sentimientos. Cuando se elevó el helicóptero, todos lo despedíamos. Después, un gran silencio invadió la ciudad. A la gratitud se une ahora la oración y la esperanza de que Dios nos regale un Papa santo y sabio.
Debido a que cumple 80 años en septiembre, esta es su última participación en un cónclave. ¿Cuál es su reflexión al respecto?
Pensaba que el cónclave anterior sería el último para mí. No esperaba que el Papa renunciara. Reflexionar sobre la Iglesia con los demás cardenales en las "congregaciones generales", que comienzan este lunes, intercambiar sobre sus desafíos y sobre la vida y los carismas que Dios le regala, es realmente una gracia. La búsqueda de la persona que Dios ya tiene en su mente no es sólo un desafío. Son horas de oración, en las cuales el Señor está muy cerca de quienes quieren pensar y elegir como él lo hizo cuando escogió a san Pedro como primer Papa.
¿Cuáles son los procedimientos que marcan el cónclave y cuál es su participación en él?
Se inicia con la celebración de una misa en la que participan todos los cardenales. Alojaremos en la Casa Santa, que cuenta con 120 piezas, y durante los días de las votaciones no saldremos a Roma. La capilla de la Casa pasa a ser el espacio más frecuentado por todos. Evidentemente, nada impide consultar a otros cardenales que conocen mejor a otros "candidatos". Pero en el sentido verdadero de la palabra, no hay candidatos que ofrezcan programas o promesas; no hay alianzas ni acuerdos electorales. El reglamento interno del cónclave nos pide votar en conciencia, sintiéndonos libres de escoger a aquel que nos parece más apto. Las votaciones ocurren en la Capilla Sixtina. La urna está delante del gran cuadro de Miguel Angel sobre el juicio final, para que tengamos presente que por esta decisión también seremos juzgados por el Señor. Los votos ofrecen una gran dispersión en la primera votación, hasta que un nombre obtiene dos tercios de las preferencias. Al elegido se le pregunta si acepta la elección. Después entra en la pequeña sacristía de la capilla y sale vestido con la sotana blanca que lo distingue. Mientras, los votos son quemados en una pequeña chimenea con una sustancia química, para que el humo que todos esperan salga de color blanco.
Considerando que en Latinoamérica se encuentra el 42% de los católicos en el mundo, ¿cuáles son las posibilidades de que salga electo un Papa latinoamericano y cuál sería su relevancia?
Sin lugar a dudas, las puertas están abiertas a la elección de un Papa latinoamericano en este cónclave o en un cónclave futuro, pero no me atrevo a vaticinar cuándo tendremos esa alegría. En general, no se elige a alguien por provenir de tal o cual continente, sino por ser la persona más apta para que guíe la Iglesia y preste el servicio del Evangelio a este mundo.
¿Cuál es su opinión respecto de los ocho años de ministerio de Benedicto XVI?
Benedicto XVI ha sido un Papa sabio, distinguido por ser un hombre de paz y esperanza, como asimismo, de gran sobriedad y humildad. Ha tenido el valor para abordar con espíritu de justicia y solidaridad no sólo los problemas sociales de nuestros países, sino entre ellos, el respeto a la vida de los más indefensos y los delitos de pedofilia contra los niños y los jóvenes. Ha alentado a todos los carismas y ha tenido el valor de podar lo que era insano.