A días de partir a Roma para integrarse al grupo de ocho cardenales nombrados por el Papa Francisco para asesorarlo en la modificación de la Curia Romana, el cardenal y arzobispo emérito de Santiago, Francisco Javier Errázuriz (80), hace un alto en sus actividades. Primero, a través de un cuestionario, y luego respondiendo algunas preguntas en forma presencial en su casa en Providencia, se refiere a los cambios en la administración de la Santa Sede que se discutirán el 1, 2 y 3 de octubre en el Vaticano. También, al tema que lo trajo de vuelta a la agenda pública en las últimas semanas: la demanda por $ 450 millones que los denunciantes del ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima, interpusieron en contra del Arzobispado de Santiago y las menciones a su eventual responsabilidad en el caso que realizó el domingo pasado, en televisión, el médico James Hamilton.
Hace dos semanas, los denunciantes de Karadima interpusieron una demanda en contra del arzobispado, argumentando que esta institución había incurrido en "negligencias sistemáticas" en la causa que los afectó y en otras. ¿La Iglesia de Santiago tiene responsabilidad civil en el caso?
Puedo entender que estas tres víctimas busquen obtener una indemnización por el gravísimo daño sufrido, porque, efectivamente, al escuchar sus testimonios se siente su tremendo dolor. Sin embargo, no sé por qué razón no le pidieron la indemnización al sacerdote Karadima, a quien la Iglesia condenó severamente.
El Vaticano declaró culpable de abusos a Karadima, pero en diócesis como las de Boston, Estados Unidos, son los arzobispados los que han sido sujeto de demandas. En este caso, la acción afirma perseguir la eventual responsabilidad civil del arzobispado, que usted encabezó por una década.
En la demanda judicial que hicieron afirman que el arzobispo de Santiago sabía de estos abusos sexuales y no tomó medidas para que ellos no fueran abusados. Esta suposición no corresponde a la verdad.
James Hamilton cuestionó hace unos días la verosimilitud de que la Iglesia y usted mismo, como cabeza entonces del arzobispado, no hubiera sabido de los abusos.
Si no hubiera sido por las denuncias que ellos (Juan Carlos Cruz, José Andrés Murillo y James Hamilton) hicieron, no habríamos sabido de los abusos sexuales. Fue fundamental que, después de muchos años, se atrevieran a denunciar, también porque alentaron a otros a hacer lo mismo.
CAMBIOS A LA CURIA
Usted fue nombrado por el Papa Francisco para contribuir a implementar reformas en una organización que, si bien ha sido afectada por escándalos, existe desde el siglo XVI. ¿Qué disposición hay en la Iglesia para estos cambios?
Probablemente, hay unos pocos a los que no les agrade y consideren intocable lo que existe. Pero, en la mayoría, despierta un gran entusiasmo y la intención de colaborar. Es la primera vez, desde hace quién sabe cuánto tiempo, que un Papa abre tan ampliamente las puertas para recibir aportes que lo ayuden a guiar la Iglesia y a renovar las instituciones (...). De una manera más limitada, pero verdadera, prolonga la iniciativa del Papa Juan XXIII, cuando convocó al Concilio Vaticano II.
¿Cuáles son las reformas que, según su parecer, debieran implementarse en la Curia?
Casi unánimemente, en las proposiciones que vienen del Tercer Mundo se pide que sean muchas las nacionalidades que estén presentes y aporten lo suyo en la Curia Romana. Actualmente, la presencia de América Latina, donde vive el 41,14 % de los católicos del mundo, es muy reducida. El mismo Papa Benedicto XVI decía que se tiene la impresión de que la Curia Romana centra sus preocupaciones en Europa. Pero son numerosas las sugerencias sobre muchos otros campos.
Otra área que se ha anunciado será sujeto de revisión es el denominado Banco Vaticano. ¿Cuáles son los criterios que existen sobre la existencia y operación de esta entidad?
Hay voces que no quisieran tener ninguna institución de orden financiero en el Vaticano, ya que para eso existen los bancos públicos. Otros dicen que, si esto está bien controlado, si no se están pidiendo intereses excesivos, salvo los que son necesarios para el funcionamiento de la institución, debe mantenerse. Es una discusión que busca una manera coherente con la ética y el Evangelio, a la vez que solidaria y sobria, para facilitar el empleo de esos bienes, con una finalidad misionera y solidaria.
Uno de los aspectos que se ha criticado es la falta de transparencia de esta organización.
El Papa ya decidió que esta institución financiera tiene que cumplir con todas las normas de transparencia de los bancos europeos.
Tanto el Papa Benedicto XVI como el Papa Francisco han nombrado a grandes expertos, de probada trayectoria y experiencia, en los puestos de confianza. Pocos meses después de asumir, el Papa Francisco comenzó a tomar otras medidas. Además, fue firmada la convención en pro de la transparencia bancaria.
Usted vivió varios años en Roma. ¿Los escándalos asociados a esta entidad afectaron en lo cotidiano a los clérigos?
Nada de esto ocurría hace 20 años, cuando trabajaba en Roma (como secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica). Recientemente, bancos eu- ropeos bloquearon sus relaciones económicas con este instituto para las obras de religión. En ese momento fueron bloqueadas todas las cuentas, y cada persona e institución que las tenía tuvo que identificarse de nuevo, de manera que quedara en claro, por así decirlo, su identidad y la finalidad de las cuentas abiertas. También si eran utilizadas con otros fines ajenos a los propios de la institución. Esto pasó hace unos dos años.
¿Usted resultó afectado?
Yo abrí allí una cuenta cuando trabajé en el Vaticano. La mantuve para tener algunos euros cuando fuera a Roma. Hace alrededor de un año quise retirar unos cien mil pesos. Me llevé la sorpresa de que estaba bloqueada. Tuve que identificarme, informar sobre mi domicilio y el destino del saldo de la cuenta. Este nuevo empadronamiento de los usuarios ocurrió, a mi entender, porque se temió que algunas cuentas estuviesen siendo utilizadas por personas que no tenían nada que ver con la Iglesia, y que las utilizaban de manera turbia. Las medidas de transparencia tomadas por el Papa han sido convincentes para la asociación de bancos europeos, que ha normalizado las relaciones.
Las eventuales reformas que menciona involucran principalmente a clérigos. ¿Hay alguna que afecte más directamente a los laicos?
En estos días me alegró especialmente una: que en los tribunales a los cuales llegan las causas de nulidad matrimonial siempre haya un sacerdote o un laico cuya atención se centre en el sufrimiento humano y espiritual, y ayude a cada uno, después de la separación, a reencontrarse con la misericordia de Dios y a perdonarse mutuamente.
VIVIR EN CELIBATO
El nuevo secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, afirmó esta semana que el celibato es una tradición y no un dogma. ¿Cree que la promesa de castidad que hacen los clérigos pueda ser modificada con el Papa Francisco?
La pregunta no es si se suprime el celibato, si no si se relaja la norma. Esto es: si se cambia la obligación que asumen actualmente todos los diáconos en la Iglesia Católica de rito latino, de ofrecerle a Dios la vida entera, sin obligaciones matrimoniales, al servicio de la evangelización, o si algunos podrían dedicarse parcialmente al apostolado sacerdotal y ser casados. Lo que afirma el nuevo secretario de Estado es que el celibato de los sacerdotes en la Iglesia latina no es un mandamiento inmutable de la ley de Dios. Varios apóstoles, entre ellos San Pedro, fueron llamados por Jesucristo a ser apóstoles siendo casados. Sin embargo, entregarse totalmente al servicio del Reino de Dios y dedicarse a ello con todas las fuerzas y todo el corazón estaba muy cerca del celibato, de la dedicación exclusiva. Es un asunto de vocación. La vocación pastoral y la consagración a Dios, con corazón indiviso en el celibato, confluyeron en la Iglesia latina como el valioso encuentro de una valiosísima vocación con un gran carisma.
Usted reafirma que el celibato no es un mandamiento bíblico para los clérigos, pero ¿existe real disposición para efectuar una reforma en este punto en la Iglesia?
Teóricamente es posible que un Papa, este Papa u otro Papa, permita que algunos hombres casados, o con vocación al matrimonio, sean ordenados sacerdotes para el bien del pueblo de Dios. De hecho, esta práctica existe en las iglesias católicas orientales, como también entre las comunidades anglicanas que regresaron a la Iglesia católica. También han sido ordenados sacerdotes hombres casados de vida ejemplar, en situaciones de persecución. Si un Papa reflexionara hacer de esta práctica algo más habitual, seguramente lo consultaría con los obispos del mundo entero y lo rezaría mucho, para saber si Dios lo quiere. Pero es claro, el Espíritu Santo, que les regaló a la Iglesia y a otras confesiones religiosas el carisma de la consagración a Dios y al servicio de los hermanos en el celibato, va a seguir despertando este carisma, haciéndolo florecer en hombres y mujeres santos, y ganado para ellos la gratitud del pueblo.