François Hartog, el hombre del tiempo

El reputado historiador francés dará hoy una charla, en el festival Puerto de Ideas de Valparaíso.




El tiempo es un ingrediente crucial de la historia, por si hiciera falta decirlo. Y sin embargo, como constata Lynn Hunt, en Measuring time, making history, se da poco que los historiadores ahonden en el problema de la temporalidad. Una excepción notoria la provee François Hartog (1946), invitado al festival porteño Puerto de Ideas.

Director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, donde enseña historiografía antigua y moderna, para este historiador y doctor en Letras es de la mayor importancia prestar atención a la relación que sostenemos con el tiempo en que vivimos. Y a la que otros sostuvieron con el suyo propio. Tanto así, que acuñó la expresión "regímenes de historicidad", que es también el nombre de uno de sus libros más conocidos.

Un régimen de historicidad es la manera en que una sociedad, obligada a generar un orden del tiempo, articula presente, pasado y futuro. Una manera, dicho de otro modo, de traducir y ordenar las experiencias del tiempo. Para ilustrar el punto, Hartog ha planteado que al menos desde los 80 vivimos en un "tiempo desorientado". Y agrega: "El concepto moderno de historia, que se impone en Europa en el siglo XIX, se apoya en un tiempo abierto al futuro. A un futuro visto como deseable y positivo. Pero el futuro ha perdido estos valores y desde los 80 hemos empezado a hablar de la crisis del futuro, de sociedades desorientadas". Y lo que ha reemplazado a este futuro es un "presentismo" omnipresente donde, en palabras de Hartog a La Tercera, "estamos completamente concentrados en la respuesta inmediata a lo inmediato".

Este "presentismo", esta especie de enamoramiento con el ahora, que ignora el mañana y reformula el ayer, se conecta con el tema de su ponencia en Puerto de Ideas. Hoy, en compañía del académico chileno José de Nordenflycht, dictará la conferencia "Patrimonio y presente: una reflexión sobre el sentido del tiempo histórico".

UNA TRAYECTORIA

Ha dicho Hartog que eligió su senda intelectual por el interés que en él despertó la historia antigua, en particular, la mitología comparada y lo que a este respecto planteó Georges Dumézil, el autor de Mito y epopeya. Soplaban fuerte por entonces los vientos de la lingüística, el estructuralismo y la antropología, y el joven historiador se vio inclinado hacia el padre de su profesión. Así nació El espejo de Heródoto (1980), que estudia los vínculos entre los enunciados del texto y el saber compartido, entre la historia y la ficción.

Este apetito historiográfico se extendería a su compatriota Fustel de Coulanges, autor de La ciudad antigua, libro influyente donde las haya. Otro influjo significativo en su reflexión y su obra fue el de Reinhart Koselleck, el inclasificable historiador alemán que advirtió la singularidad de la noción de tiempo desde los inicios de la Edad Moderna -singular, en tanto no repetible- y el modo en que la aceleración del tiempo ha definido la experiencia de la modernidad.

El "presentismo" deriva de estas cavilaciones y se vincula con un fenómeno propio de la segunda mitad del siglo XX: el ocaso de una historia asociada a la idea de progreso. Episodios como el Holocausto judío, en tanto negación radical de la humanidad del hombre, parecieron cerrar las puertas a una mayor autonomía, igualdad y libertad de la mano de la historia. Y lo que queda no es sólo el aferrarse al presente -al "presentismo"-, sino a la memoria, que vendría a imponer sus términos a la historia. Por ello es dable preguntarse si el creciente interés por lo patrimonial viene de ahí, así como el que despiertan la conmemoración y la identidad.

Hartog responde a este diario que éstas son, sino ídolos, al menos "palabras rectoras de nuestra época, precisamente, porque la Historia, que fue la divinidad mayor, ha visto desvanecerse su magisterio". El patrimonio, así las cosas, "es una noción para tiempos de crisis. Cuando los referentes se desmoronan, cuando la aceleración del tiempo acentúa la desorientación, uno busca preservar lugares, objetos, gestos, para hacer habitable un presente en que ya no nos ubicamos".

Usted escribió que los fundamentalismos se han visto favorecidos por el presentismo…

Creo que manifiestan una relación presentista con el tiempo, un rechazo del tiempo moderno, con lo que dibujan una perspectiva apocalíptica.

Y la "historia del tiempo presente", ¿contribuye a superarlo?

Precisamente, porque no se deja vencer por las exigencias del presente, esta área de la historiografía es quizá una manera de ponernos en guardia contra el presentismo.

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