Cuando un gorila de 181 kilogramos agarró a un niño de cuatro años en el zoológico de Cincinnati, el equipo y autoridades del recinto decidieron sacrificar al animal para salvarle la vida al pequeño. Sin embargo, el tirador especializado que mató al especimen no era policía.
El autor del disparo, por el contrario, es un miembro especialmente adiestrado del personal del zoológico y pertenecía a uno de los muchos equipos destacados para enfrentar emergencias ante animales peligrosos en las diversas instalaciones de ese tipo en el país.
Dichos equipos entrenan en polígonos de tiro, esconden fusiles y escopetas en diversos lugares de los zoológicos, y clasifican a las especies más peligrosas que tienen bajo su cargo. Sus miembros entrenan en simulacros difíciles para afrontar situaciones como la que se presentó en Cincinnati, donde el niño anteriormente mencionado cayó en el espacio de exhibición del gorila.
Las autoridades no han hecho público el nombre del tirador especializado.
"Todos sabemos, cada vez que vamos a trabajar, que somos responsables de la seguridad no sólo de los animales a nuestro cargo, sino también de nuestros colegas y del público visitante", dijo Denise Wagner, integrante del equipo de respuesta en el zoológico de Phoenix, donde es cuidadora de primates especializada en orangutanes. "Nos tomamos muy en serio esa responsabilidad".
La muerte del gorila de Cincinnati ha creado indignación en torno a la vigilancia tanto del zoológico como la de la madre sobre el menor que se metió al recinto del primate, pero también ha puesto en tela de juicio el inusual trabajo de los equipos de respuesta en emergencias en los zoológicos.
La Ley de Bienestar de los Animales, del gobierno federal -la cual rige las actividades de los zoológicos- no requiere que éstos tengan ese tipo de equipos, pero muchos parques de animales los establecen como parte de sus procesos para obtener la acreditación.