Los últimos dos años, el despertador del celular de Elisa (17) sonó todos los días a las 06.30. La rutina se repitió religiosamente mientras la joven cursó tercero y cuarto medio en el Liceo Ramón Freire, de la comuna de Freirina, Región de Atacama. No hubo tiempo para aprovechar algunos minutos más en la cama. Apenas abría los ojos, tomaba algún cuaderno o libro y repasaba las materias del día, sobre todo las que más le costaban. Luego, el desayuno junto a su hermana, Estrella, y el hijo pequeño de esta última, en el comedor del Centro Maravilla, residencia colaboradora de la red del Sename. En ese espacio ambas jóvenes viven desde 2011. Poco antes de las 8 dejaban al niño en un furgón escolar y ellas partían raudas a clases.

La jornada escolar se extendía hasta las 17.00. A esa hora volvía al centro de acogida, se cambiaba de ropa y salía otra vez apurada con destino a Vallenar, la capital provincial, para asistir al preuniversitario Diego Portales, al cual pudo ingresar gracias al aporte de una minera local y a una beca que se ganó por sus notas. "Me iba comiendo un pan o un chocolate en el camino, porque no tenía tiempo para más", recuerdaElisa, que regresaba bien entrada la noche a su hogar, tras viajar más de una hora en micro. "Ahí leía otro poco hasta que me quedaba dormida o jugaba con mi sobrino", recuerda.

El sacrificio valió la pena. La joven logró 630 puntos en la PSU de Lenguaje, 647 en Matemática, 589 en Historia y 615 en Ciencias. Esto, sumado al 6,7 que logró como promedio de notas en la enseñanza media, le permitió ponderar 715 puntos y postular a la carrera de sus sueños: ingeniería en control de gestión.

El pasado miércoles supo el resultado de su postulación, y la alegría fue compartida por los demás residentes y funcionarios del establecimiento. La joven fue aceptada en la Universidad de Chile y en la Universidad del Maule. "Ahora ella debe decidir a cuál casa de estudios irá", dicen desde el hogar. "Me quiero quedar en Santiago para estar con mi mamá", dice Elisa.

Nada mal para una chica proveniente de un hogar desintegrado, de cuatro hermanos y un padre ausente. Elisa entró a la red del Sename hace 11 años tras un quiebre familiar complejo. Desde esa fecha ha deambulado por diversos centros de Atacama.

A pesar de un historial de vida con muchas privaciones, principalmente afectivas, sus logros no pasaron desapercibidos no sólo por su buen resultado en la PSU, sino también por ser la mejor de su generación y por haber obtenido nota 7,0 en las tres matemáticas que cursó en 2016, lo que le valió ser reconocida por la municipalidad local, la intendencia y la Seremi de Educación de Atacama.

"Eso es muy bueno, porque entendemos que conseguir la gratuidad para que Elisa pueda seguir sus estudios superiores en Santiago puede que sea más fácil. Ya se han comprometido aportes privados anónimos, pero la gratuidad es lo fundamental", dice Lucía Godoy, directora de la residencia Maravilla.

La profesional agrega que "la responsabilidad y logros de Elisa, al igual que su hermana Estrella (que estudiará técnico en minería en la Universidad de Atacama), son también un reconocimiento a nuestro trabajo y a la resiliencia y fuerza de voluntad de estas chicas ejemplares. Ya tenemos otro residente en la educación superior, los cuales se han convertido en un referente".

En la residencia viven 32 menores, 11 de ellos menores de cuatro años. Todos provienen de hogares de extrema vulnerabilidad de Atacama. En el caso de Elisa, que cumplirá la mayoría de edad a mediados del próximo año, en marzo debe presentarse a una audiencia que revisará su situación y analizará si se cumplen las condiciones para dejar el sistema. Su hermana, que ya tiene 19 años, se mantendrá en la red debido a que su hijo de cuatro años es parte del Sename.

Elisa asegura que quiere estudiar en Santiago y estar con su madre, que vive en Renca. Según los funcionarios del centro de acogida, la mujer ha cumplido de buena forma un proceso de rehabilitación y estaría apta para apoyar a la menor en la nueva etapa que viene. Sin embargo, de todos modos habrá un seguimiento de al menos seis meses para ver el caso.

"Estoy tranquila, mi mamá estaba contenta porque me fue bien en la escuela y en la PSU, hasta me felicitó", concluye Elisa.